Enlace Judío México – Queda por ver la respuesta de Moscú que, ciertamente no es calculable de momento ante la precipitación de los hechos. Pero marcará, sin lugar a duda, nuevas posiciones de poder en el tablero internacional.

GEORGE CHAYA

El embajador ruso Anatoly Antonov advirtió inmediatamente de producido el ataque que “no quedará sin consecuencias”.

Las peores proyecciones se han hecho realidad, los rusos sienten que sus posiciones han sido minimizadas y sus advertencias no han sido escuchadas por EE.UU., Francia y Gran Bretaña.

Es altamente probable que el ataque sobre Siria haga que Rusia sienta hoy la mayor amenaza desde el final de la Guerra Fría por parte de EE.UU., a todas luces el poseedor del mayor arsenal de armas nucleares, de allí la primera reacción alejada del lenguaje diplomático de Antonov al declarar que “los norteamericanos no tienen el derecho moral de culpar a otros países”.

Otro político ruso de alto rango comparó al presidente Trump con Adolf Hitler y dijo que el asalto aéreo se considera una operación contra Rusia. Alexander Sherin, subdirector del comité de defensa de la Duma Estatal, dijo que Trump “no es muy distinto de Hitler, por cómo ve los conflictos, incluso comparó el ataque a Siria como el ataque alemán a la ex-URSS en 1941 con similitud de horario (a las 04.00 A. M. y en la madrugada de un día sábado).

La tensión ahora se dará también en el Mar Mediterráneo, donde los buques de guerra de ambas armadas se miran de cerca. El sitio de noticias del gobierno ruso Tass informó que la Armada rusa está monitoreando naves estadounidenses y de la OTAN en el este del Mediterráneo, Washington mientras tanto, dice tener bajo control el área del Mediterráneo junto a Gran Bretaña y Francia.

Buques de guerra y submarinos del destacamento naval ruso realizaban un seguimiento a corta distancia de los submarinos y barcos de asalto de EE.UU., y la OTAN en el área, acaba de publicar la Agencia Tass, citando una fuente militar y diplomática.

Es claro que la crisis siria ha disparado la escalada entre los grandes jugadores. Moscú ordenó a los buques de su armada que supervisen la situación submarina, terrestre y aérea en la parte oriental del mar Mediterráneo, incluidos los accesos y maniobras de buques extranjeros en la zona de la ciudad portuaria de Tartus, donde Rusia tiene su única base extranjera fuera de Europa y a la que no esta dispuesta a abandonar.

La proximidad de las naves estadounidenses y rusas permite hacer una comparación flexible con la crisis de los misiles cubanos, aunque de momento no pueda decirse que la situación sea tan grave. Todavía se está lejos de ese escenario. Sin embargo, es muy claro que la situación es ahora más peligrosa de lo que han sido las implicaciones del ataque misilístico norteamericano del año pasado sobre las bases del régimen sirio.

Funcionarios militares y diplomáticos estadounidenses advirtieron que el presidente Trump ordenaría un ataque militar contra Siria de un momento a otro para contrarrestar cualquier otro ataque de las fuerzas sirias con armamento químico como el del 7 de abril pasado.

No obstante, los rusos, pecaron de auto-confianza, no supieron leer esos mensajes, menospreciaron las palabras del presidente estadounidense y los diplomáticos de la administración actual, raramente, no entendieron que no estaban tratando con la administración de Barack Obama. El mejor ejemplo de ello han sido las declaraciones del embajador de Rusia en Líbano, Alexander Zasypkin, quien dijo el martes pasado a la televisión de Hezbollah (Al-Manar TV) en Líbano que: “cualquier misil estadounidense lanzado contra Siria sería derribado y que los sitios de lanzamiento serían atacados y destruidos por Rusia”.

Después del ataque tripartito, las palabras de Zasypkin han quedado en papel mojado. El golpe de EE.UU., Francia y Gran Bretaña ha puesto en ridículo esas declaraciones rusas. Habrá que ver si el presidente Vladimir Putin piensa del mismo modo que su embajador, lo cual a estas alturas de los acontecimientos no parece probable.

En otras palabras, queda por ver la respuesta de Moscú que, ciertamente no es calculable de momento ante la precipitación de los hechos. Pero marcará, sin lugar a duda, nuevas posiciones de poder en el tablero internacional.


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