Enlace Judío México – Las celebraciones del 70 aniversario de Israel estuvieron marcadas por un sentido de logro con un matiz cálido de inclusión y una búsqueda común de mayor tolerancia entre los diversos grupos que componen el mosaico humano que hoy es Israel.

NOAMI CHAZAN

El mejor ejemplo de este anhelo de entendimiento mutuo y mayor solidaridad se encuentra en dos discursos muy diferentes y profundamente conmovedores, el de David Grossman y el de Miriam Peretz, aunados a su cálido abrazo en la ceremonia del Premio Israel que concluyó las festividades. Cada uno transmitió, en su forma única, un mensaje de esperanza, que abrazó y celebró la diversidad social e ideológica de Israel como una matriz del ácido ambiente que ha permeado a su sociedad en los últimos tiempos. Su llamamiento a la reafirmación de las normas básicas del pluralismo y el respeto por el otro, basado en el amor al país y la preocupación por su futuro, ha dejado una huella profunda en muchos.

El cambio en el ambiente que se ha creado en los últimos días requiere una modificación palpable de política. No puede realizarse aferrándose obstinadamente a un status quo que no ha logrado cerrar las brechas dentro del país o mejorar la posición de Israel en el exterior. Las buenas intenciones no pueden sustituir la persistencia de medidas divisivas y movimientos contraproducentes que perpetúan el malentendido, la desconfianza mutua y la confrontación abierta.

En los pocos días transcurridos desde los emotivos discursos y las elaboradas actuaciones, esto es precisamente lo que ha sucedido. En casa, la cuestión del destino de los solicitantes de asilo africanos sigue dominando las noticias, haciendo poco esfuerzo para encontrar una solución adecuada (y no coercitiva) a su difícil situación y a la de los residentes del sur de Tel Aviv. Pretendiendo volver a legislar la posibilidad de una deportación forzada, los altos cargos del gobierno parecen estar dispuestos a aprobar una cláusula de anulación que no sólo socavará la legitimidad de los tribunales, sino que también alterará gravemente el delicado equilibrio entre las tres ramas del gobierno. Lo que supuestamente refuerza la legislatura de hecho aumenta el poder del ejecutivo (que en la democracia parlamentaria de Israel, por definición, controla la Knesset). Una cláusula de anulación por mayoría simple en efecto abre la puerta a la tiranía de la mayoría. Deja al ciudadano común con pocos recursos ante el abuso del poder ejecutivo. Por lo tanto, amenaza con socavar los cimientos institucionales de la democracia israelí y sembrar más discordia en lo que ya es una sociedad muy polémica.

Otra legislación muy disputada también está en proceso. Algunos miembros de la Knesset están promoviendo varias versiones de la polémica ley sobre “Israel como el Estado-nación del pueblo judío”, que afecta negativamente la posición del 25% de los ciudadanos israelíes que no son judíos. Otros han presentado proyectos de ley limitados o que prohíben las contribuciones a ciertas ONGs, en su mayoría organizaciones civiles que operan en el área de los derechos humanos. Y está en marcha un movimiento para deponer a un miembro de la Knesset en funciones (Hanin Zoabi) por razones políticas. Ninguna de estas iniciativas muestra tolerancia por opiniones alternativas o por grupos minoritarios en el país. Tampoco manifiestan ningún compromiso con la inclusión.

Lejos de exhibir algunas adaptaciones necesarias en un contexto altamente fluido, las estrategias regionales de Israel, se realizan, al parecer, con mayor vigor en los últimos días. Las confrontaciones semanales a lo largo de la frontera con Gaza han cobrado un gran número de víctimas entre los palestinos y apenas han mejorado la postura defensiva de Israel. El gobierno israelí se ha expuesto a un intenso oprobio internacional por una situación en la que Hamas y otros también son responsables, sin señalar ninguna posibilidad de mejora en lo que, según todos los informes, es una situación cada vez más grave en la Franja asediada. Lo que es cierto para Gaza también se traslada a Cisjordania, donde las represalias de los judíos contra los palestinos han aumentado sustancialmente durante los últimos meses. El mantenimiento de dicho status quo no es bueno para nadie.

En el frente norte de Israel, la cambiante situación geopolítica sigue siendo extremadamente preocupante. La presencia turca e iraní en Siria bajo el paraguas de Rusia expone a Israel de maneras que eran inconcebibles hace apenas un par de años. La simple reiteración de la amenaza iraní, aunada a la continua insistencia de “anular o arreglar” el acuerdo nuclear con Irán sólo exacerba los vientos de guerra. ¿Qué alternativas se están considerando? ¿Cómo se promueven y con qué visión en mente? A fin de reemplazar el miedo constante con algunas perspectivas de mejora, estas opciones deben diseñarse y difundirse a un público justificadamente cauteloso, y estos deben tener en cuenta los límites del uso de la fuerza.

En este ambiente cargado, las relaciones entre el mundo judío e Israel siguen siendo tensas. Parte del problema radica en la incapacidad de Israel de reconocer a las corrientes no ortodoxas del judaísmo, alimentando la alienación de un gran número de judíos en el exterior. Otra parte es mucho más profunda: la creciente brecha entre los valores judíos contemporáneos y la identificación con las políticas del actual gobierno de Israel.

La decisión de Natalie Portman de cancelar su participación en una ceremonia de premiación con el primer ministro Netanyahu acentúa esta creciente división, al igual que la respuesta de altos cargos del gobierno, algunos de los cuales han llegado a sugerir que este acto promueve el movimiento BDS y está al borde del antisemitismo. Si una persona como Natalie Portman, que apoya a Israel, ha sido totalmente desacreditada por rechazar ciertas políticas del gobierno, ¿qué se puede esperar de otros judíos que están menos involucrados con el país o menos comprometidos con sus principios fundamentales? ¿Y cómo se puede trazar una línea divisoria entre las personas que se identifican profundamente con Israel pero que desaprueban ciertas medidas oficiales y proveedores de los peores tipos de antisemitismo?

Pensar que todas las críticas al gobierno israelí, desde dentro y fuera, son similares a la traición resulta contraproducente. Va en contra de esa diversidad, que es la esencia de la tradición judía y el mundo judío contemporáneo, así como de las normas de pluralismo, tolerancia y respeto mutuo que se han mencionado tan vigorosamente en los últimos días. También desafía los valores (profundamente arraigados en las fuentes judías y universales) que respaldan estas normas: igualdad, justicia, libertad, dignidad humana y, sí,la búsqueda de la paz.

En su 70 aniversario, Israel destacó el tema de la innovación. Los notables logros en varios campos, desde la agricultura y la tecnología avanzada hasta la medicina y el crisol de las diásporas, aún deben consolidar las normas de solidaridad social y mejorar los valores que le permiten florecer. Esto requiere dedicar la misma cantidad de recursos, pensamiento innovador y creatividad tanto a cuestiones sociales como a la supervivencia física, no simplemente esperar que más de lo mismo lleve a resultados diferentes.

El moldeo de una sociedad vigorosa a partir de una tremenda gama de puntos de vista en disputa requiere atención tanto a la forma como a la sustancia. Para ser mejor, Israel tiene que hacerlo mejor; para infundir esperanza, tiene que cambiar. Ese es su principal reto en los próximos años.

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

Fuente: The Times of ‏Israel / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico