Enlace Judío – “Cuarenta horas en vez de cuarenta años», exclamó, con claras alusiones bíblicas, el ensayista Avraham Rabinovich en «The Jerusalem Post», una vez concluida con éxito la Operación Salomón, nombre concedido al éxodo hacia Israel de catorce mil judíos etíopes gracias a la habilidad del veterano diplomático Uri Lubrani.

Apenas una semana antes había sido derrocada la satrapía comunista del coronel Mengistu Haile Mariam, y Lubrani, un «Moisés moderno» según Rabinovich, aprovechó para ejecutar los deseos de los gobiernos israelíes: movilizó a la Fuerza Aérea y a la compañía El Al y entregó cuarenta millones de dólares a las nuevas autoridades etíopes para facilitar el desarrollo de los acontecimientos y lograr el éxodo.

Ya antes de la proclamación del Estado de Israel, mientras servía en Palmach (el cuerpo paramilitar del que surge el actual ejército israelí) ayudó a correligionarios suyos a entrar ilegalmente en Palestina. De ahí marchó a Francia a entrenar a futuros reclutas de Palmach, que posteriormente lucharían en la Guerra de Independencia de 1948-49, como hizo el propio Lubrani, para quien ese conflicto fue su única experiencia bélica: el resto de su vida la dedicaría a la diplomacia.

A mediados de los cincuenta, siendo jefe de Gabinete del ministro de Asuntos Exteriores, Moshe Sharett, maniobró para que la enemistad de este con el primer ministro David Ben Gurion no afectase al funcionamiento del Gobierno ni a los intereses de Israel. Su eficacia hizo que al dimitir Sharett, Ben Gurion le convirtiera en su asesor para asuntos de Oriente Medio.

En Uganda, Ruanda y Etiopía desempeñó sus primeras embajadas, contribuyendo a sentar las bases -aún vigentes- de la estrategia israelí en África. Cumplida esa tarea, dirigió brevemente una empresa del sector público antes de ser nombrado, en 1973, jefe de la legación israelí en Irán, con rango de embajador.
Lubrani se granjeó rápidamente amistades en el entorno del Sha y tomó nota de la decrepitud del régimen, cuyo desmoronamiento anticipó en un telegrama que envió a Jerusalén en diciembre de 1977. Le concedía un año de existencia: falló por un mes. Según el analista norteamericano Kenneth Timmerman, Lubrani tomó esa decisión tras presenciar durante una cena cómo los asesores del soberano se reían de él a sus espaldas.

Sin embargo, años después no logró rescatar al piloto Ron Alad y el elevado listón de exigencias que planteó en las negociaciones con los libaneses -no contemplaba la retirada y pedía la supresión de Hezbolá- retrasaron notablemente el desenlace del conflicto.

Fuente: ABC.es