Enlace Judío México.- El ministro de Defensa israelí ha asegurado que, con sus más de 70 bombardeos nocturnos sobre Siria en represalia al lanzamiento de 20 cohetes desde Damasco, ha reducido la infraestructura militar iraní en el país árabe.

LUIS CANO

Israel ha asegurado que, con sus más de 70 bombardeos nocturnos sobre Siria en represalia al lanzamiento de 20 cohetes desde Damasco, ha reducido la infraestructura militar iraní en el país árabe, en lo que es la confrontación más directa entre estas dos potencias regionales hasta la fecha.

Lejos quedan los tiempos en la que la dictadura del Sha Mohammad Reza Pahleví consideraba al Estado judío, que también contaba con el respaldo de Washington, como un contrapeso político necesario ante la pujanza del nacionalismo árabe impulsado especialmente por Nasser y compañía. Irán fue el único país de mayoría musulmana de la zona en rechazar la petición de los países árabes de destruir Israel, reconociéndolo como un Estado soberano e independiente hasta el punto de apoyarlo con petróleo en la Guerra de Yom Kippur en 1973.

Casi todo cambió con la revolución islámica de las huestes del Ayatolá Jomeini, cuando Teherán puso en la mirilla al sionismo y le declaró la guerra al «imperialismo yanqui». La declaración de guerra al sionismo no impidió, sin embargo, que Israel apoyara a la República Islámica en los tres primeros años de guerra contra el Irak de Sadam Huséin, al que Israel consideraba como un peligro mayor, al contrario de las grandes potencias occidentales que apoyaron con armas y dinero a Bagdad, según describen los investigadores Farhad Rezaeia y Ronen A. Cohen en un estudio titulado «El programa nuclear iraní y la rivalidad israelí-iraní en la era posrevolucionaria». Así, Israel suministró a Irán armas por un valor de 365 millones de euros en los tres primeros años de guerra, según un estudio realizado por el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Tel Aviv (INSS) y citado por la agencia alemana DW. A principios de los ochenta, señala Trita Parsi, Presidente del Consejo Nacional iraní-estadounidense, «Tel Aviv incluso presionó a Washington para que vendiera armas a Teherán y para entablar conversaciones con los líderes del régimen en lugar de tomarse en serio su retórica».

Desde entonces, se sucedieron las crisis entre ambas potencias. Tras la invasión israelí del sur del Líbano, controlada por el Ejército del Sur del Líbano (SLA), una milicia apoyada por Israel, Teherán ayudó en la creación del movimiento chií Hezbolá (el partido de Dios), para expulsar a su nuevo enemigo de lo que consideraba su área de influencia.

Fue con el fin de la Guerra Irak-Irán en 1988, cuando Teherán empezó a centrarse en el apoyo a la causa palestina e Israel, una vez que las diezmadas fuerzas de Sadam Huséin dejaron de ser una gran amenaza tras ocho años de guerra. El régimen de los ayatolás, arrogándose en representante de la causa palestina y defensor del islam, declaró la guerra al Estado de Israel fijando como objetivo su total destrucción mientras que Tel Aviv le negaba a Teherán su derecho a reanudar su programa nuclear, que empezó en tiempos del Sha con la asistencia de Washington pero que Jomeini detuvo durante la guerra con Irak. Por su parte, Israel había desarrollado su programa nuclear desde los años sesenta liderado por el entonces viceministro Shimon Peres. Israel, que no ha firmado el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares (TNP), contaría ahora con 80 cabezas nucleares: Israel sigue una política de «Never deny never admit» («Nunca niegues nunca admitas»). «Emplea este programa nuclear como arma defensiva, teniendo en mente la Guerra de los Seis Días; si Israel pierde militarmente, ese programa nuclear está pensado para evitar una eventual invasión del territorio», sostiene el profesor de Relaciones Internacionales de Comillas ICAI-ICADE Alberto Priego.

Irán e Israel vuelven a enfrentarse. La firma del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA por sus siglas en inglés), Israel, Estados Unidos y varias potencias europeas alegaban que Irán pretendía construir armas nucleares para complementar sus armas convencionales, a lo que Teherán respondía que su programa actual era para fines pacíficos y civiles. Hasta el momento, Irán no tiene oficialmente armas de destrucción masiva (ADM) y ha firmado tratados contra la posesión de este tipo de armamento. Además, Teherán aceptó con el acuerdo nuclear frenar su programa a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales que se le aplicaban. Aunque el primer ministro Benyamin Netanyahu reveló hace diez días unos supuestos «archivos nucleares secretos» de Irán que demostraban que el país persa había desarrollado un plan para hacerse con armas nucleares.

La carrera armamentística entre estas dos potencias archirrivales no ha cesado, por el miedo al contrincante. Aunque un enfrentamiento de mayor magnitud que el anunciado ayer es improbable de momento, Irán tiene una población diez veces mayor a la de Israel, inferioridad numérica que el Estado judío compensa con su programa nuclear y con una inversión militar y armamentística sin parangón en Oriente Próximo.

Con la ayuda de EE.UU., que se comprometió en los últimos meses de Obama en la Casa Blanca a entregar a un paquete de ayuda militar para financiar su defensa por valor de 32.000 millones de Euros para la próxima década, Israel cuenta con un mayor presupuesto dedicado a Defensa que Irán. Tanto Israel como Irán cuentan con servicio militar obligatorio -salvo que en Israel la «mili» no entiende de sexos-, pero difieren en el número de efectivos, porque mientras que Israel tiene 176.500 efectivos en servicio activo para un total de 615.000, Irán presenta medio millón de efectivos en servicio activo y un total de 934.000.

El virus Stuxnet

Irán posee uno de los mayores inventarios de misiles en Oriente Próximo y ha adquirido sistemas completos de misiles y desarrollado una infraestructura para construir misiles en el país, comprando misiles balísticos Scud-B, Scud-C y Nodong de Corea del Norte, resume el portal especializado «Nation Master», que recopila información militar y el arsenal de las principales potencias del mundo del World Factbook de la CIA y otras fuentes. Por su parte, Israel comenzó su programa de misiles en la década de 1960 y hoy cuenta con una variada industria de misiles. Tel Aviv ha desarrollado misiles balísticos y de crucero, así como sistemas de defensa antimisiles y vehículos aéreos no tripulados (UAV). Según un completo análisis de «Al Jazeera» de hace seis años, los Guardianes Revolucionarios tienen bajo su control cerca de 1.000 misiles táctico-operativos de Irán con capacidad de atacar en todo el Golfo, y además 300 misiles balísticos de corto alcance, incluidos los de fabricación iraní Shahab-1 (Scud-B), Shahab-2 (Scud-C), así como Tondar-69 (CSS-8). Según Reuters, Teherán también ha producido misiles balísticos de alcance medio (IRBM) Shahab-3, con un alcance reportado de hasta 1.000 km, el Ghadr-1 con un alcance estimado de 1.600 km y una variante Shahab-3 conocida como Sajjil-2 con un rango reportado de hasta 2.400km. «De ser cierto, Israel y gran parte de Europa del Este estarían dentro de su alcance», concluye la cadena de origen qatarí.

Ayer, el Ejército israelí aseguró que 20 cohetes Iraníes de Grad y Fajr fueron derribados por su sistema de defensa aérea «Iron Dome» o que no alcanzaron objetivos en el Golán, territorio que Israel capturó de Siria en una guerra en 1967. La «Cúpula de hierro», como se conoce al sistema antimisiles en español, ha supuesto un elemento decisivo en la defensa del Estado judío al interceptar los misiles en el aire.

Más allá de la guerra convencional, Israel e Irán ya cuentan con episodios de la más avanzada ciberguerra de nuestro tiempo. Sin haberse confirmado aún el origen, entre 2009 y 2010 el gusano informático Stuxnet, una de las armas más sofisticadas en este campo hasta el momento, destruyó 1.000 centrifugadoras de Uranio iraníes que participaban en la producción de materiales nucleares. Según el especialista en Ciberguerra por la Universidad Pablo Olavide de Sevilla Manuel R. Torres, habría sido desarrollado en diferentes fragmentos por distintos equipos que no tendrían conexión, ni conocimiento entre ellos, por lo que es probable que participaran varios gobiernos. El diario estadounidense «The New York Times» informó en 2011 que el complejo nuclear de Dimona, en el desierto israelí, sirvió durante dos años como lugar de experimentación de Stuxnet.

 

 

 

 

Fuente:abc.es