Enlace Judío – Cierto es que el número de manifestantes en la protesta del lunes alcanzó niveles récord, pero esta semana se había anunciado con anticipación como la culminación climática de las marchas. La tendencia general en los últimos viernes ha sido una caída significativa en la participación.

AVI ISSACHAROFF

El lunes fue sin duda uno de los días más desconcertantemente disonantes en la historia del conflicto entre Israel y Palestina: mientras que el liderazgo israelí, junto con funcionarios de EE.UU., festejaban el movimiento de la embajada norteamericana a Jerusalén, y mientras decenas de miles de israelíes recibían a la ganadora de Eurovisión, Netta Barzilai, con una celebración en Tel Aviv, la Franja de Gaza sufrió uno de sus días más tristes.

Sesenta gazatíes murieron por disparos de las FDI mientras los soldados trataban de evitar que los manifestantes violaran la frontera israelí.

El momento de los hechos no fue una coincidencia, por supuesto, y está ligado a las narrativas opuestas israelíes y palestinas: la reubicación de la embajada de EE.UU. estaba programada para el 14 de mayo, coincidiendo con el 70 aniversario del establecimiento de Israel. El 15 de mayo de cada año los palestinos marcan lo que ven como la Nakba, o “catástrofe” del establecimiento del Estado judío.

Así, un día de festividades para los israelíes se volvió doblemente trágico para las decenas de familias de aquellos que murieron en Gaza, así como para los de los gravemente heridos, cuyas vidas cambiarán para siempre.

Al final de este día de júbilo por un lado y de dolor por el otro, parece que la brecha entre los dos pueblos se ha desgarrado más y el odio no ha hecho más que crecer.

Un curso de corrección en Gaza

En la tarde, en al menos una carpa de protesta cerca de la frontera, agentes de Hamás vestidos de civil caminaron e instruyeron a los manifestantes: “váyanse a casa”.

Fue un giro inesperado de la trama, que se produjo poco después de que el ejército israelí atacara varios objetivos de Hamás en la Franja, y en un momento en que ya estaba claro que decenas de palestinos habían muerto y de que había más de 2,000 heridos.

Y en la noche, uno de los líderes de Hamás en Gaza, Khalil Al-Hayya, celebró una conferencia de prensa en la que habló en un tono aparentemente pacífico, describiendo una vez más a los disturbios como “una marcha no violenta”.

Fue una declaración algo sorprendente de una organización que siempre ha defendido la “resistencia militar”, es decir, el terrorismo y los ataques con cohetes contra Israel, particularmente después de que más de 50 personas murieran por disparos de las FDI. De hecho, muchos en Gaza habían creído antes de los eventos del lunes que si el número de muertos era alto, Hamas renovaría su lanzamiento de cohetes contra Israel.

Poco después de que Al-Hayya habló, el comité que organiza las protestas de Gaza pidió la continuación de las manifestaciones semanales, con un enfoque particular para el 5 de junio, el Día de la Naksa, cuando los árabes marcan la derrota en la Guerra de los Seis Días de 1967.

Esta respuesta en Gaza al peor día de derramamiento de sangre desde la guerra de 2014 en el territorio, muestra que a pesar de la gran cantidad de víctimas, Hamás no tiene prisa por escalar la situación.

El Hamás de 2018 aprendió a usar un vocabulario no muy distinto del de la Autoridad Palestina: “resistencia no violenta”, “lucha popular”, etc. Y apoya en gran medida la continuación de las marchas supuestamente “no violentas”, siempre que estén bajo control, aparentemente desinteresado en ser arrastrado a la guerra total.

Pero el lunes por la tarde, llegó un momento en que Hamás casi perdió el control.

En un momento en que los eventos claramente se encaminaban hacia una escalada, con Israel intensificando sus ataques aéreos, y más y más palestinos mostrando voluntad de apresurarse hacia la valla y sacrificar sus vidas, parecía que alguien en el liderazgo de Hamás hizo alguna corrección, dando la orden de detener las manifestaciones, al menos por el día, para disminuir la intensidad un poco.

Cabe señalar que la capacidad de Hamás para contener posteriormente no solo a los manifestantes sino también a otros grupos armados de Gaza, ninguno de los cuales disparó contra Israel de la noche a la mañana, muestra algo de su impresionante control sobre la Franja.

Fuentes palestinas en Gaza dijeron que Hamás no había decidido detener por completo las protestas, sino que estaba tratando de controlarlas mejor.

Un precio que Hamás puede pagar

En esta coyuntura, Hamás prefiere congelar temporalmente sus tácticas tradicionales de “resistencia” como el lanzamiento de cohetes y los ataques armados a favor de concentraciones controladas.

Esto no es sorprendente, ya que es evidente que estas manifestaciones populares le han dado a Hamás algunos logros: han pasado al primer plano del discurso político interno de los palestinos, al tiempo que ha vuelto a enfocar la atención de la comunidad internacional en Gaza. Mientras tanto, Israel está cargando con la peor parte de las muertes, con muy poca condena de Hamás (que no sea de Washington).

Hamás, según parece, actualmente cree que la guerra abierta puede hacer más daño que bien. El grupo no quiere arriesgarse a perder el control del territorio o que sus líderes se conviertan en objetivos.

Mientras tanto, los jóvenes palestinos están pagando el verdadero precio, quienes el lunes se apresuraron en masa hacia la frontera.

La filmación de los acontecimientos plantea la pregunta: ¿Cómo es que esta turba no teme por su vida? ¿Cómo es que tantos estaban dispuestos a morir en un asalto inútil de la valla de seguridad?

La única explicación aparente es una combinación del deseo de los jóvenes gazatíes de ser vistos como héroes por su sociedad y el sentimiento entre muchos de que no tienen nada que perder.

Esta combinación entre la desesperación y un deseo para sobresalir parece ser una fuerte motivación para el reclutamiento de manifestantes para las marchas.

Rendimientos decrecientes

Aún así, es difícil ver cómo la nueva táctica de las concentraciones controladas de Hamás puede durar mucho más tiempo.

Cierto es que el número de manifestantes en la protesta del lunes alcanzó niveles récord, pero esta semana se había anunciado con anticipación como la culminación climática de las marchas. La tendencia general en los últimos viernes ha sido una caída significativa en la participación.

Sin resultados reales o un cambio en la situación de Gaza, y con una disminución de la motivación entre la población, se puede suponer que en algún momento Hamás tendrá la tentación de volver a sus instintos básicos de guerra.

Esto podría demostrarse en una escalada militar, a través de renovados ataques con cohetes; o con intentos de llevar a cabo ataques en Cisjordania, lo que reduciría el riesgo de un conflicto abierto en Gaza mientras gana puntos con el público palestino que ahora exige venganza.


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Fuente: The Times of Israel / Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío