Enlace Judío – ¿Quieren aliviar las tragedias en curso en Gaza? ¿Quieren evitar la repetición interminable de días de terrorismo como el lunes? Dejen en claro a los palestinos que no tienen ningún “derecho” de “retorno”. Dígnales que merecen un liderazgo que no les mienta y los maltrate.

DAVID HOROWITZ

Después de la terrible violencia del lunes y la pérdida de vidas palestinas en la frontera con Gaza, el mundo le debe a los palestinos algunas dolorosas, pero simples, verdades.

Las semanas de manifestaciones, promovidas por Hamás, de la “Marcha del Retorno”, con sus respectivos disturbios, campañas para atravesar la valla fronteriza con el fin de llevar a cabo ataques dentro de Israel, el envío de cometas incendiarios de ataque y la destrucción de la infraestructura de ayuda de Gaza en el cruce de Kerem Shalom, et al, no van a funcionar. Al igual que no han funcionado los túneles terroristas, los lanzamientos de cohetes, los atentados suicidas, las embestidas con automóviles y los tiroteos.

La estrategia de Hamas no funcionará, sin importar qué tan exitosamente capte la narrativa internacional lo que está sucediendo aquí. Angustiado por la pérdida de vidas, Israel, no obstante, defenderá sus fronteras.

Lo que el grupo terrorista llama “Palestina”, es decir, Israel, no va a ser “liberado”. La mayoría judía de Israel no se va ir a ninguna parte. Más específicamente, dada la actual táctica de Hamás para llevar a los habitantes de Gaza a la frontera, los “refugiados”, en sus aparente cifra de millones, no van a “regresar”.

Después de otro día horrible como el lunes, especialmente después de un día como ese, el mundo se lo debe dejar bien en claro a los palestinos

En las recientes semanas, hemos visto esta última táctica de protestas masivas y violencia dirigida por miembros de Hamás en la frontera, de manera amplia y falsamente descrita internacionalmente como una oposición a la ocupación israelí de Gaza. Hay un inmenso sufrimiento dentro de la Franja controlada por Hamás y una seguridad altamente restrictiva, pero no hay ocupación israelí; Ariel Sharon obligó a los miles de colonos judíos de allí a irse en 2005, y trajo al ejército con ellos.

También hemos visto las protestas descritas como no violentas, incluso por un líder de Hamás, Khalil Al-Hayya, el lunes por la noche. Faltan palabras.

Hemos visto las protestas descritas como dirigidas a buscar el fin del “bloqueo” al acceso a la Franja. De hecho, el bloqueo de seguridad es una función del gobierno de Hamás, y terminaría si los líderes de Gaza alguna vez dejaran de tratar de cometer terrorismo contra Israel. Hamás ha explotado cada grieta en ese cerco de seguridad para tratar de importar armamento en su incansable y declarada lucha para destruir a Israel. Quiere construir en le Franja el tipo de fuerza que Hezbolá ha acumulado en Líbano: 140 mil misiles, con el fin de atacar a Israel. Israel no está dispuesto a abrir libremente el acceso a Gaza, cuando la consecuencia inmediata inevitable sería la importación de cohetes, misiles y otras armas que se utilizarían para nuestra prevista eliminación.

Y desde el lunes, hemos visto las protestas descritas como una oposición a la apertura de la embajada de EE.UU. en Jerusalén y para marcar el “Día de la Nakba”, cuando los palestinos lamentan lo que llaman la “catástrofe” que les sucedió con el establecimiento del Israel moderno, el renacido Estado judío que los ejércitos árabes intentaron, en vano, matar al nacer.

Ahora nos estamos acercando a de lo que realmente se trata.

En realidad, mientras sus organizadores lo dejaban en claro desde el primer día, las protestas masivas en la frontera se organizaron no contra la “ocupación” de Gaza o el bloqueo de Gaza. A pesar de todos los informes falsos, fueron planeadas y se llevan a cabo con la evidente meta de poner fin al Estado de Israel, el único Estado judío del mundo, cuya legitimidad con cualesquiera que sean fronteras, rechaza Hamás. De ahí la gran movilización, con una indignada oposición, a la legitimación de la Jerusalén israelí, que marca la nueva embajada de los EE.UU.; de ahí la resonancia particular del Día de la Nakba.

“Marcha del Retorno”. Está justo allí en el nombre. La gente de Gaza está siendo movilizada por sus gobernantes terroristas para un “retorno”. Sus líderes les aseguran que este “retorno” es inminente. Que su “patria” pronto será restaurada. Que la Nakba se revertirá. Y que aquellos que pierdan la vida en la violencia en la frontera por la causa de ese “retorno”, encontrarán su lugar en el paraíso como mártires de su lucha divinamente bendecida.

El mundo les debe el romper esta ilusión. Y hay una forma sencilla de hacerlo.

A diferencia de cualquier otra población de refugiados en este planeta, la ONU extiende el estatus de refugiado no sólo a aquellos palestinos que vivieron en lo que hoy es Israel y huyeron o fueron forzados a abandonar sus hogares hace 70 años. También, con consecuencias continuas contraproducentes, extiende el estatus de refugiados a sus hijos, nietos, bisnietos y continúa así hasta la eternidad.

Y al hacerlo, la comunidad internacional, a través de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), perpetúa el mismo conflicto palestino-israelí que aparentemente busca resolver. Distorsiona una disputa de refugiados que debería relacionarse con las pocas decenas de miles de refugiados reales que todavía están vivos hoy en día, y en su lugar, permite a millones de palestinos afirmar, soñar, seguir a líderes cínicos que abogan y, en algunos casos, arriesgan sus vidas para un “derecho” infundado de “retorno”.

El “derecho” al “retorno”, exigido por Yasser Arafat y luego por Mahmoud Abbas, ha ayudado a condenar todos los esfuerzos hasta la fecha para negociar una solución de dos Estados. La afirmación de un “derecho” de “retorno”, ahora por parte de Hamás, está causando un sufrimiento cada vez mayor a Gaza. La inquebrantable insistencia de los palestinos en un “derecho” de “retorno” casi ha acabado con la creencia dentro de Israel de que se puede alcanzar una solución de dos Estados.

El mundo le debe corregir a los palestinos su definición de “refugiados” palestinos, y puede hacerlo, por cierto, sin afectar de ninguna manera la ayuda que brinda a Gaza y Cisjordania.

Le debe dejar a los palestinos en claro que Israel no será requerido o presionado para cometer un suicidio nacional como Estado judío al absorber a millones de descendientes de palestinos que solían vivir en lo que hoy es Israel. Así como Israel, siguiendo la división de la Palestina del Mandato que hizo la ONU en 1947 y la independencia en 1948, construyó un Estado próspero en su hogar histórico renacido, que incluyó la absorción de cientos de miles de refugiados judíos de países del Medio Oriente y el Norte de África, los palestinos deberían ser alentados a construir un Estado palestino próspero junto y en verdadera paz con Israel como el hogar de sus millones, un primer Estado palestino, en un marco que fue rechazado por el mundo árabe hace 70 años y que trágicamente continúan rechazando.

El mundo debe presionar a los palestinos por una solución genuina de dos Estados: por una Palestina en paz con la mayoría israelí de hoy en día, no por una Palestina que simultáneamente insista en destruir al Israel judío. Para ayudar a ambas partes a avanzar hacia una solución genuina de dos Estados que otorgaría independencia a los palestinos y permitiría a Israel mantener su democracia y su carácter judío: una separación negociada.

¿Quieren aliviar las tragedias en curso en Gaza? ¿Quieren evitar la repetición interminable de días de terrorismo como el lunes? Dejen en claro a los palestinos que no tienen ningún “derecho” de “retorno”. Díganles que merecen un liderazgo que no les mienta y los maltrate. Y dejen en claro que su independencia solo puede lograrse a través de una genuina disposición a la coexistencia, junto con la mayoría judía de Israel.


 

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Fuente: The Times of Israel / Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío