Enlace Judío – Cómo alguna de las partes interesadas, ya sean las fuerzas de seguridad y políticos de Israel, los líderes de Egipto, la Autoridad Palestina, Hamás o los habitantes de Gaza, tengan la intención de alcanzar un futuro mejor, no está aún claro.

SETH J. FRANTZMAN

En 1998, el presidente estadounidense Bill Clinton voló al Aeropuerto Internacional de Gaza con seis helicópteros. Banderas palestinas y estadounidenses ondeaban.

Yasser Arafat se reunió con Clinton, y disfrutaron de ceremonias, reuniones, discursos, una comida con cordero y tres tipos de pescado, según los reportajes del momento. Los palestinos dijeron que sentían que la visita de Clinton era un reconocimiento a sus demandas por un Estado. Veinte años más tarde, el aeropuerto de Gaza está en ruinas, sus pistas de aterrizaje y su terminal, cuya apertura fue supervisada por Clinton, están siendo demolidos y destruidos.

Han pasado 20 años desde que Gaza tenía grandes esperanzas de ser algo más que la tragedia aislada de Hamás en la que se ha convertido.

Con las ocho semanas de la “Gran Marcha de Retorno” de marzo a mayo, los palestinos en Gaza trataron de ponerse de nuevo en el mapa de la atención mundial. Pueden volver a intentarlo en el aniversario de la Guerra de los Seis Días, el “Día de Naksa”, para organizar más protestas. Aún no está claro si Hamás o las decenas de miles que acudieron a las manifestaciones, y los miles que fueron heridos por fuego real durante las protestas, hayan logrado algo en Gaza. Vale la pena detenerse para considerar cómo llegamos aquí.

La población de la Franja de Gaza ha aumentado de alrededor de 100 mil en 1947, a 500 mil en 1967, y a 1,9 millones en la actualidad.

De acuerdo a la UNRWA, hay 1,3 millones de refugiados palestinos en Gaza. Bajo los Acuerdos de Oslo, partes de Gaza fueron entregadas a la Autoridad Palestina en la década de 1990. Cuando estalló la Segunda Intifada, Gaza se convirtió en el escenario de algunas de las batallas más icónicas, incluida la muerte de Muhammad Al-Durrah durante un fuego cruzado en septiembre de 2000.

El costo de la lucha en Gaza y la comprensión de que no valía la pena la carga de administrarla, condujo a la “desconexión” en agosto de 2005 en la que alrededor de 8 mil israelíes fueron retirados por la fuerza de 21 comunidades en Gaza. Esas comunidades fueron arrasadas, excepto las sinagogas y los invernaderos.

Israel continuaría controlando el espacio aéreo y las aguas territoriales, así como los puntos de entrada a la Franja.

En un presagio de lo que vendría, los donantes de los EE.UU. dieron un paso al frente para gastar 14 millones para la compra de 850 acres de invernaderos israelíes en Gaza para dárselos a los palestinos. En septiembre, los invernaderos habían sido saqueados y se desperdició toda la inversión. Al igual que el aeropuerto, bombardeado en enero de 2002 durante las batallas de la Segunda Intifada, los invernaderos fueron un sustento más para la Franja que se derrumbó.

Inicialmente, Gaza tenía un cruce fronterizo con Rafah en Egipto, inaugurado en noviembre de 2005 y supervisado por los EE.UU. y la Unión Europea. Se estableció una Misión Especial de Asistencia Fronteriza de la Unión Europea en el cruce de Rafah (EUBAM). En enero de 2006, Hamas ganó las elecciones legislativas palestinas, recibiendo un amplio apoyo en Gaza.

La victoria electoral de Hamás puso en marcha el aislamiento de Gaza. En abril, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, buscó eludir al Ministerio del Interior dirigido por Hamás. El 25 de junio de 2006, Hamás lanzó un ataque contra las fuerzas israelíes estacionadas a lo largo de la Franja de Gaza, matando a dos y secuestrando a Gilad Schalit. Esto provocó una respuesta militar israelí, moderada debido a la Guerra del Líbano. Schalit no sería liberado hasta un intercambio de prisioneros en octubre de 2011. En agosto de 2006, un equipo de filmación de Fox News fue secuestrado en Gaza. Sería uno de los muchos secuestros de extranjeros, incluido Alan Johnston de la BBC en 2007, y el asesinato del activista italiano Vittorio Arrigoni.

En Gaza, Hamás y Fatah lucharon en un conflicto civil que se recrudeció. Personal de la Autoridad Palestina fue expulsado del cruce fronterizo de Rafah en diciembre de 2006, y para junio de 2007, Hamás había tomado el control de la Franja. Los miembros de Fatah fueron asesinados, y algunos fueron arrojados desde las azoteas.

Con Gaza bajo control, Hamás pudo perfeccionar su programa de cohetes Kassam, que ya había inaugurado años antes. Pasó del fuego de mortero, al uso de cohetes Kassam en octubre de 2001 (solo podían recorrer algunos kilómetros), y a cohetes cada vez más grandes. Desde el momento en que Israel se retiró de Gaza, el lanzamiento de cohetes aumentó, de 1,123 en 2006 a 2,427 en 2007, y a 3,278 en 2008. El Domo de Hierro no estaría listo hasta 2011, y los israelíes a lo largo de la frontera, particularmente en Sderot, fueron los más afectados por el asalto.

En respuesta, Israel lanzó la Operación Plomo Fundido, comenzando con ataques aéreos masivos el 27 de diciembre que mataron a 140 miembros de Hamás.

Durante la campaña, alrededor de 1,000 civiles fueron asesinados, lo que dio lugar a la misión de investigación de la ONU que condujo al Informe Goldstone de septiembre de 2009. Israel y Hamás fueron acusados ​​de crímenes de guerra.

La guerra de 2009 condujo a una serie de conflictos con Gaza en 2012 y luego en 2014. En cada uno, Hamás empleó nuevas tácticas. Durante la guerra de 2014, un cohete M-302 de Hamás llegó hasta Hadera, a 100 km. de Gaza. Aunque Hamás lo había agregado su arsenal, contrabandeando equipo a través del Sinaí, ahora enfrentaba el Domo de Hierro de Israel, que neutralizó la amenaza.

Hamás también cavó túneles hacia Israel, la mayoría de los cuales fueron descubiertos antes de que pudieran ser utilizados. Para 2017, Israel estaba haciendo un progreso importante en la búsqueda de túneles, y la amenaza parecía haberse neutralizado. Hamás entrenó a hombres buzos y comandos navales, pero también fracasaron.

Internacionalmente, Hamás también se aisló cada vez más. Cuando el presidente de la Hermandad Musulmana, Mohammed Morsi, fue expulsado del poder en Egipto, lo perdió como aliado. Recibió el apoyo de activistas en el exterior, particularmente el IHH turco, que lanzó la gran flotilla de Gaza en 2010 para romper el bloqueo marítimo de Israel. Cuando Israel allanó la flotilla en mayo de 2010, nueve ciudadanos turcos fueron asesinados en los enfrentamientos.

Para 2011, el fenómeno de las flotillas a Gaza había concluido, ya que algunos barcos con tripulación europea eran interceptados en puertos griegos y en otros lugares. Gaza aún recibió cientos de millones en ayuda de los Estados del Golfo, particularmente Catar, que tenía un representante especial en la Franja llamado Mohammed Al-Emadi.

Hamás también recibió cierto apoyo de Damasco y Teherán, pero en general, su perfil internacional se atenuó. Sólo Turquía parece brindarle muchos servicios de apoyo hoy.

Hamás y Fatah intentaron comprometerse con varios acuerdos de reconciliación a lo largo de los años. Firmaron uno en 2011 en El Cairo, otro en 2012, y en 2014 acordaron formar un gobierno de reconciliación nacional firmando otro acuerdo en octubre de 2017. Para entonces, Hamás se sentía claramente aislado. Habiendo fracasado en todos sus intentos de luchar contra Israel y haber visto a Egipto inundar y destruir sus túneles de contrabando desde el Sinaí, no tenía hacia dónde ir.

Se suponía que el acuerdo de octubre preveía el regreso de la Autoridad Palestina a los pasos fronterizos y luego a la propia Gaza. En marzo, sin embargo, alguien intentó asesinar en un viaje a Gaza al primer ministro de la Autoridad Palestina, Rami Hamdallah, y al jefe de seguridad, Majid Faraj, lo que echó para atrás la reconciliación.

Años de bloqueo y conflicto han llevado a la ruina a Gaza. La UNRWA dice que el 80% de la población depende de la asistencia internacional.

El desempleo está en el 41%. Sólo hay suficiente electricidad para seis y hasta ocho horas de uso al día. Las aguas residuales, la falta de agua y otras necesidades básicas de infraestructura son una lucha.

A los habitantes de Gaza les resulta difícil, si no imposible, viajar al extranjero.

El promedio de edad en Gaza es de 18 años, lo que significa que la mitad de las personas en la Franja han pasado la mayoría de sus vidas bajo asedio y bajo el gobierno de Hamás.

Es esta sensación de aislamiento lo que lleva a muchos a referirse a Gaza como una prisión gigante. La pregunta es si las llaves de esa prisión están en manos de Israel, Egipto o Hamás, o una combinación de las tres.

No parece haber ningún camino hacia adelante para Gaza. Los acuerdos de reconciliación nunca funcionan, las guerras no resultan en cambios, las protestas de Gaza no tienen impacto, y varias iniciativas a lo largo de los años que imaginaron a Gaza como un “nuevo Singapur” de desarrollo, con una isla en el mar o exuberantes invernaderos y un aeropuerto, han sido todas arruinadas. Cómo alguna de las partes interesadas, ya sean las fuerzas de seguridad y políticos de Israel, los líderes de Egipto, la Autoridad Palestina, Hamás o los habitantes de Gaza, tengan la intención de alcanzar un futuro mejor, no está aún claro.


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Fuente: The Jerusalem Post / Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío