Enlace Judío México.- Los actores radicales del subestado pueden ejercer un control total de los territorios que gobiernan, pero se vuelven casi invisibles cuando eligen hacerlo. Como lo demostraron los recientes acontecimientos en Gaza, esta capacidad les sirve no solo en el frente militar, sino también en los ámbitos de la diplomacia y la influencia pública.

YAAKOV LAPPIN

Cuando los comandantes de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) miran a través de sus binoculares las zonas urbanas de Líbano o Gaza, en su mayoría no ven al enemigo.

Sin embargo, el enemigo está muy presente, como bien saben los comandantes. Incrustadas profundamente en barrios civiles, entidades armadas islamistas de línea dura, como Hezbolá y Hamás, se están preparando para el combate. Están organizando a su personal en formaciones, apuntando proyectiles a ciudades israelíes, construyendo túneles subterráneos y búnkeres, y adquiriendo una gran experiencia en guerra urbana asimétrica.

En el Medio Oriente de hoy, la era del clásico actor estatal ha estado en declive por algún tiempo, y el poder del actor no estatal (o el actor subestatal, dependiendo de cómo se mire) está en ascenso.

El problema es que estos actores más nuevos pueden ejercer un control total sobre los territorios que gobiernan, pero se vuelven casi invisibles cuando eligen hacerlo. Esta habilidad no solo les sirve en el frente militar. Como demostraron los recientes acontecimientos en Gaza, también es extremadamente útil en los ámbitos de la diplomacia y la influencia pública.

Hamás ha reconocido que la mayoría de las víctimas de los últimos enfrentamientos fronterizos eran en realidad sus propios miembros vestidos de civil. Algunos estaban armados. Intentaban liderar una infiltración masiva dirigida contra las comunidades israelíes cercanas y las posiciones militares. Durante los disturbios masivos, las células de Hamás utilizaron civiles como cobertura para los ataques de disparos transfronterizos contra unidades de las FDI, mientras otros colocaban artefactos explosivos.

Operar entre civiles es el sustento cotidiano de este tipo de organización armada, y crea serios dilemas para las FDI.

En el sur del Líbano, uno de cada tres hogares civiles funciona como instalación de almacenamiento de armas de Hezbolá. En la Franja de Gaza, Hamás, durante las últimas rondas de escalada, disparó cohetes de superficie a superficie contra ciudades israelíes desde hospitales, escuelas y barrios residenciales civiles.

Los días en que las Fuerzas Armadas israelíes podían hacer un seguimiento de los ejércitos enemigos convencionales -cuando podía contar los tanques de la otra parte y controlar su fuerza aérea- han desaparecido.

Hoy, los altos comandantes militares de Israel hablan de la necesidad de tratar con “los enemigos invisibles modernos”. Estos son ejércitos guerrilleros-terroristas altamente organizados que merodean en áreas urbanizadas. Están formados por las fuerzas de infantería; arsenales de cohetes, lanzadores de mortero y drones; misiles antitanque; túneles de combate; y cantidades masivas de armas de fuego automáticas.

Para hacer que estas amenazas sean más visibles, las Fuerzas de Defensa de Israel están desarrollando la capacidad de desplegar una red de sensores, en el suelo y en el aire, que pueden recoger una amplia gama de inteligencia electrónica, de comunicaciones y de señales sobre la actividad enemiga.

Organizaciones como Hamás y Hezbolá han tomado la decisión estratégica de descentralizarse, pero aún tienen lo que los comandantes de las FDI describen como “centros de gravedad” que pueden ser atacados.

Además, las FDI están equipando sus fuerzas con una gama de nuevas armas inteligentes de alta tecnología diseñadas para atacar objetivos con precisión mientras minimiza el daño colateral. Tales armas, respaldadas por inteligencia avanzada, pueden contribuir en gran medida a ayudar a las FDI a enfrentarse al campo de batalla del siglo XXI.

No hay indicios de que ningún actor en el área esté actualmente buscando una confrontación importante. Pero aunque esto sea poco probable, la región explosiva e impredecible podría verse arrastrada a un conflicto en cualquier momento. Si eso ocurre, la FDI estará mejor preparada que en el pasado para lidiar con sus enemigos invisibles.

Sin embargo, la comunidad internacional, al parecer, continuará siendo susceptible a la manipulación de estos actores radicales no estatales y su capacidad para hacerse desaparecer cuando sea conveniente.

Yaakov Lappin es investigador asociado en el Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos. Se especializa en el establecimiento de defensa de Israel, asuntos militares y el entorno estratégico de Medio Oriente.

Fuente: Besa Center – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío