Enlace Judío México.- El gobierno sirio de Bashar al-Assad ha sido acusado de utilizar armas químicas, bombas de barril y torturas contra su propio pueblo durante una guerra civil de siete años.

NICK CUMMING-BRUCE

El lunes, asumió la presidencia rotatoria de la Conferencia de Desarme respaldada por las Naciones Unidas.

La medida fue recibida con indignación por parte de los gobiernos occidentales, pero era poco lo que podían hacer para evitar que Siria asumiera el control del único organismo multilateral permanente para negociar acuerdos de control de armas durante cuatro semanas.

La estructura de liderazgo se estableció para evitar que las principales potencias dominen el foro, y con Siria siguiendo a Suiza en la lista alfabética de los estados miembros, se despejó el camino para lo que el embajador de los Estados Unidos en la conferencia, Robert Wood, calificó como “uno de los días más oscuros “en la historia del foro.

Matthew Rowland, el embajador británico en la organización, dijo que “lamenta el hecho de que Siria asuma la presidencia de la Conferencia de Desarme, dado el constante y flagrante desprecio del régimen por las normas y acuerdos internacionales de no proliferación y desarme“.

La conferencia fue creada en 1979, y uno de los tratados más importantes que negoció fue la Convención de Armas Químicas de 1993, que prohíbe la producción, el almacenamiento o el uso de armas químicas.

Siria se sometió formalmente a la convención en septiembre de 2013, menos de un mes después de que un ataque con sarín en Ghouta causara la muerte de 1.400 personas. Bajo un acuerdo negociado por los Estados Unidos y Rusia, entregó las existencias de agentes químicos utilizados en la producción de gas sarín y otras armas, pero los ataques posteriores del ejército sirio endurecieron las sospechas de que no había entregado todo su arsenal.

Los investigadores de las Naciones Unidas dijeron que habían documentado más de 30 ataques con armas químicas del gobierno sirio desde el comienzo de la guerra civil, incluido un ataque con agentes similares al sarín en abril de 2017 que mató al menos a 83 personas.

Ese ataque llevó al presidente Trump a lanzar docenas de misiles Tomahawk contra la base aérea militar siria desde la cual se llevó a cabo el ataque.

El mes pasado, Estados Unidos, en coordinación con sus aliados europeos, llevó a cabo otra ronda de ataques aéreos, después de lo que dijo fue un ataque con armas químicas en un suburbio de Damasco controlado por los rebeldes.

Es poco probable que el liderazgo de Siria en el grupo de desarme tenga mucho efecto: el organismo no ha podido ponerse de acuerdo sobre un programa de trabajo durante la última década. Pero una presidencia ocupada por un gobierno que ha usado armas químicas contra civiles es, sin embargo, un golpe a la imagen pública del grupo.

El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, al revelar una agenda para el desarme en Ginebra la semana pasada, reconoció que no podía hacer nada para cambiar la presidencia siria de la conferencia.

El grupo no es un organismo de las Naciones Unidas, aunque se reúne en la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, pero expresó la esperanza de que no perjudicara los esfuerzos de desarme del grupo.

Gran Bretaña también reconoció que no podría hacer nada para detener la presidencia de Siria, ya que cambiar las reglas de la conferencia requeriría un consenso entre los 65 miembros.

En cambio, prometió que “garantizaría que la Presidencia siria no pueda infligir daños a la labor de la Conferencia de Desarme y sus órganos subsidiarios“.

Fuente: The New York Times – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío