Enlace Judío México.- El Dr. Roberto Justus es profesional de la física, el violín, el tenis y también de la ortodoncia. Es conocido por varias generaciones de pacientes, estudiantes, profesores e investigadores de ortodoncia en casi todo el mundo. En realidad, Justus lo arregla todo, pero en el consultorio solo la dentición.

MORRIS STRAUCH

El Dr. Justus es postgraduado MSD en Ortodoncia de la Universidad de Washington, desde 1968, y certificado por el American Board of Orthodontics ABO, en 1990 y 2001. Es profesor de ortodoncia de pregrado de la Universidad Tecnológica de México, UNITEC, desde 1973, y Profesor y Director de Investigación del Departamento de Postgrado de Ortodoncia de la Universidad Intercontinental, UIC, desde 1990. Es fundador y examinador del Consejo Mexicano de Ortodoncia desde el año 1998, y coeditor del Gazette de la Federación Mundial de Ortodoncistas, 2001-2015.

Es miembro del Consejo Editorial del World Journal of Orthodontics, y revisor del American Journal of Orthodontics. Es examinador del Examen Clínico del American Board of Orthodontics, desde el año 2002, y presidente del College of Diplomates del American Board of Orthodontics, CDABO, 2003-2004, y presidente de la World Federation of Orthodontists, 2010-2015. En el año 2002 Justus recibió el “Premio Excelencia”, otorgado por la Asociación Mexicana de Ortodoncia. En el año 2011 recibió del ABO el premio Dale B. Wade Award. Fue seleccionado como el 2012 Kokich-Shapiro Visiting Scholar de la University of Washington, y en el 2013 recibió de la American Association of Orthodontics Foundation AAOF el premio Louise Ada Jarabak Memorial International Orthodontic Teachers and Research Award.

Tiene varias publicaciones clínicas y científicas en revistas de investigación y de ortodoncia, y capítulos en 3 libros de ortodoncia. Es el autor del libro de texto de ortodoncia titulado “Iatrogenic Effects of Orthodontic Treatment, Decision-Making in Prevention, Diagnosis and Treatment.”

El Dr. Roberto Justus da conferencias de ortodoncia por todo el mundo. En diciembre 2017 platicamos frente al micrófono:

MS – ¿Tus padres donde nacieron?

RJ – En Budapest, Hungría, llegaron a México en 1938. Mi padre era dermatólogo, mi madre tenía su título de cosmetóloga, le ayudaba a él cuando llegaron a México. Cuando vinieron mi padre no podía ejercer, porque los médicos extranjeros tenían que revalidar estudios en México. Además tuvo que aprender primero el español.

Salieron en 1938 de Budapest a Nueva York, y un primo de mi papá que vivía en México le dijo: “Vente para acá, es un país hermoso.” Él era un ingeniero agrónomo, se había mudado de Budapest en 1928. Mis papas decidieron aceptar la invitación y se alojaron en casa del primo. México les encantó, por lo que ya se quedaron, y yo nací 5 años después, en 1943.

MS – ¿Dónde vivían en ese entonces?

RJ – Mi recuerdo es que ellos vivían en el centro, acuérdate que en 1938-39 la Alameda eran las afueras de la ciudad. Mi papá puso su primer consultorio en el centro y luego se mudó a Vallarta 1, donde está el Monumento a la Revolución. Si recuerdo bien hay ahí un edificio de nombre Alberto, y ahí puso su consultorio. No tengo memoria de haber conocido el consultorio del centro, pero el de calle Vallarta, sí. Ahí trabajó como dermatólogo 20-25 años, y cuando yo puse mi consultorio en Ejercito Nacional 530 en el 5to piso, como al año o dos él se mudó al tercer piso de ese mismo edificio. Todavía trabajó unos dos años antes de fallecer de un infarto al corazón a los 75-76 años, eso fue en 1981.

Mi primer recuerdo donde vivíamos fue en la calle de Aguascalientes, durante unos cinco años. Mis papás compraron un terreno en las Lomas, en la calle de Manrique de Zúñiga. Poco a poco construyeron una casa y nos mudamos allá, todavía había muchos terrenos baldíos, era una colonia despoblada, no como ahora. Ahí crecí, tenía mi pandilla, éramos niños de la calle, no había ningún peligro, no pasaban autos a alta velocidad, jugábamos futbol, andábamos en bicicleta en la calle, estaban de moda los patines. Luego vino la época de las motonetas, Puch, Vespa, Lambretta, entonces yo tenía la mía, naturalmente.

MS – ¿Hasta qué edad tuviste motoneta?

RJ – Me la quedé hasta los treinta y tantos, pero ya no la usaba. Me la regalaron a los 13-14 años, llegué a ir al colegio en ella. Me caí varias veces, me fracturé mano, me fracturé pie… total, el andar en moto te da un shock de adrenalina buenísimo.

Las motonetas tenían carburador, bujía,… pero muy rudimentario.

MS – ¿Ahí empezaste con la mecánica?

RJ – Mi papá arreglaba todo: Lo eléctrico, coches, refrigeradores, le metía mano a todo… y de tal palo, tal astilla. Sí yo tengo que contratar a un plomero para que venga a arreglar algo a la casa para mí ya representa una señal de derrota, mi ego baja… igual si tengo que llevar mis carros antiguos con un mecánico.

El hecho de que tuviera motoneta me permitió aprender mecánica automotriz, me volví un experto en desarmar y limpiar carburadores, pero no voy a armar y desarmar un motor completo.

MS – Yo me metí de asistente de mecánico, siempre he estado con los autos, desde niño también.

RJ – Pero ahora los autos modernos ya son todo electrónico, ya estamos perdidos, por eso me aferro tanto a mis autos de carburador.

En nuestro viaje de bodas llegamos en 1966 a San Diego, compré un coche usado y yo sabía que íbamos a viajar desde San Diego hasta Seattle e íbamos a necesitar refacciones. Compramos un Oldsmobile V6 usado, era novedosísimo, se me hizo buen carro y me salió muy bueno. Yo llevaba mi compresímetro, llegaba y les preguntaba en los lotes de autos usados qué autos tenían en venta, les quitaba las bujías y les media la compresión, y éste Oldsmobile tenía 120 parejo en todos los cilindros.

MS – Éste es el bueno.

RJ – Pero antes de emprender un viaje a Seattle, de 1500 km o más, dije: Necesito la banda, necesito repuesto de la bomba, repuesto del carburador…

MS- Llevaste tu kit ¿Usaste algo?

RJ – No, nunca se descompuso, pero cuando llegué a la Oldsmobile les dije: – Quiero el diafragma y los checks de la bomba de gasolina para el Oldsmobile 1964.

Nobody changes the diaphragm anymore -ya nadie cambia el diafragma-… aquí está la bomba completa, vale $10 dólares.

MS – Querías desarmarla.

RJ – Porque son 8 tornillos o 10, la abres y tiras el diafragma, pones el nuevo… es trabajo de 5 minutos.

MS – Ahora todos son sensores y computadora, a veces sí está fallando algo puede ser un sensor de oxígeno, o del árbol de levas, o del cigüeñal.

RJ – Pero para eso necesitas escanearlo, entonces ya se volvió más complejo.

Mira, soy un do it yourself, sí se descompone la tele yo la desarmó y veo dónde está el problema. Sí mi computadora está rota de aquí, de allá, le quito los tornillos y veo cual es el problema.

MS – Cuando me llamas para arreglar tu computadora ya es una derrota.

MS – ¿Cuantos hermanos son?

RJ – Nada más una hermana mayor.

MS – ¿Cómo se llevan?

RJ – Muy bien, ella es un año mayor y también ayudaba a mi mamá en la cosmetología, tenía sus pacientes y los llevaba al consultorio de mi papá. Pero se mudó a los Estados Unidos, a San Diego y dejó de trabajar. Se casó con un compañero de la escuela, tuvieron 3 hijos y seis nietos, pero después de 20-25 años de casados se divorciaron, y otro compañero de su escuela, del cual era su amor platónico, enamorado de ella desde siempre, se enteró, le propuso matrimonio, y está felizmente casada con él.

MS – ¿Dónde estudiaste la educación básica?

RJ – De niño fui a un kínder, tal vez se llamaba Greengates, pero no recuerdo bien, lo que sí recuerdo es que estuve en el Colegio Americano los primeros 6 años. Ahí es donde aprendí inglés realmente, pero en esa época no era una escuela de mucha disciplina, estricta, de mucho estudio, y mi papá notó que yo me aburría en la escuela, es la verdad. Y como no estaba incorporada a la SEP, y se suponía que yo iba a estudiar una carrera en México, tenías que tener los papeles de secundaria de la SEP. O sea, estaba reconocida la primaria, pero no la secundaria.

Como en Hungría el segundo idioma era el alemán, mis papas hablaban húngaro y alemán. El colegió alemán Alexander von Humboldt tenía buena fama, disciplina, respeto; cuando entraba el profesor a la clase todos nos parábamos… Ahí estudié la secundaria y la preparatoria.

MS – ¿La comunidad húngara se reúne?

RJ – La colonia húngara en México era muy pequeña, había una sociedad húngara en México, se llamaba Club Emuna, donde se juntaban, pero luego desapareció.

Ya tendrá unos 8-10 años que la embajada de Hungría organiza reuniones un par de veces al año para celebrar la independencia, el día nacional, etc. Allí te encuentras con la gente que conociste de chico, los hijos de los amigos de mis papas, los nietos, etc. El embajador y su esposa son muy amables con todos, y ya un par de veces han invitado a mi hijo Adrián, quien es violinista, a tocar en nombre de la embajada. Hace unas 3 semanas estuvo en Monterrey en un recital de la embajada. Es bonito que la embajada reconozca a los descendientes de húngaros. La mayoría es comunidad judía húngara que llegó a México debido a la Segunda Guerra Mundial.

MS – ¿Cómo fue que te decidiste por la física y la odontología?

RJ – A mí siempre me fascinó la física y las matemáticas, yo quería estudiarlas.

Mi padre me decía:

– Te vas a morir de hambre.
– Bueno, entonces voy a ser médico.
– Son demasiados años, no te lo recomiendo, a ti te gusta trabajar con las manos, deberías ser dentista.

RJ – Mi papá tenía un amigo húngaro, dentista, y a mi papá también le gustaba trabajar con las manos, así que me recomendó odontología. Tomé un examen de aptitud en la Biblioteca Benjamín Franklin, o en la embajada de EUA, el cual era procesado por una computadora en la Universidad de Princeton. Los resultados se expresaban en una escala como del uno al veinte en diferentes áreas del conocimiento, de la de mayor a la de menor aptitud, en las que tendrías mayor probabilidad de éxito. A las 4-6 semanas llegaron los resultados y decían:

1. Profesor de matemáticas (o de física, no lo recuerdo)
2. Odontólogo.

¡No es creíble!

Entonces le dije:

– ¡Ya ves!

Y él me contestó:

– ¡Ya ves!

MS – Tu papá tenía mucha visión.

RJ –Mi papá era una persona muy inteligente.

Llegué a la UNAM a rectoría, a la planta baja a inscribirme, hice la cola y cuando tocó mi turno en la ventanilla me preguntó la señorita:

– ¿A qué escuela quiere inscribirse?
– A Odontología y a Física, o sea a Ciencias.
– No es posible, tiene que escoger una.
– Me gustan las dos, no estoy trabajando, en la mañana puedo ir a una y en la tarde a otra.
– Eso no está permitido por la ley de la UNAM, pero suba al último piso de Rectoría y hable con el Secretario General.

Dije: No me va a recibir, pero subí. Me acuerdo que estaba una secretaria con un escritorio grande en una recepción igualmente grande.

– ¿Disculpe señorita, está el Secretario General?
– ¿Que desea?
– Es que quiero estudiar dos carreras y no me permiten inscribirme. ¿Podría entrevistarme con el funcionario?
– Un momentito.

Se metió y al minuto salió

– Pásele.

Claro que llevaba un folder con mis calificaciones de prepa, de secundaria, etc. que le había dado a la secretaria y que el funcionario ya había revisado.

Entonces entré y quedé impresionado, una oficina enorme con vista al campus de la UNAM,…imagínate, como una visita al presidente de la república.

Me dijo:

– Siéntese.

-Así que usted estudió en el colegio alemán…

Eso le impresionó, vio mis calificaciones de secundaria y prepa, yo era matado, mi papá siempre me dijo:

– ¿Roberto, por qué estudias tanto?
– Sacar un diez, estudiando todo lo que estudias, es la calificación mínima. El chiste es no estudiar y sacar diez.

RJ – Que consejos de papá, ¿no?

MS – Cada vez me cae mejor tu papá.

RJ – Total, el Secretario General se impresionó de mis calificaciones y me dijo:

– “Aquí está mi firma autorizando que estudies el primer año…”

Porque en aquel entonces no era por semestre, sino por año.

– “…puedes estudiar las dos carreras, pero, la condición es que terminando el primer año me traes tus calificaciones para que vea si te autorizo los demás años. Porque si no tienes un promedio arriba de 8-9 vas a tener que escoger alguna de las dos.”

RJ – El primer año era como el segundo año de prepa de física y matemáticas, entonces casi ni fui a clases, fui a exámenes y así fue como pasé. Y estudiaba odontología mucho, porque esos dos primeros años de odontología son duros, mucha memorización, tienes todas las materias básicas, anatomía, fisiología, farmacología,…

Entonces fue maravilloso porque los dos primeros años que fueron fáciles en física, fueron difíciles en odontología, y los últimos tres años de odontología eran pura práctica, entregar trabajos manuales que podías hacer en la tarde o en la noche, mientras que los últimos dos de física eran muy difíciles. El último año de física tomé 2-3 materias recibiéndome al quinto año, en vez de cuatro, al mismo tiempo que de odontología que son 5 años la carrera. Si no, hubiera sido muy matado, y teníamos que hacer tesis. Fue un trabajo bastante intenso ese último año, y para que me aceptara la universidad de Washington -la cual todos los ortodoncistas opinaban que era la mejor- exigían tener el título. Cuando yo apliqué todavía no lo tenía, pero sí envié mis calificaciones y todos los documentos. Me dijeron:

Está usted aceptado, con la condición de que para junio tuvieran una copia del original del título; me aceptaron en enero y las clases empezaban en septiembre de 1966.

MS – ¿Entonces hiciste la maestría en la Universidad de Washington?

RJ – Como tenía muy buenas calificaciones, fui el promedio más alto, 9.8, me aceptaron en la Universidad de Washington. El jefe del programa era el Dr. Richard Riedel, una persona reconocida mundialmente en ortodoncia y a quien  le gustaba la música clásica, igual que a mí. Yo de chico estudié violín.

En aquella época ni te permitían mandar foto en tu solicitud para que no hubiera sesgo racial, nada más tu nombre y tus documentos. Supongo que entre los profesores de la Universidad de Washington deciden a quienes aceptan; en aquel entonces éramos unos 160 solicitantes al postgrado y solo aceptaban a 11. Entonces ser escogido de entre 160-180 solicitantes era un gran honor.

Luego, luego, cuando llegamos a la universidad, el jefe del postgrado nos dijo: Miren, ustedes fueron seleccionados entre los mejores de las solicitudes, por lo que aquí vamos a calificarlos si están dando el ancho, por lo que su currículum nos muestra. Porque no querían que estuviéramos los alumnos en competencia unos con otros, para que cada quien llegara a su potencial. Si llegué a ser buen ortodoncista fue gracias a esa universidad.

Sólo aceptan a los solicitantes número 1 y 2 de cada generación, por lo que los tienen que escoger por atributos adicionales: toca violín, compone autos, estudió una carrera simultánea,… Entonces ahí todo contó mucho, el que haya estudiado física, que sí tiene que ver con ortodoncia, porque hay vectores, fuerzas y momentos, así que mucho de la ortodoncia es física. Aunque no es un requisito para estudiarla, pero en mi caso si fue un plus.

MS – ¿Ya estabas casado?

RJ – Sí, yo conocí a mi esposa en la escuela de odontología, yo estaba en el tercer año y ella estaba en cuarto, y cuando la vi dije: “Esa va a ser mi esposa”, y así, tal cual, inclusive ella fue mi profesora.

– A pesar de que tenemos la misma edad, a ella la mandaron al kínder un año antes que a mí porque no la aguantaban en casa, era demasiado inquieta. Era tan brillante, sacaba tan buenas calificaciones que uno de los profesores le dijo: “Quiero que seas mi ayudante”, aunque todavía no era dentista. Cuando terminó ese año con él le dijo: “Quédate como mi asistente, estudias tu quinto año, pero me ayudas con los alumnos de cuarto.” Cuando llegué a cuarto año terminó siendo mi profesora porque era la asistente. Como el chiste de que sí quería sacar 10 me tenía que casar con la profesora, no hubo de otra.

MS – ¡Esa no me la sabía!

RJ – A pesar de que tenemos la misma edad, ella se recibió un año antes que yo. Como nos hicimos novios y ella puso su consultorio y yo trabajaba allí, los pocos pacientes que yo podía tener terminando la carrera, ahí los vi. Luego nos fuimos juntos a la Universidad de Washington, a ella la aceptaron en la especialidad de endodoncia y a mí en la de ortodoncia, tuvimos la suerte de que nos aceptaran a los dos. Es más, nuestro viaje de luna de miel fue ir a la Universidad de Washington, nos casamos el veinte de agosto de 1966 y entrábamos a la universidad en septiembre. Entonces volamos a San Diego, compramos un auto usado allá, y la luna de miel fue ir bordeando la costa desde San Diego, California, Oregon, hasta llegar a Seattle, precioso…

MS – Entonces el postgrado fue la Luna de Miel.

RJ – Extendida.

Al regresar pusimos el consultorio, tú lo conoces, tiene su área de ortodoncia y otra de endodoncia.

MS – Pero antes diste consulta en el de Yolanda…

RJ – Sí, ese estaba en la calle de Vértiz, Yolanda vivía en el sur, yo en el poniente, pero en esa época abrieron el Periférico. La gente tenía miedo de meterse al Periférico con los autos a 120 km/hr, no había límite de velocidad. Yo hacía 12 min a la UNAM, entonces podías tener novia en el sur, el amor no se acababa en el Viaducto, no, en esa época sí era maravilloso.

MS – Sí, a mí me tocó en Calzada del Hueso, de Toreo a Coapa.

RJ –Yolanda estaba en Xotepingo, donde está el cruce de Tlalpan y División del Norte, yo hacía 12 min, más otros cinco por Taxqueña para llegar a visitarla. Luego nos casamos, fuimos a la Universidad de Washington, y una vez recibidos montamos nuestro consultorio en la colonia Polanco. En aquella época había poca competencia, muy pocos ortodoncistas. El número de pacientes del consultorio afortunadamente creció muy rápido. Me solicitaron como profesor en la UNAM, y en la UNITEC, en el año 70, desde entonces mi vida ha girado en torno a la ortodoncia, a la enseñanza y a los pacientes.

MS – ¿Cómo empezó Adrián con el violín?

RJ – Yo había estudiado violín de chico, y Yolanda y yo queríamos que los hijos también lo aprendieran. Adrián tenía unos cinco años, Tammy era muy chica todavía, así que se convirtió en una actividad de los varones de la casa. Como yo, mis hijos también crecieron acompañados por la música clásica.

El violinista Isaac Yvker, padre de una de mis pacientes, me dio su tarjeta como profesor de música, pero en realidad no daba clases, era violinista de la Orquesta Filarmónica de la UNAM. Él me recomendó al profesor Roberto Vaska, un violinista de Checoeslovaquia y entonces empezaron los niños a tomar clases con él los domingos, pero me dijo:

– “Yo no doy clases a niños, yo doy clases a adultos, sí usted toma la clase yo le puedo decir qué deben tocar los niños.”

Le dije que yo tocaba violín, pero hace 20 años no lo hacía; después me fue dando notas de canciones conocidas…

MS – El papá de Isaac Yvker sí daba clases, le dio clases a mi abuela y a mis tías. El hijo, David, creo que sí da clases, la nuera es maestra, David dirige coros, da clases de canto, de piano… El violinista Isaac Yvker, que no daba clases, fue mi alumno de computación.

RJ – Que chiquito es el mundo.

Entonces yo llegaba todas las noches a tocar violín, después de trabajar duro todo el día, porque el domingo teníamos clase con Vaska. Tomé clases con él como diez años, toqué de los 38 a los 48. Entonces los hijos mejoraron a tal grado que uno de ellos quiso ser violinista, y Vaska ya le daba clase individual.

El mayor, Mauricio, el tenista, dejó el violín, y llegó a ser 8vo nacional en tenis, a los 12-13 años. Adrián siguió con el profesor Vaska hasta que este murió, ahí yo ya le perdí el interés de seguir y mi hijo ya tocaba muy bien, y yo ya no tenía la energía.

Yo admiro mucho a Adrián porque le ha metido muchas ganas y muchos años de estudio, qué te puedo decir… es considerado por los críticos como el mejor violinista mexicano.

Tú sabes que el deporte, el violín, y la música clásica son mis hobbies, entonces mis hijos heredaron una cosa cada uno. Lo chistoso es que Tamara, mi hija ortodoncista, tres años menor que Adrián, ahora está jugando tenis, clasificada 4.5, profesional es 5. Representa a su club, ganó el torneo de Oregon, es campeona estatal, se fue a los nacionales de Estados Unidos, ganaron un partido, perdieron otro y no pasaron a la final.

MS – Entonces Tamara heredó el tenis y la ortodoncia, Adrián el violín y Mauricio el tenis.

RJ – Sí, Mauricio mi hijo mayor, tiene un MBA de la Harvard Business School y es un empresario mexicano exitoso en la producción de energía verde. Ha sido conferencista en varios foros de energía renovable tanto en México como en el extranjero. Aún juega tenis en el CDI en la categoría doble A, o sea, es de los buenos.

MS – Sí, es lo que he oído.

RJ – Tan es así que ha participado en tenis en varias macabiadas. En Argentina 2011 ganó medalla de plata en mixtos con su esposa Ileana Jinich. En Chile 2015 ganó 2 medallas de bronce, una en singles y otra en dobles. Ahora, con las macabiadas del 2019, cuya sede será en México, Mauricio e Ileana se están preparando con mucho entusiasmo.

Mis hijos me han dado 12 nietos.

MS – ¿Cómo nació el tenis en tu vida?

RJ – Me gustaba el deporte competitivo, yo corría los 100 mts. en 11.2-11.8s, pero cuando sabes que se corre en 10s, ya estas cerca.

MS – En México el récord nacional debió estar muchos años en 10.4-10.5, si corrías entre 10.7-11.2, estabas en la final, yo me dediqué al atletismo 11 años.

RJ – Total, que en la Universidad de Washington, a uno de mis compañeros le gustaba mucho el tenis, y a mí también; jugaba mal, pero ahí estábamos. Cuando regresé a México comencé a jugar en el CDI, y Mario Llamas, que era el entrenador, me ayudó un año a mejorar mi tenis, él era Copa Davis.

Entonces Sulkin, con quién yo jugaba, me dijo: “Tú tienes que ir con el pajarito.”

Yo pensé que me estaba albureando.

El Pajarito Reyes era entrenador aquí en el CDI, pero se fue al Mundet. Yo lo conocí después que a Mario Llamas. El Pajarito era mayor que Llamas, quien tenía 50-55 cuando el Pajarito ya estaba en los 70s. Al Pajarito Reyes le decían Pajarito porque parecía que volaba como pajarito, él era también Copa Davis y él fue quien me enseño en el Mundet, a tal grado que después de 3 meses de tomar clases salté de categoría C a categoría A. Porque cuando empiezas lo haces como novato, categoría C, si ganas, pasas a la B, si ganas la B, pasas a la A. Y llegué a ganar inclusive el torneo interno de la categoría A, representando al CDI en muchos torneos del DF, interclubs, etc.

MS – ¿De cuántos años fue tu carrera de tenista?

RJ – De tenista hasta que me tuvieron que operar de la cadera, hace unos 6-7 años, o sea jugué hasta los 58-60 años.

Disciplinado, yo era de los que jugaba 5-6 veces a la semana. Sigo dando clases de ortodoncia los viernes, y escogí ese día porque el CDI está cerrado los viernes. Fuera de eso venía todas las mañanas a las 6:30-7:00 a jugar tenis con mi grupo. Empecé a jugar a los 26, cuando regresé a México, ya empecé a tomar el tenis más en serio, comencé a conocer gente, jugaba con el Dr. Melnik, ¿te suena un dentista Melnik?

MS – Si, si…

RJ – Yo jugaba con él, pero sin tomar ni una sola clase, no es lo recomendable. Lo recomendable es primero tomar clases y luego ponerlo en práctica ya con tus amigos. Yo comencé al revés, con unas mañas, cortando la bola, echando globos, o sea, sin técnica. Eso me dio excelente condición física en piernas porque sin técnica tenía que correr para todos lados. Entonces el Pajarito me enseñó a tirar golpes en serio, golpes de tenista, golpes ganadores; yo era un regresador de bolas y acabé, gracias al Pajarito, siendo un castigador de bolas.

MS – ¿Competitivo cuánto fue, unos diez años?

RJ – No, yo entraba a torneos a los 55 todavía, hay categorías, 18 y mayores, masters,… Fui a la Macabiada Mundial en Israel, representando a México en 1969, gané mi primer partido y el segundo me tocó jugar contra un sudafricano y como en aquel entonces tenían Apartheid, México no podía jugar contra Sudáfrica, me indicaron que tenía que marcar default y no presentarme. Entonces renté un auto y me fui a conocer todo Israel durante una semana, con Yolanda, gracias a Sudáfrica.

MS – Entonces tienes cuatro carreras: física, violín, ortodoncia y tenis… la mecánica es hobby. Regresando a Adrián: ¿después de estudiar con Vaska con quien siguió?

RJ – Siguió con una maestra que se dedicaba a enseñar el violín a niños, se llama Yuriko Kuronuma tenía una academia con su nombre. Entonces tenía aproximadamente 100 niñitos tocando y los subía al estrado de la Sala Nezahualcóyotl a tocar, niños de 10-12 años, a Adrián le fascinó. Luego tuvo una gira a Japón en la que Adrián ya tenía unos 13 años y Yuriko era muy amiga de la esposa del futuro emperador, Akihito, la cual tocaba piano. Cada vez que Yuriko iba a Japón la invitaban a la residencia del emperador y tocaba con ella; le dijo: “Tengo un alumno brillante, quiero que lo conozcas”, y a los 13 años lo invitaron al Palacio del Emperador a tocar. En la última gira que hizo Adrián a Japón lo recibieron también y tocó con ella, con la emperatriz, que es pianista. Al emperador le gusta tocar el chelo.

MS – Adrián se roza con la nobleza…

RJ – Nosotros fuimos a dar una conferencia a un congreso muy importante en Japón, y fuimos como turistas al Palacio, pero no te dejan entrar. Yo quería decirle al poli: Oiga mi hijo estuvo aquí hace dos semanas y entró.

Así que Adrián estudió con Yuriko y luego fue a la Eastman School of Music en Rochester NY, y sacó la licenciatura, duró 4 años ahí. Luego un año estuvo en Inglaterra en el Guildhall School of Music, y luego fue a Israel a súper especializarse con una maestra rusa que iba con frecuencia de Moscú a Tel Aviv, y ahí hizo su vida Adrián. Se casó, tuvo hijos, y se quedó en Israel.

MS – ¿De la Eastman a qué edad se tituló Adrián?

RJ – Veintiuno, veintidós, y ganó el certificado del alumno con mayores logros en violín, así que le auguraron un gran futuro. Su profesor le recomendó que fuera un año al Guildhall School of Music y después a Israel.

MS – ¿La práctica ortodóncica cómo fue?

RJ – Tuvo un éxito muy rápido, repito que habíamos pocos ortodoncistas, y una gran demanda. Puse el consultorio en Polanco, en Ejercito Nacional, y el primer año ya estaba trabajando tiempo completo. Yo tenía 11 compañeros de la Universidad de Washington y creo que el que más éxito tuvo desde el punto de vista de pacientes fui yo. Porqué un médico para tener éxito en todos los aspectos, éxito económico, éxito profesional, éxito ante su asociación, pues tiene que ser una persona ocupada y con pacientes, para perfeccionar su técnica.

Al salir de la universidad tienes todo en la cabeza, pero lo tienes que aplicar en pacientes, que el resultado sea de un standard elevado ¿no? O sea, la ortodoncia es complicada, no se trata nada más de un diente o dos. Un dentista trata uno o dos dientes cariados, un ortodoncista trata 32 dientes, que correspondan los de abajo con los de arriba, y que la cara tenga un buen aspecto, una buena sonrisa. Estas hablando de mucha disciplina para llegar a ser un buen ortodoncista, entonces el hecho de que tengas muchos pacientes, y habiendo egresado de un buen postgrado, te permite llegar a esos estándares. Pero si tratas tres pacientes por año, ¿qué tanta experiencia tienes en tratar pacientes? Yo trataba 400-500 pacientes por año, entonces adquieres experiencia muy rápido si tienes numerosos pacientes.

El problema actual es que hay tanta competencia que el ortodoncista, aunque está bien entrenado, está haciendo odontología también para poder sobrevivir. Entonces cuantos años de práctica le va a llevar para que llegue a ser buen ortodoncista si el 50% del tiempo sigue haciendo lo que hacía antes de estudiar ortodoncia, o sea, hacer cavidades, obturaciones, puentes, coronas, extracciones,… eso le quita la práctica de ortodoncia.

MS – ¿Qué área es tu favorita en ortodoncia, cual es la que más te gusta?

RJ – Mira la ortodoncia tiene 3 aspectos, ortodoncia significa orto, derecho, ortogonal y dontos es diente, ortodoncia significa enderezar dientes. Mucha de la ortodoncia es ortopedia porque si la maxila, el hueso de arriba, y la mandíbula, no armonizan, la mordida no puede corresponder. Por lo tanto tienes que aprovechar el crecimiento para que poco a poco, con el crecimiento mandibular, alcance al maxilar, o al contrario, si la mandíbula está más desarrollada, ¿cómo desarrollas el maxilar para que coincidan los dientes? Entonces eso se llama ortopedia. Ortodoncia es con brackets, alambres, mueves dientes, los acomodas; ortopedia es que crezcan las quijadas, tanto maxila como mandíbula de tal manera que armonicen, y eso tiene un gran impacto en el perfil, en la cara.

Si tienes la mandíbula chica, o sea la famosa cara de pajarito, entonces empieza el bullying en la escuela, que es terrible, y si alguien tiene una quijada para atrás, le falta mentón, entonces lo detectan inmediatamente los compañeros y está sujeto a bullying. Sí tú me preguntas cual es mi especialidad en el consultorio yo te diría, elevar la autoestima de los pacientes. ¿Cómo? A base ortodoncia, u ortopedia, si el caso es muy severo. Entonces si tú me preguntas cual te gusta más, bueno, tengo que aplicar medidas ortodóncicas o medidas ortopédicas, que es el arco facial, que le llaman freno de caballo, fuerzas ortopédicas para modificar el crecimiento. Por ejemplo, una modificación de crecimiento que hacían los Mayas era entablillar el cráneo de sus hijos para que tuvieran cráneos oblongados y no redondos. En China las mujeres ataban los pies de sus hijas para que tuvieran los pies chicos, todo eso es ortopedia.

MS – ¿Hasta qué edad?

RJ – Mientras haya crecimiento; si ya no hay crecimiento es cuando entra el tercer aspecto de la ortodoncia que es cirugía ortognática. Orto, derecho, gnatos, es quijada, entonces cirugía ortognática es que los gnatos, las quijadas de arriba y de abajo coincidan. Ése es un paciente ortognático, entonces sí está retrognático y ya es adulto, no queda más que cirugía; y si es prógnata, lo cual se hereda, hay que operar, si ya es adulto. Ya tienes que recurrir a cirugía, con un cirujano, yo no soy cirujano, yo preparo los dientes para que cuando el cirujano opere coincidan las quijadas con los dientes. Entonces la labor del ortodoncista es como el director del equipo, él es el que dice: Mira, primero necesito que te obturen estas caries, luego necesito que te extraigan estos dos premolares, eso lo hace el dentista. Luego vienes conmigo, te pongo los brackets, te preparo para que el cirujano pueda tener éxito, después de un año o dos te mando con el cirujano y él va a operar lo que le voy a indicar. Generalmente es maxila, mandíbula o mentón, o los tres.

Entonces mi especialidad es muy interesante, porque ¿qué diferencia hay entre una carie y otra? La ortodoncia tiene un aspecto mucho más retador, mucho más interesante, estás hablando de la psique del paciente, de elevar su autoestima, de que muerda correcto, de que no su burlen de él, de que haya eficiencia masticatoria, de que tenga una sonrisa atractiva, de que se sienta con libertad de sonreír y no que esconda sus dientes porque los tiene salidos, torcidos, etc.

Yo ya tengo setenta y tantos años y estoy igual de motivado de tratar pacientes como hace 50 años.

¿Por qué?

Porqué esta especialidad es tan bonita.

MS – ¿Hay algún caso que recuerdes que quieras mencionar en especial?

RJ – Mira, como doy clases los casos que trato, que veo que pudieran tener valor académico o clínico para otros clínicos los documento. O sea, a todos los pacientes les tomamos fotos, radiografías, cefalogramas, panorámicas, serie radiográfica, modelos, por lo tanto, tengo todos los documentos de cada paciente, al principio y al final de cada tratamiento. Puedo presentarlo ante el público y decir: miren, así es como comenzó este tratamiento, éste es el diagnóstico, éste es el plan de tratamiento que propuse, el paciente lo aceptó, vean el resultado, ¿qué podemos aprender de este caso, cual es el mensaje? Entonces, como documenté, esos registros son sagrados, deben tener buena calidad, las fotos deben de ser perfectas, nada fuera de foco, nada de manchas, todo perfecto. Bueno, entonces tu documentas eso, lo pones en tu computadora, en PowerPoint, y te invitan a dar una conferencia, y das una conferencia en la Asociación de Ortodoncistas del DF, y alguien que casualmente es de Cuernavaca, de Acapulco, de Sinaloa, que casualmente estuvo en el DF, dice: “Dr. qué buen mensaje dio, ¿no quiere ir usted a los Mochis?” Es que esa es historia real; como tomaba buenas fotos, daba el mensaje, la gente aprendía, ya no eran invitaciones a los Mochis, o al Congreso Nacional, que este año iba a ser en Querétaro, ya empezaron invitaciones de Latinoamérica, porque muchos latinoamericanos nos ven a los mexicanos como el hermano mayor. Entonces vienen de Argentina, vienen de Perú, no hay país de Latinoamérica que no haya ido a dar un curso, absolutamente todos los países de Centroamérica y Sudamérica. He estado en Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay,… you name it. En Brasil he dado conferencias en 15-16 ciudades, Brasil es enorme. Si ya diste conferencias en Perú, Chile y Argentina, etc, entonces como tienen mucho contacto con los europeos llegan invitaciones para dar cursos en Europa.

MS – ¿Pero cada una de estas conferencias te toman 3-4 días fuera del consultorio?

RJ – De nuevo, la disciplina te enseña… ahorita voy a dar un curso en Noruega, entonces es un gran honor que una asociación noruega de ortodoncistas haga su congreso anual, y el único invitado voy a ser yo. Que te den un foro de día y medio, dos días, para dar todo tu material, todas tus diferentes conferencias… Bueno, tú me preguntabas cual aspecto de la ortodoncia te gusta más, si voy a dar un curso me tiene que gustar todo lo que tengo que abordar, cirugía ortognática, ortopedia y ortodoncia, ¿si me explico? Entonces la disciplina te enseña que tienes que llegar dos o tres días antes del congreso, seminario o curso, porqué si el avión por la nieve no puede aterrizar, y aterriza en Londres en lugar de Oslo, y tardas dos días en conseguir otro vuelo… Esos señores ya pagaron estancia, hotel, auditorio, etc., entonces el mínimo respeto que debes tener hacia los organizadores es no llegar la noche anterior y además quedarte dormido en tu conferencia.

RJ – Ahora te voy a contestar tu última pregunta.

Tienes que llegar dos tres días antes para pasar el jet-lag, estar fresco y hacer tus pruebas de proyección en el salón donde vas a hablar. Es importante conocer el salón de conferencias antes de que llegue la audiencia; es como un concertista, llega a la sala y no quiere público, quiere probar qué tanto proyecta el sonido, porque cada sala es diferente. Entonces voy a llegar a Oslo, voy a hacer el test la noche anterior, tendré que hablar dos días seguidos, manteniendo el interés del público. Tú preguntas: ¿Y quién paga, cómo compensas que estás fuera del consultorio siete días? Porque te lleva dos o tres días llegar, descansar, impartir tu conferencia un par de días y ahora acabas rendido, no estás listo para regresar al siguiente día, necesito un día de descanso. Ahora regresas a México, otra vez son 15 horas de vuelo, un jet-lag tremendo y tienes que llegar a trabajar al otro día atendiendo pacientes. Entonces es un sacrificio grande el que hace el conferencista.

Tu pregunta: ¿Tú dejas tu consultorio a cambio de qué?

Estas dejando pacientes, están demandando tu presencia y tu estas allá en otra parte del mundo, pero tu desarrollo como profesional… el que más aprende dando conferencias es el expositor; tuvo que haber leído, estar al día, entonces eso le beneficia a los pacientes, y escuchas las preguntas que te hacen los que asisten, te dan ideas nuevas, escuchas las investigaciones nuevas que están haciendo y regresas a decirle a tus alumnos: Hoy en Noruega están investigando esto, les traje este artículo; promueves nuevas investigaciones.

Entonces si llegué a ser presidente de la Federación Mundial de Ortodoncistas es en gran medida porque di conferencias y cursos en tantos países alrededor del mundo, antes de ser presidente de la Federación. Muchos me preguntan: ¿Oye, por presidir la federación eres tan conocido alrededor del mundo…? No, es al revés, me conocieron en conferencias, en cursos, me respetaron, acabé siendo parte de la mesa directiva de la federación mundial, y me respetaban tanto mis compañeros que me eligieron como presidente.

MS – ¿Cuándo fue eso?

RJ – Comencé siendo miembro del Comité Ejecutivo en el 2000, son cinco años que representas a tu región a la que pertenece México, es la región de América del Norte. Las organizaciones afiliadas a la Federación Mundial de Ortodoncistas están divididas en seis regiones: África y Medio Oriente, Asia Central y Oriental, Centro y Sudamérica, Europa, Norteamérica, y Sudeste Asiático y Oceanía. En Norteamérica, tan solo Estados Unidos tiene 8000 ortodoncistas, más quinientos de Canadá y quinientos en México, es una región que tiene 9000 especialistas, entonces tiene 2 representantes ante la federación mundial. Centro y Sudamérica tienen menos miembros, por lo que tienen un solo representante en la mesa directiva. Europa tiene dos representantes,… etc. En total son 11 miembros en la Mesa Directiva.

RJ – Si tú me preguntas cual ha sido el máximo galardón u honor que he recibido, pues sí diría haber sido presidente de la WFO durante cinco años. ¿Por qué dura cinco años la gestión? Porque normalmente un presidente dura uno o dos años. Las asociaciones cambian sus presidencias cada dos años, en Estados Unidos es cada año, en México cada dos años, la mayoría son cada dos años. ¿Qué hace que sea cinco años la presidencia? Que los congresos mundiales son cada cinco años, ¿Y quién lo organiza? Bueno el presidente es el responsable de que haya un congreso exitoso, bien asistido, que los fondos se acrecienten, que no haya corrupción. ¿Si me explico?

Eres presidente cinco años porque cuando entras, al segundo año ya tiene que salir la convocatoria para las asociaciones de organizar el congreso, cualquiera lo puede organizar. Entonces presentan su solicitud: Por ejemplo, queremos organizar el próximo congreso en Singapur. Muy bien, ¿Qué facilidades tienen, tienen un auditorio para 3-5 mil personas, hay hoteles, infraestructura, hay aeropuertos que pueden acomodar 10 mil asistentes, miembros más esposas/os, cónyuges? No cualquier asociación tiene la capacidad como para poder organizarlo.

El congreso donde yo fui presidente fue en Londres en 2015, organicé ese congreso y entregué la presidencia al final del mismo. El primer congreso fue en San Francisco, el segundo fue en Chicago, el tercer congreso fue en Paris, el cuarto fue en Australia, que fue cuando yo entré como presidente, en Sídney, y a los 2 años de mi presidencia fue escogido Londres como la sede del próximo congreso. Fue necesario elegir y contratar el centro de convenciones, imprimir los panfletos, que ya implica una gran labor y mucho dinero invertido. La sociedad inglesa de ortodoncia fue la que organizó este congreso bajo supervisión mía y de mi comité ejecutivo, para asegurar el éxito, haciendo promoción en todo el mundo.

El próximo congreso va a ser en Yokohama en el 2020. Ya salió la convocatoria para elegir a los organizadores del congreso del 2025, y fue elegido como sede la ciudad de Río de Janeiro, Brasil. Todos estos congresos tienen que estar organizados perfectamente para asegurar el éxito.

MS – El de Yokohama toca el año de la Olimpiada de Tokio.

RJ – El congreso será en septiembre.

MS – Si, la olimpiada debe ser entre julio-agosto.

RJ – Ha sido un gran honor presidir a la Federación Mundial de Ortodoncistas, pero he recibido otros muchos grandes honores: la Asociación Americana de Ortodoncistas me dio un reconocimiento a mi carrera, el Consejo Americano de Ortodoncistas, que es un consejo examinador, también me dio un premio de mérito a mi carrera, y la Asociación Mexicana de Ortodoncia me otorgó el Premio de Excelencia, en el año 2002. En Washington DC, este año la WFO me dio un reconocimiento por la labor que realicé del 2005 al 2010 en la formación de Consejos Ortodóncicos alrededor del mundo.

En el 2014 una importante compañía editorial alemana me invitó a escribir un libro de texto de ortodoncia. Cada año me invita la Asociación Norteamericana de Ortodoncia a darles una conferencia durante su congreso anual, al cual asisten de 15,000 a 20,000 personas. La conferencia tiene que estar basada en evidencia, no sólo mi opinión. Entonces es un honor que cada año me sigan invitando; en mayo voy a dar una conferencia en Washington DC, donde se va a llevar a cabo el próximo congreso anual. El año pasado fue en San Diego, el antepasado fue en Orlando. Es un gran honor porque en Noruega me invitan día y medio, ese es el congreso, y me van a dedicar día y medio de su atención a lo que yo diga, que es lo que dura su congreso anual, y soy el único invitado como conferencista. A veces van dos conferencistas, cuando eres el único es porque te consideran conocedor. Al congreso norteamericano invitan alrededor de 200 conferencistas y te dan 30 min para hablar; si no eres de los máximos te dan 10 min, el próximo congreso me van a dar 45min lo cual es un gran honor.

MS –Y hablando de ejercer ¿en tus planes está el retiro?

RJ – Espero que no. Tiene que haber, todo mundo nos vamos a retirar, pero mientras mis manos no tiemblen, mientras mis ojos vean bien, y me encante lo que hago, no tengo por qué pensar en retiro. Pero bueno, sé que un día de estos llega el momento en que físicamente ya no puedes y te tienes que retirar. Pero típicamente el retiro no es retiro, porque sigo siendo profesor, o sea, los conocimientos que adquiriste durante cincuenta años siguen siendo valiosos para los alumnos y colegas.

RJ – Si tú me preguntas: ¿Cuál es el máximo honor que haya recibido?

Es ser examinador del American Board of Orthodontics.

¿Por qué? Tú te recibes como ortodoncista, tienes tu certificado de la especialidad, ya eres reconocido como especialista.

¿Pero cómo sabe el público que eres un buen especialista? Yo tuve once compañeros de la especialidad ¿Los once acabaron siendo destacados ortodoncistas reconocidos mundialmente? No necesariamente.

¿Cómo demuestras que eres buen ortodoncista?

Porque presentas casos clínicos, tienes que ser examinado, es voluntario, tú puedes o no someterte al examen, pero si quieres tener el certificado colgadito en tu consultorio: “Certified by the American Board of Orthodontics” tienes que presentar 10 casos, yo tuve que presentar diez casos, los que el Board especifica.

Por ejemplo, el Board te pide: queremos un caso con la quijada inferior retrognática -chiquita- queremos un caso quirúrgico, queremos un caso donde extrajiste cuatro premolares porque no cabían los dientes y queremos ver el resultado. Las raíces dentales deben estar paralelas, los dientes alineados,… etc. Había una época en la cual se tenían que presentar 10 casos clínicos, actualmente sólo se exige presentar 6 casos. Yo me sometí al examen y pasé a la primera, no todos pasan a la primera. Si no aprobaste tienes que traer otro caso en máximo 3 años y te mantienen los otros casos aceptados. Si te faltó un caso o dos, una vez que ya los presentas te dan tu certificado.

Muy bien, me dieron mi certificado, pasaron los años y ¡oh sorpresa! en el 2002 recibí una carta del presidente de la American Board diciendo: “Nos gustaría que fungieras ahora como examinador.”

Ya tengo ahora 16 años examinando candidatos.

El que a un mexicano lo hayan escogido como examinador de la American Board of Orthodontist es un gran honor para mí. Nunca ha habido, ni antes ni hasta el momento, otro examinador mexicano.

Tammy, mi hija, tuvo mucha suerte, porque estudió odontología en la UNITEC, luego obtuvo la maestría en ortodoncia en la Universidad de Washington, igual que yo. Pues a los que estudiaron obtuvieron la maestría en algunos estados de Estados Unidos les dan la oportunidad de hacer los exámenes de odontología. Tammy estudió dos años adicionales para poder pasar los exámenes, los pasó, tiene su título de DDS, Doctor of Dental Surgery, y por eso puede ejercer en Estados Unidos. Hay estados donde permiten eso, y hay estados donde no. Nueva York es muy restrictivo, si tú no estudiaste en una universidad norteamericana, tienes que volver a estudiar la carrera completa también. O sea, si tú llegas a Estados Unidos como dentista / ortodoncista mexicano, con todos los títulos de México, te dicen: ¿Usted quién es? Usted no estudió odontología ni ortodoncia.

– ¿Cómo qué no? Mire todos mis títulos.

Tiene que volver a hacer la carrera de dentista de nuevo, 4-5 años, y tienen que hacer la especialidad en ortodoncia 2 o 3 años, 7 años de estudio cuando ya eres dentista y ortodoncista, muy restrictivo.

Entonces en la vida hay que tener suerte.

MS – Pues es un filtro.

RJ – Es un filtro, pero un filtro enooorme, o sea no pasan muchos.

MS – Llega el profesional y ahí tiene que dedicarse a otra cosa.

RJ – Pues no hemos hablado del tema que puede ser el que cambió tan drásticamente la ortodoncia.

Cuando yo estudié ortodoncia solamente había bandas, se ponía una banda en cada diente, un anillo en cada diente, y el bracket se soldaba a la banda. La forma en la que poníamos frenos era con anillos metálicos prefabricados, que se adaptaban al paciente, poníamos 28 anillos con los brackets soldados. En el 75 salió una nueva técnica, una técnica adhesiva, ya no tienes que poner banda, ya tomas el bracket y lo pegas directo al diente.

MS – Entonces a mí me tocó la técnica de los anillos.

RJ – ¿En qué año te traté?

MS – Seguramente yo habré sido de los últimos de la técnica anterior, en el 74, a los 10 años, porque a mí me tocaron esos anillitos.

RJ – ¿Separar cada diente, poner una laminita entre cada diente, doloroso?

MS – Si, doloroso.

RJ – Y una vez que quitábamos los anillos teníamos que cerrar los espacios que habíamos abierto para poder colocar las bandas y luego entregarle al paciente los retenedores.

MS – Sí.

RJ – Bien, cambió en el 75, salió la ortodoncia adhesiva, ya podíamos pegar brackets directamente a los dientes.

¿Qué pasó?

Se facilitó la ortodoncia a tal grado que los dentistas empezaron a poner brackets, empezaron a hacer trabajo de pega brackets. Cualquiera puede pegar brackets, mi secretaria puede pegar brackets. Ahora el truco es poner el alambre, tienes que ir enderezando los dientes, paralelizar raíces, tienes que ajustar la mordida, etc. El defecto de los brackets adhesivos es que no tienen la retención que tenían las bandas, se caen con cierta facilidad, el paciente vuelve al consultorio para recolocar el bracket, alargando el tratamiento. Pero la gran desventaja es que los dentistas abrieron los ojos y vieron que aquí está el dinero.

MS – La minita de los brackets.

RJ – ¿Entonces las compañías a quien le venden más brackets, a ortodoncistas o a dentistas? Ellos son los que saben cuántos dentistas están haciendo ortodoncia sin ser ortodoncistas. Es como el sesenta por ciento, la mayor parte de la ortodoncia está hecha por dentistas. ¿Cuántos casos maltratados, cuántos casos que tardan 3 y 4 años y no quedan? Finalmente los pacientes le dicen al “ortodentista”: ya quíteme los brackets aunque no quede perfecto. Y es por no estar en manos de especialistas.

MS – ¿Un ortodoncista en Estados Unidos, cuánto gana al año?

RJ – Aproximadamente 1 millón anuales, 250-500 mil libres.

MS – ¡Tu papá tenía mucha visión!

RJ – En Estados Unidos, no en México.

Por eso casi no hay profesores norteamericanos en las universidades norteamericanas, todos están atendiendo sus consultorios. Tammy daba clases de ortodoncia en la universidad en Portland, Oregon, pero ni de chiste da clases ahora, los ingresos no se comparan. En cuanto tuvo la licencia de trabajo se dedicó a su consultorio particular.

¿Por qué están poblando los profesores extranjeros las universidades norteamericanas? Porque los norteamericanos no quieren dar clases, porque 100 mil dólares, que es el sueldo anual de un profesor, no es nada para ellos. Llega un ortodoncista extranjero a Estados Unidos y no puede ejercer, eso sí, puede dar clases, pero no puede ejercer. ¿Sabes cuántos ofrecimientos tengo para dar clases en las universidades norteamericanas? Los que yo quiera…

– “Sí, véngase doctor.” RJ – Entonces cuando me preguntas: ¿no piensas retirarte? Nunca me voy a retirar 100%, porque voy a acabar siendo profesor en una universidad norteamericana, si es que decido ir a vivir a Portland para estar con Tammy, que es lo que quiere Yolanda. Es más, cada vez que voy a Portland me invitan al programa de postgrado de la Oregon Health & Science University, ella les avisa: Mi papá va a estar aquí esta semana.

– Que venga y le dé una conferencia a nuestros alumnos…

MS – ¿Cuántas les has dado?

RJ – Tres, y ellos encantados de tenerme como profesor de tiempo completo, ganando lo que ellos paguen, ok. Pero a mí me gusta la práctica, me gusta estar al día, me invitan a dar conferencias por todos lados; no necesito estar asociado a una universidad norteamericana para ser reconocido ¿si me explico? Lo haría para estar en contacto con jóvenes, etc.

He dedicado parte de mi vida a la enseñanza. Aproximadamente, un 20% de mi tiempo lo dedico a la enseñanza, el resto a mi consultorio tratando pacientes. Hace 48 años estoy como profesor de la UNITEC en pregrado. Cada clase les enseño a los alumnos un aspecto diferente de la ortodoncia, lo cual me ayuda para practicar las conferencias que doy en los congresos. Mi principal mensaje es: Miren qué bonito es ser ortodoncista, considérenlo cuando terminen su licenciatura, ingresen a un postgrado de ortodoncia para ser ortodoncistas.

En la Universidad Intercontinental, UIC, que está hasta el sur de la CDMX, soy director de investigación del Departamento de Postgrado de Ortodoncia. Allí reviso y corrijo los anteproyectos de investigación de los alumnos para que sean factibles sus estudios de investigación, y que valgan la pena. Una vez que está aprobado el anteproyecto, se lanza el alumno a hacer su proyecto de investigación y luego escribe sus resultados, me los manda, escribe su tesis, la reviso junto con un estadístico, y es aprobada. Me reúno con los residentes, me presentan sus tesis y en el mes de noviembre la presentan ante el público, yo incluido; pero para entonces ya les hice correcciones previamente. Ese es mi papel en la investigación. En México es prácticamente imposible ser profesor de tiempo completo debido a los bajos salarios que percibimos, más bien somos “pobresores”, pero algunos aún tenemos la mística de la enseñanza.

MS – ¿Cómo ingresaste a la investigación?

RJ – En la escuela de odontología de la UIC el doctor Eugenio Deister, director de la Facultad de Odontología, me dijo un día: “Roberto, renunciaron en masa todos los profesores de ortodoncia.”

MS – ¿Qué pasó?

Es que quise imponer que hubiera investigación y nada más dan un cursito ahí de mecánica, tienen que hacer investigación y no les pareció, renunciaron en masa. Hemos escogido como director del programa a un alumno -más joven que yo- a un ortodoncista Amín Ades, quien también se formó en la Universidad de Washington, por recomendación mía, buen alumno. Entonces Amín me dijo: “Por favor ven, danos clase…” Y durante 2 años di clase, toda una mañana por semana, dedicada a la UIC. Y de repente me dice el jefe del programa de la Escuela de Odontología: “Te necesitamos en investigación.” Claro, les dije, yo no puedo ya dedicar más horas, o estoy como profesor o estoy en investigación.

– No, pues tú escoge…

Así es como acabé siendo director de investigación de la UIC. Desde entonces la UNAM nos apoya muchísimo con su laboratorio de investigación. Gracias a eso pudimos hacer las investigaciones que hemos hecho durante estos últimos 20 años.

RJ – Una de las alumnas hizo una investigación de tal importancia que ya van cuatro años seguidos que la Asociación Norteamericana de Ortodoncistas me invita a dar esa conferencia, la cual trata de cómo evitar la formación de manchas blancas en el esmalte. Esa investigación salió publicada en el 2010 y para el 2014 la editorial Springer me contactó diciéndome: “Dr. Justus usted habla mucho de daños iatrogénicos, queremos que escriba un libro sobre los efectos iatrogénicos del tratamiento ortodóncico.” Mis conferencias las dedico mucho a hablar de prevención y de los daños que hacemos nosotros los médicos al paciente. Tiene cáncer el paciente, ok, le damos la quimioterapia. ¿Qué daño le estamos haciendo? Esos son daños iatrogénicos, los daños provocados por la medicina, por el médico. Pero son daños que frecuentemente valen la pena porque ahora ya no tienes cáncer.

MS – Es colateral.

RJ – Colateral

Luego también pueden ser por falta del mismo médico. Por ejemplo, si acabó lleno de manchas el esmalte debido a la falta del cepillado correcto de los brackets y de los dientes. El ortodoncista no estuvo encima del paciente, no, él nada más trató al paciente, nunca le dijo nada sobre el cepillado, es un daño provocado por el ortodoncista. No es por culpa del paciente, porque él no se cepillaba… no, ahora puede llegar incluso a una demanda legal. Los daños al esmalte por los brackets que no se limpiaron bien o no estuvieron bien puestos, se filtró comida, placa dentobacteriana por debajo del bracket, y ahora hay caries, se llama lesión de mancha blanca. Muchos pacientes terminan con sonrisas llenas de manchas en los dientes. Otro daño que puede ocurrir durante el tratamiento de ortodoncia es que las raíces de los dientes se acortan debido a un fenómeno llamado resorción radicular. El ortodoncista debe monitorear si este fenómeno está ocurriendo y tomar pasos para evitar que este acortamiento radicular continúe. Entonces mis conferencias tienen ese mensaje.

MS- ¿Por la falta de limpieza ocurren las manchas blancas?

RJ- Falta de limpieza o porque no estuvieron bien colocados, hay múltiples factores.

MS- Queda un espacio y ahí se filtra la flora dentobacteriana.

RJ – Tú querías meterte en la cosa del dinero:

Roberto tú estás dejando tu práctica, 7 días estás dejando de ganar dinero, estás dejando de atender pacientes. Sí, pero cuando regreso soy mejor ortodoncista porque aprendí de los demás, ahí es una compensación. Ahora la cuestión económica, el dinero que acumulas ¿te lo vas a poder llevar a la tumba? Entonces el mensaje que tienes que dar a tu público es, por ejemplo: ¿qué beneficios me trajo el doctor Justus por haber ido a Oslo?

¿Pero qué beneficios tuve yo? Que esa es tu pregunta: ¿monetariamente sales perdiendo? Definitivamente sí, pero ¿cuánto salió ganando el público, y cuánto salí ganando yo?

A lo mejor vale la pena que publiques el chiste de los tres viejitos que se juntaban en el parque todas las mañanas y platican entre ellos:

A los 95 años alguno se tiene que morir, y una noche muere uno. Al día siguiente uno de ellos se entera y va al sepelio, y después se junta con el otro que no está enterado que murió el amigo y le pregunta:

– ¿Dónde está Juanito?

– ¿No te enteraste? Pues falleció.

Y el otro le dice:

– ¡Uy, dejó mucho dinero!

– No, dejó todo…

RJ – ¿Entonces qué quiero, dejarles dinero a mis nietos y a mis hijos? Yo creo que es mucho más: ¿Qué dejaste de mensaje, de conocimientos, qué dejaste de investigaciones, qué dejaste a tu especialidad? No estoy hablando de la familia.

“Acumuló mucho dinero en su profesión” ¿eso es lo que yo quiero que diga mi lápida? Y así les digo yo a los alumnos:

Miren, están terminando la carrera, cuando vayan a escribir su esquela ¿qué quieren que ésta diga? Porque eso lo tienen que decidir ahora que están iniciando su profesión. Porque si al final de su profesión deciden ser profesores y dar mensaje, ya les queda poco tiempo y el mensaje no le va a llegar a muchos ortodoncistas. Esa esquela la tienen que escribir hoy, antes de poner el consultorio. ¿Qué quiero que digan de mí en la esquela o en la lápida? ¿Qué quieren que diga: fue el mejor ortodoncista del DF.? Ok, qué bueno. ¿Fue el mejor profesor que he tenido? Qué bueno. ¿Publicó las mejores investigaciones que haya yo leído? Magnífico, eso vale la pena. Pero, fue el mejor conferencista de la compañía tal o cual, porque eso es lo que está pasando actualmente. Las compañías están convenciendo a los mejores conferencistas y paseándolos por todo el mundo para promover sus productos. Yo les digo: ¿Qué quieren que diga mi lápida: el Dr. Justus fue el mejor vendedor de los productos tales o cuales? porque hay muchas compañías… y así acaban muchos ortodoncistas.

MS – Los vuelven agentes de ventas.

RJ- Bueno, entonces uso mucho esa analogía de sí dejó mucho dinero: “no, dejó todo.”

Lo único que dejas es qué van a decir de ti cuando te mueras.

Que digan cosas buenas.

RJ -Estoy hablando ya de cosas demasiado profundas; pero es que estoy demasiado comprometido, como te dije, con la especialidad, habiendo tantos malos especialistas -digo especialistas, aunque en realidad no son especialistas- que hacen que la especialidad pierda renombre, pierda respeto ante el público:

– “Quedé pésimo, los ortodoncistas son unos…”

Total, somos especialistas, debemos de esmerarnos porque representamos a toda una especialidad mundial. No nada más en el DF, o en México, es mundial. Los pacientes se mudan de un lado a otro: ¿Quién lo atendió? No, pues el doctor Ramírez, y si va bien, pues qué maravilloso. Hay mucha movilidad mundial, cada año yo transfiero pacientes. Ahora, el lunes 8 de enero que regreso de vacaciones se me muda un paciente a Houston. Entonces me habla la mamá y me dice: “Ya encontramos un ortodoncista, de hecho lo conoce a usted muy bien.” Le digo: Magnífico perfecto, el día que vengan recojan los registros ortodoncicos: fotos, modelos, radiografías, cefalogramas… Y tienen que ser perfectos, nítidos, bien revelados, sin manchas, ¿si me explico? O sea, digitalizados perfecto para qué el otro ortodoncista diga: ¡Wow! Cómo se esmera el doctor Justus, qué bonita carta de transferencia escribió…

¿Ves? Es mundial la cosa.

MS- Es un mundo muy chiquito.

RJ – Luego me llena de satisfacción cuando la gente se muda me dice: Pero doctor usted es conocido en todos lados.

Pues es que he dado cursos en todos lados.

MS- ¿En cuántas ciudades?

RJ- Probablemente he dado cursos en 500 ciudades.

MS- Bueno, para no hablar de ciudades, países.

RJ- Todos los países de Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá, toda América. De Centroamérica, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá. De África solamente Egipto. En Europa, Grecia, Francia, Italia, Ucrania, Polonia, Croacia, Bosnia, Bélgica, Rumania, Rusia y Noruega. En Medio Oriente, Turquía, Líbano, Arabia Saudita, Qatar y Dubái. En Asia, Tailandia, Taiwán, China, Corea, Japón, Pakistán, Bangladesh, India, Singapur, Malasia, Indonesia y Las Filipinas. En Oceanía, Australia.

MS- En Hungría. ¿Cuándo vas a dar conferencia en Hungría?

RJ- Ya me han invitado, pero no tienen la capacidad económica para pagar mi pasaje de avión y estancia y yo no voy a estar subsidiando. El vuelo cuesta aproximadamente US $1500 para volar a Hungría. El hotel tiene que ser mínimo de 4 estrellas, entonces estás hablando de US $150 por noche, por 5 noches, más US $1500 el avión, ya son US $2500 con todo y comidas.

Hungría vivió muchos años el yugo de la Cortina de Hierro soviética. Nosotros somos privilegiados de haber nacido y crecido en México.

MS – Sí, no es lo mismo platicar de 1943 al siglo XXI aquí, que platicarlo en Rumania, en Rusia, en Hungría…

RJ – En Hungría se quisieron liberar en 1956, llegaron los soviéticos con tanques en las calles de Budapest a dispararles. Se escaparon de Hungría como un millón, muchos se fueron a Canadá y a Australia.

MS- Si hubieras nacido en Israel en 1943, a tus padres les hubiera tocado pelear en la independencia y la Campaña del Sinai, y a ti te hubiera tocado pelear la de los Seis Días, la del Desgaste y la de Yom Kipur.

RJ – O sea, mira, sí, yo reconozco que he trabajado duro. Haber ido al Colegio Alemán, la disciplina, la memorización, el estudio, las tareas, batallar con el alemán. Cuando entré al colegio yo no sabía el idioma, cuando llegué no hablaba ni una palabra de alemán. El director de la escuela me dijo:

– Roberto te vamos a reprobar 5 años seguidos en alemán, estudies lo que estudies, tú vas a reprobar alemán.

– ¿Por qué?

– Para que en vacaciones tengas que estudiar alemán.

Entonces esa es la disciplina, el director me dijo desde el principio, y así fue, reprobé 5 años y los 5 años tuve un profesor especial de alemán y terminé hablando bastante bien el idioma.

MS- ¿Tu papá no te ayudaba en la casa?

RJ- No mucho, al mero principio sí, pero mis papás eran de los que: “Si el niño quiere estudiar qué estudie”.

Yo era de 10 y eso me abrió el campo para estudiar dos carreras, y eso de estudiar dos carreras me abrió el campo para estudiar en la Universidad de Washington, y el hecho de haber salido de allí me puso en una categoría aparte ante los ojos de todos los demás:

– ¿De qué universidad eres?

– De la Universidad de Washington.

– Oh!

Entonces eso me abrió el camino para ser buen ortodoncista, sabía yo la responsabilidad que tenía al ser egresado de la Universidad de Washington. Luego empecé a dar clases en la universidad en México y decía yo: ¿cómo voy a dar clases si no estoy certificado? o sea, qué credenciales tienes que justifiquen que tú seas profesor, entonces me dije: Si voy a dar clases en postgrado lo que me va a distinguir jerárquicamente de los demás profesores es ser “board certified.”

Lo que impulsó mi carrera fue cuando empecé a tomar fotografías, los ortodoncistas no tomaban fotos de sus pacientes. La universidad de Washington diseñó una cámara especial para odontólogos, esa me la traje a México y tomaba mis fotos. Cuando di mi primera conferencia me dijeron los ortodoncistas “¿Cómo es que tomas tan buenas fotos?”

Dije: Bueno es que tengo una cámara réflex, con fuelle, con lente de 100 milímetros… y empecé a explicar.

– “No, pues danos una conferencia de fotografía clínica…”

RJ – Es más, el primer año que di conferencias éstas fueron de fotografía clínica, recuerdo que me llevaron a Centroamérica a hablar de fotografía clínica. Esa fue mi apertura como conferenciante internacional, pero yo quería hablar de ortodoncia no de fotografía clínica, entonces aprovechaba y les decía: “Por cierto este caso quedó así -estaba el antes y el después- y poco a poco empecé a armar conferencias y ahora tengo como 20 diferentes temas. Cuando alguien me invita a dar un curso, le envío los tópicos para que escoja los que más les interesen a sus miembros.

Por ejemplo, me dijeron los de Oslo, Dr. Justus sabemos que usted habla de mordida abierta… O sea, que el paciente cierra, pero los dientes no chocan porque meten la lengua todo el tiempo entre los dientes, al tener la lengua interpuesta la mordida se abre. Yo apliqué y difundí el método del Dr. Parker para cerrar la mordida reeducando la lengua. Los de Oslo me pidieron que presentara esa conferencia y me invitaron. Le enseñé la carta de invitación a Yolanda, y le dije: mira, me están invitando a hablar 1.5, hora y media, en Oslo. La ve ella y me contesta:

– No Roberto, te están invitando para día y medio.

RJ – Entonces tengo todos estos tópicos gracias a que me di a conocer por fotografía clínica, pues me pedían temas de ortodoncia, y poco a poco vas acumulando todos los aspectos de ortodoncia, ahí está todo, así que ellos escogen los temas. La fotografía clínica me dio la apertura para ser conferencista, el ser conferencista me dio la apertura para ser profesor, el ser profesor de investigación de una de las universidades me dio la apertura para publicar, y el hecho de publicar investigación me dio la apertura para ser invitado como conferencista de los congresos. La Asociación Americana de Ortodoncistas nunca me hubiera invitado como conferencista si no hubiera publicado artículos basados en evidencia científica, entonces se dan cuenta que es un tema serio.

MS – Roberto la última pregunta: ¿Qué te gustaría hacer que no hayas hecho?

RJ – Violinista, concertista.

Aunque cuando das una plática se envía el programa, te presentan, el auditorio parece sala de conciertos y la gente también aplaude.

También me hubiera gustado ser tenista, pero en el tenis solo puedes competir pocos años.

MS – Bueno, sí lo jugaste muchos años…

RJ – Si, pero no a nivel profesional.

MS – Del violín, el tenis y la ortodoncia, la ortodoncia fue tu hit.

RJ – Mi papá decía: Te gusta trabajar con las manos, se dentista, ganan bien.

Mi papá pensaba mucho en el comunismo, en el sistema comunista a los únicos doctores que les iba bien era a los dentistas.

MS – ¿Por qué?

RJ – La gente valora más a sus dientes que a su salud general, son parte de la sonrisa, del rostro. Mi papá me dijo que en Hungría a los únicos que les iba medio bien, bajo el yugo comunista, era a los dentistas, porque la gente no quería ir a hospitales, quería ir a dentistas particulares. Al dentista no le permitían ejercer más que en hospitales, pero hubo cláusulas, sí tú trabajabas 7-8 hrs en el hospital, te daban chance de poner tu consultorio, en tu casa. Y eso es lo que hacían la mayoría de los dentistas, ponían sus sillones y trabajaban todo el día como dentistas en hospitales, pero en las noches, o temprano en las mañanas, ejercían y ganaban más dinero en sus propios consultorios. Era la manera de suplir los malos salarios de hospitales.

MS – Tu papá pensaba que si entraba el comunismo a México ibas a tener más chance.

RJ – Es como la física, qué hubiera hecho yo como físico, me recibí en el año 65. ¿Cuánto iba a invertir el gobierno o la UNAM en investigación física?

MS – Ibas a tener tu laboratorio frente al de Espinosa.

RJ – Yo no era un genio, no soy un genio, no le di una oportunidad a la física. Tal vez si recibiéndome de físico, así como fui a la Universidad de Washington, hubiera solicitado ir a la NASA, a lo mejor hubiera encontrado un campo y hubiera sido un físico famoso, no sé.

MS – Sí, al Caltech,…

RJ – Mi papá me dijo: te vas a morir de hambre.

RJ – Ya te platiqué mi historia completa…

MS – Bueno, lo que se puede hablar en dos horas.

 

 

 

Fuente:morristrauch.blogspot.com