Enlace Judío México – Hay una premisa judía muy importante y difícil de seguir: aunque uno reza por su descendencia, aunque uno debe dedicarse en cuerpo y alma a sus hijos, uno está obligado a preferir el bienestar de su pareja. Uno debe amar más profundamente a su esposa que a sus hijos. Esto es así porque al casarse uno está unido por el resto de su vida con su pareja; en el judaísmo existe el divorcio, sin embargo, éste no se busca a menos que haya situaciones extremas para requerirlo. La siguiente historia habla sobre una pareja en que la falta de hijos ha minado su relación y un gran sabio los ayuda a recordar el gran cariño que se tienen.

Las dos bodas

Cuenta la historia que una mujer de Sidón llevaba diez años casada con su esposo sin poder tener hijos. Al decidir separarse, la pareja se acercó a rabí Simeón bar Yojai en busca de consejo. El sabio les dijo “Así como fueron casados con comida y bebida, igualmente deben separarse con comida y bebida.”

Hicieron caso a sus palabras; declararon el día un día de fiesta y celebración y prepararon un gran banquete con comida y bebida. La esposa dio de beber a su esposo en abundantes cantidades. Éste con el corazón alegre le dijo “Querida, toma cualquier objeto por fino que sea y llévalo contigo cuando regreses a la casa de tu padre” ¿Qué hizo ella? Una vez que él se había quedado dormido, buscó a sus sirvientes y les dijo: “Levántelo con el diván, y cárguenlo hasta la casa de mi padre”.

A media noche, cuando los efectos del vino ya habían dejado su cuerpo, el hombre despertó. Viendo a su esposa preguntó “¿Querida dónde estoy?” “Estás en la casa de mi padre” contestó la mujer. “¿Qué hago aquí?” preguntó extrañado “¿No me pediste anoche que llevará cualquier artículo por valioso que fuera conmigo a casa de mi padre cuando regrese a ella? No existe ningún objeto en este mundo tan valioso que se compare con el cariño que te tengo a ti.”

Fueron nuevamente con rabí Simeón bar Yojai y él rezó por ellos. Fueron escuchados y D-os les concedió tener hijos.

Fuente: Sefer Ha-Agadá