Enlace Judío México.- Hay novelas que cuentan historias y otras que comunican estados de ánimo. La historia novelada Prohibido el paso a caballeros con corbata. La saga de la familia Borgman desde el nazismo hasta la Revolución (Fundación Gomelast, 2017) escrita por Néstor Luis Garrido pertenece a la segunda categoría. Para ser más precisos, la historia que cuenta Néstor presenta una serie de estados de ánimo que pasan del horror y la desesperanza a la ilusión de un nuevo comienzo, del sentimiento de impotencia ante la arbitrariedad del poder totalitario a la pasión de quien desafía al destino. Eso es justamente lo que comunica magistralmente el autor, quien basado en los testimonios primero de Neptalí Borgman, y luego de su hijo Ygo Borgman, relata las vidas de personajes emblemáticos de una comunidad que hoy enfrenta el gran acertijo de su futuro.

ISAAC NAHÓN SERFATY

La historia comienza casi por el final, o para decirlo mejor, por lo que podría ser un final. Hay en la narrativa sobre la familia Borgman una cierta circularidad. Neptalí Borgman y su esposa Regina, así como su hermano Abraham y la esposa de este, Tonka, fueron sobrevivientes de la Shoá. Ellos literalmente salieron de la profundidad de un sótano insalubre, en el que pasaron diecisiete meses escondidos de los nazis, que ya habían puesto en marcha su maquinaria de muerte en toda la zona de lo que se conoce como Galicia (no confundir con Galicia en España), entonces territorio polaco, hacia un destino más luminoso. Pero nada fue fácil. Dejo al lector la curiosidad de enterarse de los detalles. El punto es que efectivamente un día de 1946 llegaron al puerto de La Guayra (así se escribía en ese entonces me confirmó Néstor), el mismo día que llegada también a Venezuela la famosa actriz y cantante Libertad Lamarque. Y allí se encontraron con la luz del trópico, el contraste del mar Caribe y las montañas de la Cordillera de la Costa, los árboles de mango en la urbanización La Florida de Caracas, y el calor humano y la amabilidad de la gente. Ellos no podían imaginarse que 70 años después, la Venezuela que los acogió con los abrazos abiertos terminaría siendo un país que prácticamente vomita a su gente, quienes escapan de las miserias del hambre, la enfermedad, la hiperinflación, el crimen, y de una corrupción que está carcomiendo a la sociedad.

El comienzo de la novela tiene un pequeño brillo de esperanza. Ygo Borgman, hijo de Neptalí y Regina, sentado en el teatro Municipal de Lima (Perú) junto a su esposa Raquel, pasa revista a sus recuerdos caraqueños mientras espera que comience una obra de teatro. Y allí uno puede decir que todo tiene su final. El Perú que alguna vez fue presa del populismo militarista, de la hiperinflación y la depresión económica, ahora mostraba signos de prosperidad. Y aunque no fuese un mar de perfección política ni social, había logrado superar los horrores de la dictadura comunista, del fujimorismo autoritario y del terrorismo senderista. Probablemente allí esté la clave de esta historia. Si bien cuando estamos metidos en la boca del ogro, ya sea el asesino nazi o los “revolucionarios” corruptos, no podemos ver la luz al final del túnel, la perseverancia en la vida puede guiarnos hacia un mejor destino.

Y es la vida de Ygo, tal como la relata Néstor, el ejemplo de otro estado de ánimo; optimista, emprendedor, algo desenfadado, con cierta jutzpá (palabra hebrea y yiddish que significa entre la insolencia y el arrojo), un poco informal (por eso lo de la corbata en el título). Es también la vida de una Venezuela pujante, con una democracia que se fue perfilando con sus altibajos, en la que había movilidad social hacia arriba, oportunidades para educarse, y una idea de progreso, que todo irían a mejor. Ygo, sin embargo, siempre tenía en mente aquellas palabras de su padre Neptalí: “Cada generación tenía un Hitler”. Aunque no se trate exactamente de un Hitler, en el sentido estricto, los venezolanos hemos asistido en estos veinte años al desolador espectáculo de lo que significa un pueblo hipnotizado por un líder carismático, megalómano e irresponsable. Esa advertencia de su padre tenía otro mensaje implícito: “Todos los Hitler caen al final”. De esto podían dar testimonio los judíos también. Sobrevivientes de persecuciones, han visto caer a imperios y dictadores, han visto renacer al pueblo judío de sus cenizas, han vivido para ver la creación del Estado de Israel. Han sido testigos de que la esperanza puede dejar de ser simplemente un sueño.

A Néstor le ha tocado ser, de alguna forma, el cronista que ha relatado la historia de la comunidad judía venezolana. Lo ha hecho magistralmente en esta novela. Colaboró también en la escritura de otra historia fascinante: la de otro sobreviviente de la Shoá, Don David Ysrael, que publicó en 2013 sus memorias bajo el título Siempre habrá un porqué. Lo ha hecho como periodista en el Nuevo Mundo Israelita, y en las revistas Maguén-Escudo del Centro de Estudios Sefardíes de Caracas y Recuerda que publica el Comité Venezolano de Yad Vashem. Y como dije al comienzo, su pluma va tejiendo desde la memoria las emociones de una experiencia vital que merece ser contada y recordada.

*Profesor en la Universidad de Ottawa. Twitter: @narrativaoral