Enlace Judío México.- El nuevo ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, ha prometido recortar las ayudas para los migrantes y deportar a los que estén ilegalmente en el país.

SOEREN KERN

“Las puertas abiertas a Italia para las personas correctas y un boleto sin vuelta para los que vienen aquí a causar problemas y se crean que los vamos a mantener”, dijo Salvini en la región de Lombardía, donde se encuentra una cuarta parte del total de la población extranjera en Italia. “Una de nuestras máximas prioridades será la deportación”.

Salvini, líder de la Liga (Lega) Nacionalista, formó una nueva coalición de gobierno con la formación populista Movimiento 5 Estrellas (M5S) el 1 de junio. El programa del Gobierno, esbozado en un plan de acción de 39 páginas, promete mano dura contra la inmigración ilegal y deportar a hasta 500.000 inmigrantes sin documentos.

“La fiesta se ha acabado para los inmigrantes ilegales”, dijo Salvini en un mitin el 2 de junio en Vicenza. “Tendrán que hacer las maletas, de manera educada y tranquila, pero tendrán que irse. Los refugiados que escapan de la guerra son bienvenidos, pero todos los demás deben marcharse”.

El 3 de junio, Salvini visitó Sicilia, uno de los principales puntos de llegada a Europa para los migrantes que cruzan el mar Mediterráneo desde el norte de África. Dijo:

Ya basta de que Sicilia sea el campo de refugiados de Europa. No me quedaré de brazos cruzados mientras llegan migrantes sin cesar. Necesitamos centros de deportación.

No hay suficientes casas ni trabajos para los italianos, y menos para medio continente africano. Tenemos que aplicar el sentido común.

Salvini también acusó a las autoridades tunecinas de enviar deliberadamente delincuentes a Italia:

Túnez es un país libre y democrático que no está exportando a caballeros, sino que a menudo exporta delincuentes condenados. A mi homólogo tunecino le digo que no me parece que haya guerra, plagas o hambre en Túnez.

Italia es la entrada principal para los migrantes que llegan por mar: 119.369 llegaron en 2017 y 181.436 en 2016, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Se calcula que 700.000 migrantes han llegado a Italia en los últimos cinco años.

Italia ha sido el principal punto de entrada a Europa desde que, conforme al acuerdo migratorio entre la UE y Turquía, firmado en marzo de 2016, se cerrara la ruta de Turquía a Grecia, que fue en un determinado momento el punto de entrada a Europa preferido por los migrantes de Asia y Oriente Medio.

En febrero de 2017, Italia firmó un acuerdo migratorio con Libia para interceptar las barcas y devolver los migrantes a Libia. El acuerdo, por el que Italia se comprometía a equipar y financiar a la guardia costera libia, se tradujo en una reducción de las llegadas del 75% durante el verano de 2017.

Sin embargo, desde principios de 2018, han llegado más de 13.000 migrantes a Italia desde Libia. Se espera que la cifra aumente durante el verano a medida que mejoren las condiciones climatológicas.

Mientras, Italia deportó a sólo 6.514 migrantes en 2017, y 5.817 en 2016. El nuevo Gobierno se ha comprometido a acelerar las deportaciones convirtiendo los centros de recepción de migrantes en centros de deportación. Las deportaciones, no obstante, son caras y complejas.

Según la ley italiana, por ejemplo, al menos dos agentes deben escoltar a cada deportado en una complicada operación. El periódico La Repubblica describió una reciente operación de deportación de 29 tunecinos, que fueron escoltados en un vuelo fletado desde Bulgaria por 74 agentes del Gobierno, incluidos médicos, enfermeros, policía armada y agentes de paisano, con un coste total de 115.000 euros (135.000 dólares) o 3.695 euros por cada deportado.

A este ritmo, la promesa del Gobierno de deportar a 500.000 migrantes costaría a los contribuyentes italianos casi 2.000 millones de euros (2.300 millones de dólares).

El anterior gobierno asignó alrededor de 5.000 millones de euros para sufragar los gatos relacionados con la crisis migratoria en 2018: el 20% es para los rescates en el mar; el 15% para la atención sanitaria; y el 65% para los centros de recepción de migrantes, que actualmente albergan aproximadamente a 2.000 personas.

El nuevo gobierno ha dicho que quiere desviar algunos de los fondos asignados a los centros de recepción para pagar las deportaciones. Además de los costes económicos, Italia se enfrenta a obstáculos legales que hacen las deportaciones masivas casi imposibles.

El segundo párrafo del Artículo 19 de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE estipula:

Nadie podrá ser devuelto, expulsado o extraditado a un Estado en el que corra un grave riesgo de ser sometido a la pena de muerte, a tortura o a otras penas o tratos inhumanos o degradantes.

La ley impide en la práctica que Italia y otros miembros de la UE deporten a migrantes a la mayoría de los países del mundo musulmán.

El nuevo gobierno también se ha comprometido a negociar más acuerdos bilaterales de deportación. Italia tiene actualmente acuerdos de deportación con sólo cinco países: Egipto, Gambia, Nigeria, Sudán y Túnez. Los migrantes no pueden ser deportados sin la aprobación de los Estados de origen.

Salvini también ha dicho que Italia rechazará los cambios propuestos a la Convención de Dublín, una ley que exige que la gente que quiera refugiarse en la UE lo haga en el primer país al que llega. La Convención de Dublín será el tema central de una cumbre de ministros de Exteriores de los 28 países miembros de la UE en Luxemburgo el 4 de junio.

La ubicación geográfica hace que Italia asuma una responsabilidad desproporcionada sobre la inmigración ilegal de África y Oriente Medio, pero Salvini dijo que otros países miembros de la UE se están resistiendo a los cambios que les obligarían a compartir la carga: “Quieren sobrecargar a los países mediterráneos, como Italia, Chipre, Malta y España, dándonos miles de migrantes más durante un periodo de diez años”.

La ley de la UE exige actualmente que los países miembros sean económicamente responsables de los migrantes que llegan a sus países durante un periodo de diez años. Polonia, Hungría, la República Checa y Eslovaquia quieren que esa responsabilidad se reduzca a ocho años, pero Italia, Chipre, Grecia, Malta y España quieren rebajarla a un máximo de dos años.

Mientras, los medios a favor de la migración y el multiculturalismo han pasado a modo de ataque para intentar debilitar al nuevo gobierno italiano.

La revista alemana Der Spiegel publicó una portada en la que aparecía un tenedor con espaguetis del que colgaba uno con un nudo corredizo: “Italia se está destruyendo a sí misma y arrastrando a Europa con ella”. Escribía, en términos apocalípticos:

La UE debe adoptar una postura unida ante Donald Trump, cuyas desnortadas políticas amenazan la seguridad y la prosperidad de Europa. Trump está obligando a Europa a librar una guerra comercial y, aún peor, amenaza con hacer pedazos el orden internacional de la posguerra que permitió a los europeos encontrar su lugar en el mundo mediante el comercio y las estructuras de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la seguridad que encontró encarnada en la OTAN.

Pero ¿cómo puede librar la UE una guerra comercial si Italia amenaza con entrar en una espiral de caos? En un momento en que la UE podría demostrar ser una alternativa al unilateralismo de Trump […] Europa podría en su lugar enfrentarse a meses, si no años, de disputas por un posible rescate de Italia […]. Si este país se balancea, sacudirá toda la arquitectura de la Unión Europea.

La crisis de Italia es la convergencia de dos grandes desafíos a los que se enfrenta la UE: la amenaza económica a la eurozona y la erosión de los valores y normas comunes. Si los populistas gobiernan ahora en Italia, el país podría dirigirse a un rumbo de constante confrontación con Bruselas, por ejemplo, expresando su solidaridad en asuntos clave con los populistas de derechas en Francia, Austria o Finlandia o con los gobiernos críticos con la UE de Hungría y Polonia.

O podría ponerse del lado de autócratas o medio autócratas como Donald Trump y Vladimir Putin y socavar la unidad europea en el proceso. Entre los posibles asuntos donde podría hacerlo es el acuerdo con Irán, los aranceles comerciales impuestos por Trump, la extensión de las sanciones contra Rusia, la política climática o incluso el acercamiento europeo a China.

El resurgimiento del nacionalismo en Europa, particularmente en Italia, es una mala noticia para el continente. Si la UE tuvo alguna vez un gran objetivo general, fue contrarrestar el interés propio nacional con vistas a una comunidad de valores transnacional. ¿Qué mantendrá unida a Europa si se sacude esa base?

The New York Times escribió:

La xenófoba Liga y el Movimiento 5 Estrellas, que quiere acabar con “el viejo orden”, aúnan la intolerancia y la incompetencia hasta un nivel atípico. Son pandilla de miserables aupados por la ola global antiliberal.

Y de nuevo:

Matteo Salvini —líder de la Liga y nuevo vice primer ministro y ministro del Interior— ha prometido aplicar mano dura contra la migración y la expulsión de hasta 500.000 migrantes que ya están en Italia.

Eso podría obligar a Bruselas a iniciar un proceso estipulado por el Artículo 7 contra Italia por vulnerar los compromisos básicos con el principio de legalidad. […]

Y los nuevos líderes italianos ya han expresado su deseo de mejorar las relaciones y el comercio con Rusia y su presidente, Vladimir V. Putin.

Eso podría significar que la Unión Europea sea incapaz de renovar las sanciones económicas contra Rusia derivadas de su conducta en el exterior, incluida su anexión de Crimea, la vulneración de los acuerdos de Minsk sobre el este de Ucrania y el intento de asesinato de un antiguo espía ruso y su hija en Gran Bretaña, que el Kremlin sigue negando.

Interviene George Soros, un milmillonario húngaro-estadounidense comprometido con la migración masiva en Europa, que culpó a Rusia de interferir en las elecciones italianas:

Estoy muy preocupado por la proximidad de la nueva coalición de gobierno con Rusia. Han dicho que están a favor de la cancelación de las sanciones a Rusia […]. Hay una estrecha relación entre Matteo Salvini y Vladimir Putin. No sé si Putin financia realmente a su partido, pero la opinión pública italiana tiene derecho a saber si Salvini está en la nómina de Putin.

Después de que se formara el nuevo gobierno italiano, Soros pidió más fronteras abiertas:

Hasta hace poco, la mayoría de los migrantes podía ir a los países del norte de Europa, su verdadero destino. Después, tanto Francia como Austria cerraron las fronteras y los migrantes se vieron atrapados en Italia. […] Ese es el principal motivo por el que le fue tan bien a la Liga en las últimas elecciones.

La UE debe cambiar las regulaciones existentes y pagar una gran parte de lo que se necesita para integrar y mantener a las sumamente desproporcionadas cantidades de migrantes atrapados en Italia.

Salvini respondió:

Nunca hemos recibido una lira, euro o rublo de Rusia. Creo que Putin es uno de los mejores estadistas que existen y me avergüenza que Italia haya invitado a un especulador sin escrúpulos como Soros a hablar aquí.

 

 

*Soeren Kern es analista de política europea para el Instituto Gatestone en Nueva York.