Enlace Judío México – Es sabido por cultura popular que los judíos escogemos carreras como medicina el momento que llegamos a la universidad. Y aunque se ha convertido en un estereotipo, que no aplica a todos los judíos ni a todos los grupos esta figura es apoyada por el hecho de que en todo la primera mitad del siglo XX 50% de los estudiantes de medicina en EUA eran judíos. Cifras similares aparecían en Alemania, Austria y otros países de Europa incluso en momentos en que se les ponía trabas específicas a los judíos para estudiar.

Dicha tendencia cultural no es contemporánea, nos viene desde hace varios años. Numerosos historiadores de la Edad Media afirman que los médicos judíos eran los más requeridos y solicitados del, pese a los estereotipos y prejuicios de la época. En el Talmud aparecen numerosos remedios y tratamientos médicos y constantemente se habla de la gran labor que tiene un doctor. Probablemente dicha afición cultural por la medicina está relacionada con la importancia que le da la Torá a la vida y al cuerpo humano; ya que según palabras de las Escrituras “aquel que salva una vida salva al mundo entero” y no hay mayor honor que uno pueda hacer a D-os.

A continuación mostramos los aportes y biografías de cinco grandes médicos que marcaron un cisma en la medicina Occidental. Esperamos les agrade.

Maimónides (1138 EC – 1204 EC)

Israel ben Maimón, conocido como Maimónides o Rambam, fue uno de los rabinos y pensadores más importantes para el judaísmo. Tanto es así que se llega a afirmar que sin sus aportaciones la tradición judía no habría resistido el paso del tiempo. Fue legalista, filósofo y comentarista de la Torá. Las dos obras que más se le reconocen son: Mishné Torá (La Torá revisada) y Moré Nevukim (La Guía de los perplejos). La primera es un código de ley judía que ofrece una excelente sistematización de la ley y la doctrina judía; mientras que la segunda es un libro filosófico en el cual logra desarrollar una postura racionalista del judaísmo ya que desarrolla un diálogo entre la ciencia la filosofía y la religión. Sin embargo éstas no fueron sus únicas obras maestras, Maimónides, era de un intelecto y una sabiduría tal; que incluso entre lo que se consideran sus obras menores se encuentran principios básicos y vigentes hasta nuestros días como los “Trece Principios de la Fe” que hasta la fecha son uno de los pináculos de la fe judía.

Esto es en cuanto a sus aportaciones al judaísmo y al pueblo judío. Sin embargo, Maimónides no se limitó a ser un excelente sabio y rabino. Aparte fue uno de los médicos más renombrados y respetados de la Edad Media. Atendió durante más de una década al Sultán del Cairo, lugar donde vivía. Enseñó principios médicos a sus colegas y algunas de sus obras de medicina, siguen siendo relevantes hoy en día con más de 800 años de diferencia. En sus escritos habla de enfermedades como el asma, que no serían exploradas hasta cientos de años después. No cabe duda que fue uno de los hombres más importantes de su época.

Ferdinand Cohn (1828 – 1898). Fundador de la bacteriología

Otro hombre judío que influyó de manera decisiva en la medicina moderna fue Ferdinand Cohn. A diferencia de Maimónides, sus aportaciones al mundo no superaron lo científico y llegó a ellas sin intención de hacerlo como resultado de otra investigación. Cohn uno de los fundadores de la bacteriología.

Cohn fue el hijo de un comerciante judío. Nació en el gueto de Breslau y estudió la universidad en esa misma ciudad. Debido al antisemitismo que no le permitía obtener el título de doctor acabando sus estudios universitarios se mudó a Berlín, donde realizó estudios de botánica.

En 1868 tras una extensa carrera en la morfología de las algas empezó a estudiar a las bacterias e innovó por completo la manera en que este campo era estudiado. Para ese momento, la bacteriología como tal no existía. Louis Pasteur y otros de sus colegas habían creado un sistema de nomenclatura bastante defectuoso y confuso que fomentaba la aversión a sus teorías. En esos momentos la teoría de la generación espontánea aún obtenía la aceptación general. Cohn propuso un nuevo sistema y clasificación para el estudio de bacterias. Dedicó varios años a estudiar su morfología y clasificarlas en diferentes géneros y clases. Entre muchos de sus descubrimientos encontró que ciertas bacterias se reproducen a través de esporas resistentes a altas temperaturas. Ello puso fin a la teoría de la generación espontánea, ya que explicaba la presencia de bacterias en productos hervidos y otros medios que antes no tenían explicación.

Una vez que su investigación ya estaba encaminada creó su propio periódico y publicaba cotidianamente sus descubrimientos en él. Por eso se le considera el padre de la bacteriología.

Paul Ehrlich (1854 – 1915) Padre de la hematología e inmunología.

Otro gran médico judío fue Paul Ehrlich quién descubrió la cura contra la sífilis, el funcionamiento de los anticuerpos en el sistema inmunológico y los tipos de sangre. Paul Ehrlich aparte de médico estaba enamorado de la química. De joven gracias a su tío aprendió a colorar células con distintos tipos de tintas para verlas bajo el microscopio. El hecho de que las células respondieran de formas distintas a los colorantes le llevó a pensar a Ehrlich que las células de organismos vivos responden a reacciones químicas distintas y que esas reacciones realmente constituyen la base de los procesos celulares.

Ese descubrimiento fue el fundamento de las investigaciones que desarrollaría a lo largo de su vida. A través de las tintas celulares Ehrlich fue capaz de definir el funcionmineto en la célula de la bacteria de tuberculosis que Cohn había descubierto. También pudo elaborar una teoría que explica cómo los niveles de oxígeno afectan el funcionamiento celular; a través de ello desarrollo métodos curar la tifoidea, regular la fiebre, y tratar desordenes del sistema nervioso que causaban afecciones en el ojo.

Probablemente entre las más de 37 aportaciones médicas que hizo al estudio del cuerpo humano, la más importante sería la teoría de la reacción en cadena celular. Ehrlich fue el primero en postular que las células tienen receptores y que funcionan adhiriéndose a moléculas de nutrientes. Así como estos receptores generan cadenas de reacciones al adherirse a los nutrientes, lo mismo sucede cuando se adhieren a las toxinas ocasionadas por agentes patógenos. Cuando el receptor se une a una toxina la interacción es irreversible y ocurre un bloqueo. El cuerpo entonces genera receptores con cadenas de reacciones nuevas que secreta por el sistema circulatorio y de esa forma puede neutralizar el efecto de la toxina. Estos receptores y cadenas de reacciones nuevas serían lo que después Behring (alumno y colega de Ehrlich) llamaría anticuerpos.

Fue así como Ehrlich inició el campo de la inmunología. Más adelante mostraría lo niveles de inmunidad que tienen distintos sueros naturales como la leche materna, la sangre de animales y demás. Sus estudios de inmunología ayudarían a crear los primeros sueros que alguna vez existieron en la historia.

Selman Abraham Walksman (1888 – 1973) Inventor de la cura contra la tuberculosis.

Para cuando Abraham Walksman empezó sus estudios universitarios, la penicilina y otros antibióticos ya habían sido desarrollados y aceptados en el mundo científico. Sin embargo, era una rama poco desarrollada y muchas de las enfermedades ocasionadas por bacterias no podían ser curadas con estas medicinas. Entre ellas la tuberculosis.

Walksman en realidad era un microbiólogo que se encargaba de estudiar las bacterias que afectan el suelo. Entre sus investigaciones fue capaz de extraer antibióticos de bacterias filamentosas y hacerlos lo suficientemente no toxicas para poder administrarlos a organismos vivos. Así fue como encontró elementos biológicos que podían acabar con la tuberculosis y otras enfermedades no exploradas.

Jonás E. Salk (1914 – 1995) Creador de la vacuna contra el polio.

Es uno de los médicos más reconocidos en Estados Unidos porque desarrollo la vacuna contra la polio. Justo cuando miles de niños eran afectados anualmente por esta enfermedad. Para saber más de su vida vista Jonás E. Salk