Enlace Judío México.- Un triángulo amoroso a partir de la comida es el que conforma la coproducción alemana-israelí “El repostero de Berlín” (2017), ópera prima de Ofir Raul Grazer, misma que fue estrenada en México en el marco del XV Festival Internacional de Cine Judío.

PERLA SCHWARTZ PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Esta cinta ofrece una reflexión en torno a la sexualidad y sus opciones, la religión- esa brecha que separa- y las relaciones interpersonales. Drama intimista que ofrece una historia transgresora con una buena puesta en escena, que en ningún momento abusa de la cursilería y menos aún del melodrama. Es contenida y mesurada.

Su trama es por demás sencilla, un ingeniero constructor israelí (Zohar Shtrauss) se encapricha con el pastelero Thomas (Tim Kalkhot) a quien conoce precisamente en Berlín. Entre ambos, inicia una historia de amor, pero a su regreso a Israel Oren fallece en un infausto accidente automovilístico ocurrido en Jerusalén.

Thomas se queda triste y decide viajar a Israel, y es así como conoce a Anat (Sarah Adler), la viuda de Oren, quien es dueña de una cafetería en Jerusalén, ésta le ofrece trabajo como lavaplatos, Thomas acepta, está ávido de contactar con la vida real de Oren, a quien sigue amando post-mortem.

Una historia mínima para el desarrollo de una pequeña película en cuanto a producción se refiere, pero grande en cuanto a lo que propone. Una revalorización a conciencia de lo contradictorio que pueden ser las personas, así como aquellos giros del azar que trastocan a una vida, que desde entonces nunca más volverá a ser la misma que antes.

“El repostero de Berlín”, filme que el año pasado obtuvo el Premio Especial del Jurado del Festival Karlovy Vary East of the West. Cuenta con sutiles actuaciones por parte de sus actores, un desarrollo lleno de imágenes en silencio que nos remiten a sus sentimientos soterrados, así como planos fijos de notable expresión artística.

Además que Graizer aprovecha para mostrar las relaciones germano-judías en la actualidad. Resulta un tanto inusitado que cuando Thomas descubre sus habilidades culinarias, él prepare comida para la clientela judía y ésta lo suela valorar.

Sin mayores aspavientos pero con paso firme, esta agridulce historia de amor resulta sumamente conmovedora, sobre todo porque uno de sus temas centrales es el dolor- casi insuperable-, que resulta cuando muere el ser amado.

Drama suave y amable de ese amor que no se atreve a decir su nombre en público. Un filme altamente recomendable, que cuenta con suave lirismo que va envolviendo al espectador.