Enlace Judío México – Nacido como un judío de la ciudad de Buenos Aires, Hoshitango Imachi hoy es un ciudadano japonés que alguna vez tuvo el sueño de convertirse en un yokozuna del deporte nacional de la tierra del sol naciente.

En 1987, Imachi Marcelo Salomón, un instructor de natación de 22 años entró en un gimnasio en Buenos Aires y comenzó con un deporte hasta cierto punto inusual en América Latina: el sumo.

El Sumo es el deporte nacional de Japón, en el que dos luchadores (rikishi) con sobrepeso y una ligera prenda que les cubre los genitales, tratan de sacarse mutuamente de una pequeña área circular o se embaten hasta que uno caiga derribado.

Con una altura de más de 1.80 m. de altura y un peso de 145 kilogramos, Salomón logró consolidarse en la práctica del deporte, hasta que un entrenador japonés estuvo presente durante una de las peleas de Imachi y le hizo una oferta. Aunque otra fuente informa que primero se mudó a Japón para estudiar, pero luego decidió meterse de lleno al sumo para mantener a su familia.

De una u otra forma, Salomón se convirtió en Hoshitango, el primer luchador judío de sumo. Hoshitango es una composición entre las palabras hoshi, que en el idioma japonés significa estrella, y tango, el baile por el que Argentina es identificado a nivel mundial.

De acuerdo a su propio testimonio, los japoneses nunca tomaron mucha importancia respecto a su origen judío. Para sus colegas, era más notable su naturaleza de ser un blanco proveniente de occidente.

Hoshitango (con la prenda de color negro) en acción durante un enfrentamiento a inicios de los años 90.

“Ser judío no le importa a los otros luchadores de sumo”, le dijo al Indianapolis Jewish Post en una entrevista que data de 1992. “Sigo diciéndoles, ‘Hola, soy judío, se supone que debes darme un mal momento. Pero nada…podría ser católico y poco les importaría”.

Aunque los extranjeros (con un número histórico importante de rikishi originarios de Mongolia y EE.UU.) comenzaron a llegar al Sumo en la década de 1960, a finales de los años 80, el deporte se mantuvo relativamente hermético. Hoshitango fue prácticamente el único luchador blanco durante la mayor parte de su carrera de 17 años.

“En esencia, era el corazón y el alma del sumo”, dice David Benjamin, autor de “Sumo: una guía del fanático del pensamiento del deporte nacional de Japón”, en entrevista con el portal Forward, quien otorga hace una nada halagadora síntesis de la carrera de Hoshitango. “Era un atleta mediocre, era capaz de ganar mucho peso, lo cual es muy importante, y esperó en el nivel superior durante la mayor parte de su carrera”.

De hecho, incluso cuando Hoshitango llegó a la división de Juryo, donde los luchadores comienzan a ganar un salario y son atendidos por sus inferiores, continuó teniendo tareas de limpieza.

Para ser justos, señala Benjamin, los finales de los 80 y los 90 fueron un momento de auge para el sumo y Hoshitango se enfrentó a algunos grandes luchadores.

Después de ascender al nivel de Juryo por primera vez en 1992, Hoshitango duró solo un torneo antes de volver a la división sin salario de Makushita. Dos años más tarde se mantuvo en tres torneos y en 1998, a la edad de 33 años, se abrió paso entre 12 más. Aún así, no estuvo a la altura de la división Makunouchi: las ligas mayores de sumo. A partir de aquí, con un récord de 17 victorias en 42 partidos, su destino en el deporte fue en gran parte sellado.

“Prácticamente terminó su carrera”, dijo Benjamin. “No había ninguna razón para que continuara porque sabía que no iba a subir nuevamente”.

En el año 2000 se convirtió en ciudadano japonés y en el año 2004 abandonó el sumo. Desde 2007 decidió entrar al ring de la lucha libre profesional, una vocación mejor, más convencional y mucho más lucrativa para él, donde ha sido conocido por ejecutar llaves como el Backbreaker argentino y el Buenos Aires Running Splash. Como muchos exluchadores de sumo, también está en el negocio de los restaurantes.

“En Ryogoku, donde la arena de sumo está en Tokio, probablemente haya 50 restaurantes chankonabe dirigidos por ex rikishi“, dice Benjamin. Pero el restaurante de Hoshitango, Tan & Go Dining, tiene la distinción de servir sabores latinos junto con guisos más tradicionales.

Al abandonar Argentina, Hoshitango parece haber redescubierto sus costumbres tanto nacionales como judías. En una entrevista reciente con el periodista Nanako Yamamori, dijo: “He aprendido a ser disciplinado y respetar a los demás. Es por eso que todavía estoy aquí en este país. El sumo era una escuela tan excelente para alguien como yo que provenía de una familia pobre. El sacrificio y las disciplinas te enseñan cómo vivir en Japón”.

Fuente: Forward / Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico