Enlace Judío México.- Uno de los temas que continúan discutiéndose luego de la reunión entre los presidentes Trump y Putin en Helsinki es la situación de Irán en relación a la retirada de EE.UU. del acuerdo nuclear y las gestiones de Washington para restringir la influencia iraní en Siria.

Los estadounidenses están tratando de presionar a Moscú para que abandone su postura neutral sobre ese tema. Teherán teme que de alguna manera Trump haya llegado a un acuerdo con Putin para que este último contribuya a la retirada total de las fuerzas iraníes y pro-iraníes tanto de Siria como de Irak.

En días previos a la cumbre, el asesor del líder espiritual Ali Khamenei, Ali Akbar Velayati, trató de influir sobre la postura rusa. Esta no fue la primera y la agenda oficial iraní es casi siempre la misma: “lazos políticos, cooperación económica en expansión y programa nuclear iraní”.

Sin embargo, desde la visita reciente de Velayati a Moscú, el escenario ha cambiado un poco: para ese momento, analistas iraníes y rusos discutían sobre la preocupación de Rusia a un posible acercamiento iraní-estadounidense, mientras que las reuniones del 12 y 13 de julio tuvieron lugar en el período de clara exacerbación del “problema nuclear iraní” y de las futuras sanciones estadounidenses que entrarán en vigencia el 06 de agosto donde ninguna empresa que comercie con Irán podrá utilizar el dólar como divisa de pago.

Ahora es Irán quien está discutiendo la posibilidad de convertirse en factor negociable en las relaciones entre Rusia y los EE.UU. El interrogante en Teherán es “¿Podemos confiar en Rusia?”; este es un tema político interno importante para Irán. El viaje de Velayati tuvo como objetivo encontrar una respuesta positiva en Moscú.

A su llegada a Rusia, el asesor no entró en detalles en referencia a los dos mensajes que trajo a Vladimir Putin de parte de Ali Khamenei y del presidente Hasan Rohani, sino que por tradición llamó a las relaciones bilaterales como estratégicas. Esta caracterización todavía tiene como base la cooperación en el apoyo a Siria y Rusia a lo que se conoce como acuerdo en materia nuclear del 2015, así como también a las referencias sobre una agenda a largo plazo compartida por los dos países.

Según la agencia iraní IRNA, durante la reunión en Moscú, Velayati confirmó que los expertos iraníes se encontraban en Siria e Irak por invitación de sus gobiernos legítimos y se marcharían de allí solo si Damasco y Bagdad decidieran que ya no necesitarán la ayuda de consejeros militares de Irán.

Por lo tanto, Teherán pretende eximirse de responsabilidad por su presencia en el territorio de estados extranjeros. La resistencia contra la política estadounidense e israelí hacia los países de la región sirve como apoyo ideológico conveniente en ese caso, especialmente en una frase tal como “Irán y Rusia unidos contra los terroristas alentados por Washington y Tel Aviv”.

La reciente retórica de Moscú no contradice estas declaraciones. El 28 de julio, el representante de Rusia en los EE.UU. Vasily Nebenzya reconoció los motivos legítimos de la presencia iraní en Siria en su discurso, aunque Moscú enfatizó muchas veces la necesidad de retirar todas las fuerzas extranjeras de ese país. Sin embargo, Moscú prefiere hablar cautelosamente sobre sus relaciones con Irán. Por ejemplo, en todas las cumbres de la Organización de Cooperación de Shanghái, las declaraciones se repiten sobre el tema a la actitud positiva de Rusia hacia la plena membresía de Irán, pero hasta ahora no ha habido cambios en el estatus de Teherán.

Tras el resultado de las negociaciones en Moscú, Velayati anunció que las compañías rusas estaban listas para invertir 50 mil millones de dólares en el sector energético de la República Islámica y dijo que eso compensaría la retirada de empresas europeas, que deben cumplir con las sanciones de EE.UU. contra Irán. El Kremlin, sin embargo, no se apresuró a confirmar estas inversiones y el ministro de energía y minas Alexander Novak declaró que el ofrecimiento ruso a Irán sigue siendo el mismo: petróleo a cambio de bienes.

Tras la decisión de Trump en mayo de retirarse del acuerdo nuclear con Irán, Teherán mantuvo las expectativas del apoyo europeo. Pero a pesar del descontento de los líderes de Europa con las nuevas sanciones estadounidenses, las esperanzas de apoyo a las empresas europeas son escasas. Ese es el porqué, luego del fracaso del acuerdo nuclear, el esfuerzo principal del presidente Rohani se centra en demostrar unidad con los países del frente anti-norteamericano: Rusia y China, donde Velayati viajó justo después de haber estado en Moscú.

Sin embargo, los iraníes tienen decenas de denuncias en contra de Rusia. Además de las que han sido discutidas hace ya mucho tiempo: la negativa de suministrar más sistemas S-300 desde 2012 debido a las sanciones de la ONU y la dilatada construcción de la central nuclear de Bushehr. Además de los diálogos de Rusia con Arabia Saudita, para incrementar su exportación de petróleo en formato de la OPEC, de las visitas frecuentes del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu a Moscú y del silencio ruso sobre el ataque contra objetivos iraníes en Siria el 10 de mayo (al día siguiente de otra reunión Netanyahu-Putin). También debe recordarse la reciente declaración del vicecanciller Sergei Ryabkov de que la idea de elaborar un nuevo acuerdo, que complemente al ya constituido acuerdo PIDAC (Plan Integral de Acción Conjunto) valía la pena investigarlo, mientras que los iraníes afirmaron más de una vez que cualquier agregado al acuerdo nuclear era inaceptable.

La cooperación militar en Siria sigue siendo la mejor manera de enfatizar las estrechas relaciones entre los dos países. Por buenas razones, Velayati se apresuró a mencionar el acuerdo de Putin en visitar Teherán pronto para otra reunión de “la troika de Astana”.

Mientras tanto, los conservadores iraníes repiten la falacia de que la gente se acostumbró a las sanciones desde hace mucho tiempo, pero la verdadera situación en Irán es más grave que en el 2012, cuando la ONU introdujo las primeras sanciones. Es evidente que un mayor aislamiento sería altamente negativo en este contexto y es por eso que fue necesaria la comunicación entre el Líder Supremo y el presidente de Rusia. De allí el intento de presentar las relaciones ruso-iraníes dentro del marco del paradigma de la Guerra Fría sindicando a los EE.UU. como el principal enemigo parece ser el mejor escenario en Teherán, donde muchos ciudadanos se preguntan hasta cuándo podrá sostenerse el régimen en virtud del crecimiento del descontento popular por el curso de la economía, la depreciación de la moneda local (1 dólar estadounidense cotiza hoy a 120,00 riales) y la creciente represión a ese descontento por parte del gobierno.

 

 

Fuente:infobae.com