Enlace Judío México.- El director de orquesta, pianista y compositor estadounidense Leonard Bernstein nacido en el seno de una familia de judíos rusos emigrados, fue el primer director de orquesta de Estados Unidos que alcanzó renombre universal.

Músico polifacético, sus dotes e innegable talento no sólo le permitieron brillar en el campo de la interpretación, sino que también consiguió triunfar en la composición, tanto en la llamada «seria» como en la comedia musical. Dos de sus incursiones en este último género, On the Town (1944) y West Side Story (1957), ambas popularizadas por el cine, le procuraron un amplio reconocimiento entre el público.

Los primeros pasos de Bernstein como director de orquesta estuvieron alentados por Serge Koussevitzky, su mentor en su etapa de estudiante en Tanglewood. En esta faceta, su defensa de una interpretación abiertamente subjetiva, dentro de la más pura tradición romántica, le hacía obtener sus mejores frutos en las obras de compositores con un alto componente expresivo en su música, como Franz Liszt (su versión de la Sinfonía Fausto es un clásico de la fonografía), Gustav Mahler o Dimitri Shostakovich, mientras que en el repertorio clásico sus logros, pese a ser apreciables, no alcanzaban idéntica altura. Además, Bernstein fue un entusiasta defensor y divulgador de la nueva música estadounidense: autores como Aaron Copland, Charles Ives y Gershwin formaron parte de sus programas de concierto hasta su muerte.

Fiel reflejo de sus variadas aficiones y gustos, que en música se extendían desde el clasicismo de Haydn hasta el jazz, el estilo del Bernstein compositor se distingue por su eclecticismo. Una ópera, A Quiet Place (1984), tres sinfonías de amplias proporciones (1942, 1949 y 1963), una Serenade (1954) y varias canciones constituyen lo más granado de su catálogo. Sin embargo, a pesar de su apreciable valor, ninguna de estas partituras ha alcanzado el nivel de popularidad de sus comedias musicales.

Estudió en la Universidad de Harvard hasta 1939, luego conoce a los directores de orquesta Fritz Reiner, Dimitri Mitropoulos, y luego Serge Koussevitzky del que se convirtió en asistente en 1940 en Tanglewood. Fue nombrado director asistente de la Orquesta Filarmónica de Nueva York en 1943, antes de regresar a Tanglewood para dirigir y enseñar a partir de 1951. De 1958 a 1973, presentó conciertos de jóvenes en programas de televisión en el que demuestra todas sus habilidades de enseñanza para niños que descubren la música clásica de una manera lúdica.

Fue nombrado director musical de la Filarmónica de Nueva York desde 1958 hasta 1969 y adquiere una reputación internacional por una parte como director de orquesta y por otra como compositor de forma notable con el musical West Side Story.

Afamado director de orquesta conocido por su energía explosiva, tanto en las repeticiones como en los conciertos, dirigió las formaciones más grandes de este mundo: además de la Filarmónica de Nueva York, también con frecuencia dirigió la Filarmónica de Israel, la Filarmónica de Viena (donde tuvo problemas para que se aceptara la música de Mahler), la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam, la London Symphony Orchestra, la Orquesta Sinfónica de la Orquesta de la Radio de Baviera y de la Nacional de Francia. Sólo hubo una colaboración con la Filarmónica de Berlín, como demuestra la grabación en directo del gran éxito de la 9ª Sinfonía de Mahler en 1979. Estaba cómodo en todos los repertorios, con una clara preferencia por Gustav Mahler (dijo: “Mahler, soy yo!”).

Leonard Bernstein, uno de los grandes directores de orquesta y compositores del siglo XX, autor de musicales como «West Side Story» o «Candide», de bandas sonoras como «La ley del silencio» y de obras como «Los salmos de Chichester», fue su labor al frente de la Orquesta Filarmónica de Nueva York -que dirigió desde 1943 hasta 1990, año de su muerte- la que más le hizo destacar; no solo por su trabajo con los músicos, sino por la fecunda labor educativa que llevó a cabo a través de sus conciertos para jóvenes televisados entre 1958 y 1972.

Hombre de personalidad desbordante y músico de sólida preparación, para el recuerdo quedan las imágenes de su soberano enfado con José Carreras durante la grabación de «West Side Story» o las del único concierto que ofreció en 1984 en el Teatro Real de Madrid junto a la Filarmónica de Viena, en el primer festival de Otoño; aquel día figuraba en el programa su «Segunda Sinfonía», y como bis se ofreció un fragmento de esta pieza, que Bernstein no dirigió, para que se viera la categoría de la orquesta. También queda su compromiso político y social, que le llevó, en 1989, a rechazar la Medalla Nacional de las Artes que le otorgó el Gobierno de Estados Unidos como protesta por la escasa dotación que la Administración de George Bush había dado a la cultura.

Fue un entusiasta de John Kennedy, a la que dedicó su «Sinfonía número 3», compuesta tras el asesinato del presidente, en 1963; su viuda, Jacqueline Kennedy, le encargaría en 1971 una obra con la que inaugurar el John Kennedy Center for the Performing Arts de Washington, y Bernstein compuso «Mass», uno de sus más emotivos trabajos… Y también uno de los más polémicos, ya que su carácter anti-bélico asustó a Richard Nixon, que decidió no llevar a cabo la inauguración del centro.

West Side Story

Sin duda, su trabajo más destacado como compositor es el musical «West Side Story», una obra con libreto de Arthur Laurents y letras de Stephen Sondheim que se estrenó en el teatro Winter Garden de Nueva York en septiembre de 1957. La versión cinematográfica que dirigieron Jerome Robbins y Robert Wise -y que obtuvo diez oscars- universalizó esta actualización de la historia de Romeo y Julieta situada en el Nueva York interracial de los años cincuenta.