(JTA) — Shalom. Salam. Paz.

Jason Dov Greenblatt

En el judaísmo, la palabra paz se encuentra en el saludo común Shalom Aleijem. En el mundo musulmán, As-Salaam-Alaikum, o “la paz esté con ustedes”, se usa de manera similar. Los Días Sagrados están ante nosotros, y en el majzor (el libro de oraciones para los Días Sagrados) la palabra “Shalom” aparece a lo largo de la liturgia, que enfatiza la importancia de la paz.

A medida que la comunidad judía se prepara para celebrar las fiestas de Rosh Hashaná (el año nuevo judío) y Yom Kippur (el Día de la Expiación), la comunidad musulmana termina por completar su fiesta de Eid Al-Adha (la Fiesta del Sacrificio), una de las fiestas más santas en el calendario musulmán.

Estas festividades, y los saludos comunes de buenos deseos compartidos en todo el mundo cada día, nos inspiran a seguir esforzándonos para mejorar las vidas de los demás y nunca ceder en nuestra esperanza por un momento de paz.

En los últimos 19 meses, en busca de una paz aparentemente distante y esquiva entre israelíes y palestinos, he tenido la suerte de haber tenido muchas experiencias poderosas con gente en la región. Israelíes y palestinos, jóvenes y viejos, seculares y religiosos, musulmanes, cristianos y judíos, tienen dudas sobre las perspectivas de paz, y su escepticismo ciertamente está justificado. A pesar de los conocidos desafíos, la gente de la región y su dedicación a la búsqueda de la paz me han inspirado. Con frecuencia la gente se acerca para pedirme que agradezca al presidente Donald J. Trump por devolver la esperanza de paz a la región y por llevar su búsqueda a la conversación cotidiana. Las personas entienden que este es un desafío extraordinario, lleno de complejidades en evolución, pero apoyan este noble objetivo.

En mis reuniones con líderes en la región, ellos también apuntan a un camino potencial para la paz. El Medio Oriente ha cambiado dramáticamente desde que este conflicto comenzó hace décadas. Lo que parecía imposible hace sólo unos años es posible ahora. Mañana es aún más posible.

Greenblatt con el primer ministro Benjamín Netanyahu en Israel. (JDGreenblatt45/Twitter)

En 1983, cuando viajé por primera vez a la región, la posición predominante del mundo árabe (con la excepción de Egipto) fue, como lo había sido durante décadas, la agresión y la guerra contra Israel. Unos 35 años después, sin embargo, hay una realidad diferente. Confrontados con un Irán agresivo y enérgico fuera de sus fronteras y poblaciones (incluidos los palestinos de Cisjordania y Gaza) deseosos de oportunidades económicas, la mayoría de los líderes entienden ahora que Israel no es el problema: de hecho, el Estado judío podría ser parte de su solución.

Estamos, por supuesto, con los ojos bien abiertos sobre las muchas incertidumbres que tenemos por delante. El conflicto palestino-israelí no es, como muchos han afirmado, el conflicto central de la región. Resolver el conflicto palestino-israelí no resolverá otros conflictos en la región, incluido el Estado Islámico en Irak y Siria, terroristas en el desierto del Sinaí en Egipto, una trágica guerra civil y continua en Siria, una guerra en Yemen, Hezbolá (una organización terrorista patrocinada por Irán) en el Líbano, la inestabilidad en Libia y un régimen iraní que oprime a su propio pueblo y fomenta el terrorismo en todo el mundo. Pero eso no hace que la resolución de este conflicto sea menos importante.

Greenblatt, segundo desde la derecha, visita la zona periférica de Gaza, el Hospital Ziv de Safed y la Ciudad Vieja de Jerusalén, Agostro. 29-30, 2018. (Embajada de EE.UU. en Jerusalén).

Como ha dicho el presidente Trump, en última instancia, depende de israelíes y palestinos tomar las decisiones difíciles para lograr un amplio acuerdo de paz. Al momento de escribir esto, los líderes palestinos se niegan a participar con nosotros. Tal rechazo comenzó cuando el presidente Trump tomó su decisión audaz, valiente e histórica de reconocer la realidad de que Jerusalén ha sido y seguirá siendo la capital de Israel. La falta de voluntad de los dirigentes para participar es decepcionante y sólo perjudica al pueblo palestino al que dice servir. Es desafortunado que el liderazgo palestino condene un plan de paz que nunca ha visto y que se niegue a participar en un posible camino para todos los palestinos. Este enfoque solo causará que el pueblo palestino se adentre más y más detrás de sus vecinos.

A pesar de estos retos, mis experiencias en los últimos 19 meses ilustran que entre la gente común y muchos líderes regionales, el deseo de paz es real y poderoso. Es nuestro deber con israelíes y palestinos continuar nuestros esfuerzos en la búsqueda de la paz. Se merecen algo mejor de lo que tienen ahora.

Este Rosh Hashaná y Yom Kippur, voy a orar por una solución perdurable para el conflicto palestino-israelí. Rezaré por la calma y la tranquilidad para aquellos en la región de Gaza, tanto israelíes como palestinos que sufren las actividades nocivas de Hamás. Rezaré por las familias Goldin y Shaul, para que Hamás les devuelva a Hadar y Oron. Rezaré por las familias Mengistu y Al-Sayed, para que Hamás les devuelva a Avera y Hisham. Espero que se unan a mí en estos rezos.

Que Dios nos bendiga con un año de satisfacción, buena salud, sustento, felicidad y tranquilidad. Que Dios extienda el tabernáculo de shalom, salaam, paz sobre los Estados Unidos de América, sus aliados y amigos.

(Jason Dov Greenblatt es Asistente del Presidente y Representante Especial para Negociaciones Internacionales)

De la traducción (c)Enlace Judío México
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