Enlace Judío México e Israel.- Crecí contigo y con tus paredes, crecí con un señor en silla de ruedas regalándonos dulces en shabat.

YAFA SCHÑADOWER PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Crecí contigo cuando nos invitaron a ver una obra de teatro en el escenario que estaba en el salón de fiestas.

Crecí contigo cuando te remodelaron, cuando un enorme Maguen David decoró la entrada a tu Shul y te vistieron de mármol.

Crecí contigo cada viernes cuando después de rezar nos esperaban mesas redondas en el vestíbulo afuera del salón de fiestas. Al día siguiente comíamos en mesas largas con Moshe Mendelson sentado en medio de las mesas. El olor a chulent a medio día nos invitaba amistosamente a sentarnos.

Cada Rosh Hashaná y Yom Kipur, cuando imploraba por un año bueno mirando tu hermoso y enorme mural.

Cuando fue Olameinu en tu edificio y sentimos que vivimos ahí durante algunos días.

Cuando me llevaron de la escuela al Museo del Holocausto en el que resguardaste nuestra historia.

Cuando en Sucot hacían una sucá enorme afuera y con trabajo cabíamos.

Cuando le comuniqué a mi futuro esposo que yo quería casarme en este edifico, cuando bailamos el Mazl Tov enfrente de tu mural.

Crecí en tus oficinas cuando fui secretaria de Bnei Brit y salía a comer con el comité Anshey Cuba.

Cuando me animé a formar parte del coro Rinah y conocí gente hermosa. El salón donde cantábamos también fue testigo del embarazo de mi primera hija.

Crecí en tu estacionamiento, en la tienda kosher, en las escaleras de la entrada en donde después de las fiestas se llenaba de gente.

Hoy que tus paredes están rotas y tus muros llenos de polvo, solo me queda agradecerte por todo eso de lo que fuiste testigo, todas mis alegrías y todo lo que recé. Mis cantos, llamadas telefónicas, lluvias, días de sol. Me cuesta trabajo creer que ya no seguiré creciendo contigo y que las fotos en tus interiores se volverán viejas reliquias, me hubiera gustado seguir el camino juntos. Les hablaré de ti a mis hijos con mucho amor y con una amplia sonrisa en la boca. Dicen que tu mural se va a rescatar, me pregunto ahora quién lo verá como lo veíamos nosotros, la congregación que año con año se juntaba en el minián juvenil.

Algo que nos ha caracterizado siempre como pueblo es el no arraigarnos a edificios, porque en cualquier momento algo nos puede separar de ellos, pero a veces es inevitable soltar lágrimas cuando nos separamos de Anatevka.

 

 

 

 

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