Eduardo Huerta en exclusiva para Enlace Judío México e Israel- La Comunidad Hebrea de Guadalajara se vistió de gala con el tradicional brindis comunitario el pasado 6 se septiembre en las instalaciones de la misma.

Fue un evento abierto a socios de la Comunidad Hebrea de Guadalajara, Comunidad Israelita de Guadalajara y sus invitados, con el fin de celebrar un año más de convivencia comunitaria.

Durante el evento, se habló de los retos que ha pasado la comunidad que, aunque pequeña, tiene un gran corazón

Palabras de Graciela Ciociano, presidenta de la Comunidad Hebrea de Guadalajara

“¡Muy buenos días, señoras y señores pasajeros!” – El cielo estaba gris, el vagón frío, éramos muchos y casi todos nos hubiéramos reconocido si alguna vez nos hubiéramos mirado. Sin embargo, la voz del vendedor, sí pareció despertar una especie de recuerdo….

“Como ven, no traigo entre las manos nada para venderles …” Era casi irritante, porque el hombre hablaba con timidez abrumadora, y no resultaba sencillo con él, como con otros, limitarse a esperar que terminara, previendo su discurso y sin mirarlo. “Hace un tiempo, empecé en esta tarea y aunque la mercadería que ofrezco me ha costado tan cara, que no quisiera vivir otra vida en la que me viera obligado a pagarla, la ofrezco sin precio fijo. El sistema es raro, pero la oferta tampoco es fácil de encontrar en los negocios y prefiero que las damas y caballeros presentes, la adquieran sólo en el caso de que, como a mí, les parezca de uso indispensable y pagando no lo que crean que vale, sino lo que sienten que pueden. A lo mejor así, ustedes y yo podemos seguir manteniendo este sistema”.

Parecía fatigado y algunos de nosotros estábamos seguros de haberlo visto ya, y de haber comprado algo que ofrecía. Ahora, todos lo escuchaban: los que seguían con los ojos cerrados, la señora del pañuelo en la cabeza, la de la nena en brazos, el viejito y el señor del portafolios, el muchacho sin saco, y la rubiecita aferrada a su novio.

Carraspeó y, como si lo recordara de pronto, cobrando ánimos, aplaudió el aire delante de su cara, a la manera de los magos antiguos y dijo: “Les ofrezco una idea. No está completa, no puedo afirmar que sea original, no puedo asegurar que funcione de la misma manera para todos… Pero sé que es una buena idea” -sonrió, como si suspirara, porque antes de ofrecerla a los señores pasajeros, la he probado yo mismo” .Se calló un momento, con ese sabio silencio de los buenos vendedores. Y cuando volvió a hablar, había cambiado totalmente de tono.

-“Señoras y señores pasajeros: todos nosotros compramos, cada día, minuciosos relatos de muerte impune, miserables recuentos de crueldad infinita, desbordantes crónicas de locura, devastación y sangre, reducidas a cifras de un balance en el que siempre somos perdedores. Todos nosotros desayunamos, cada mañana, la amarga realidad de que la muerte tiene mejores titulares que la vida. Ninguno, supongo, sin embargo, propondría que los diarios dejaran de publicar los asesinatos, sino que los asesinos dejaran de gozar de buena salud para celebrarlos. Entretanto, como el tema es urgente, tendríamos que buscar otro espacio para vendernos a nosotros mismos, los titulares que testimonian que no todo está perdido. Un espacio interior, pero expresivo”.

Sacó un pañuelo, se secó la cara y se quedó mirándolo, como si no recordará para qué servía. Lo arrugó en la mano y, mientras parecía ruborizarse casi violentamente, abrió los brazos con una fuerza insospechada y gritó como si suplicara: “Hagamos una lista, cada uno la suya, una lista humilde, pero minuciosa, de todos los gestos y toda la gente que nos hacen bien. Una lista personal, sin prioridades, sin famas, sin mayúsculas… Con el perdón de los señores pasajeros y sólo a manera de ejemplo, leeré la mía”.

El papelito que sacó del bolsillo estaba doblado en cuatro y escrito de ambos lados. Recitó, con pudor pero en voz alta: “Mi primo Tito, que es médico porque le gusta curar a la gente y que tiene úlcera porque traga todo el dolor para aliviar; los señores Álvarez Marián y Barbeito y la Señorita Marta, que venden máquinas de escribir, enfrente de mi casa, y tratan a todo el mundo como a un semejante; el dueño del garaje que hace favores como si viviera de eso y el Morocho que lava los coches mientras da consejos que parecen abrazos; el cartero que entrega las cartas con dirección equivocada, porque se siente responsable de que la comunicación no se interrumpa; mi abuela con nombre de flor, que enterró a sus hijas y siguió siendo capaz de querer a los hijos de otros…” Se detuvo de pronto, miró de frente, con los ojos extrañamente húmedos. Dobló el papelito y se despidió: “Muchas gracias por su atención, señoras y señores pasajeros. Y espero que pasen ustedes un buen día”.

Mientras guardaba la lista, algunos comenzaron a rebuscar billetes en sacos y carteras. Otros, sin embargo, eligieron un pago diferente. Empezaron una lista en un papel cualquiera, escribiendo con letra chiquita.

Buenas noches, en medio de un mes de reflexión y balance, un brindis que refleje nuestro décimo quinto aniversario y nos dé oportunidad de encontrarnos en el deseo de un año pleno, es un gusto del que no nos podíamos privar.

En el balance comunitario, la lista de cosas buenas y que nos han hecho bien, creo yo, es indispensable, construido entre todos, liderado por nuestro seminarista Gustavo, participativo y compartido, el proyecto de la comunidad que veníamos formando, consolidar todo, no sólo actividades, proyectos, vivencias y rezos que no faltaron, desde Luces por la paz, la pintada de Recordarte, el Shabaton uno y dos, las actividades de los niños, las reuniones de Jóvenes, Shai y Linda nuestros mochileros, ahora Shajar, todos y cada uno de los Hagim, la Wizo, las clases de los sábados, los grupos de estudio, el proyecto Aleph y un montón de cosas más que fueron dando forma a la idea de tener cada vez más, una comunidad de servicio que brinde el espacio a todos los que queremos vivir nuestro judaísmo de esta manera.

Pero hay otra lista, que creo yo, que es un poco más extensa que esa y un poco más significativa, son los enormes gestos solidarios en campañas que hablan de nuestro compromiso: es la compañía amorosa de cada uno en un nacimiento, en una Shive, es la tarea maravillosa de Bikur Jolim, dando seguimiento a quienes más necesitan de nuestra presencia; es la complicidad de un coro, que canta y se divierte; es la disponibilidad para integrarnos en cantar, bailar y hacer falafel, en un evento compartido con la Comunidad Israelita; es lo divertido de la grabación de la Hatikva es despedirnos juntos, a los jóvenes que se van, y echarnos porras y felicitaciones por Whatsapp cada vez que nos necesitamos; es estar unos para otros, sabiendo que podemos tener el privilegio de ser parte, porque por supuesto, en el balance tiene cosas malas, de esas las voy a hablar en Pésaj obviamente hay mucho por hacer y mejorar.

Indudablemente hay gente que quisiéramos que estuvieran acá, necesitamos dinero, necesitamos dirigentes, un Minian seguro y tranquilo, pero finalmente, estamos todos juntos, comprometidos, unos más, otros menos, pero todos en lograr que eso pase, desde una misión, que contempla las diferencias y nos hace únicos y cuidados, en una comunidad identificada con lo religioso, con los valores, con la cultura y con Tikún Olam como misión.

Bienvenidos a quien nos acompañan por primera vez en la comunidad Hebrea de Guadalajara, aquí tienen su casa.

Shana Tová. Que tengamos todos un año pleno esto en significados compartidos.

Palabras del rabino y seminarista de la comunidad Gustavo Geier:

Shaná quiere decir año, y es interesante como en los primeros dos días del año, a los Jajamim, a los sabios decidieron que no solamente se llamaría el principio del año, sino que sería Rosh Hashaná, los días en los cuales, sí o sí, debemos ponernos la cabeza en funcionamiento, y la idea del Jeshbon Ha-Nefesh, de la evaluación del alma y de ver qué es lo que hicimos durante todo el año que pasó, y sobre todo bien intensificado en el último mes.

Tiene que ver exactamente con eso, con que nuestra vida muchas veces, no sólo que debería estar más planificada, sino que seguro que no lo es, seguro que no lo es, y seguro que somos falibles, y de seguro que tenemos cosas para mejorar, y seguro que cometemos errores, entonces el que supone que en cada una de las reflexiones logramos la infalibilidad, no lo va a lograr nunca. Y me acusa a mí ,cuándo  dice, “Evaluar lo bueno”, porque si solamente vamos a hacer hincapié en lo malo que tenemos, entonces no lo vamos a lograr levantarnos, si lo único que ve logrado es lo malo.

Es verdad que viene el Día del Juicio, la pregunta es ¿Quién hace el juicio? Porque nosotros preparamos para que las huestes celestiales hagan su evaluación de nuestra vida y que es lo que nos va a pasar el año que viene, pero el juicio real, es el nuestro.

El juicio real es el que venimos haciendo y el que nosotros vamos a hacer durante los dos días de Rosh Hashaná, esos dos días en los cuales ponemos sí, o sí, la cabeza y ese juicio supuestamente se cierra en la noche de Kipur, cuándo los portones del cielo, en la Tefila de Neilá, Neilá quiere decir “Cerrar” los portones del cielo, se cierran y entonces ahí se elabora el veredicto. Pero fíjense como es nuestra tradición, pero yo te invito más, no, hasta Sucot, hasta las cabañas que viene unos días después, menos de una semana, y aun así cuándo alguno no logró, porque puede ser que uno se mienta, como dijimos, nosotros nos mentimos todo el tiempo, “No hicimos todo mal”, “no hicimos todo bien” y nos evaluamos mal, entonces se tira, y se tira incluso hasta cuándo termina Sucot, hasta Sheminí Atseret, un día antes de celebrar, que volvemos a celebrar que volvemos a comenzar la lectura de la Torá.

Eso, todo eso, es lo que estamos hoy celebrando: que somos falibles, que comentemos errores, que nos juntamos todo el tiempo, con nuestros errores, también en nuestra comunidad y también en otras comunidades, porque reconocemos que sobre errores que podemos construir, porque tenemos mucho bueno, mucho bueno para brindar, y cada vez que nos vemos a las caras, que somos pocos; entonces nos conocemos todos las caras, podemos reconocer en el otro el esfuerzo que pudo haber hecho, para estar mejor conmigo y eso también es lo que hacemos en este mes de Elul, en Rosh Hashaná, y hasta Sucot, pasando por Kipur”.

El rabino invitó a los asistentes a la mesa para hacer las bendiciones, así como explicar algunos de los símbolos implícitos en cada una de las cosas que se ponen en la mesa de Rosh Hashaná, resaltando la fortaleza de su simbología.

Propuso que más allá de la abundancia personal, que es la que siempre se pide, tengamos también abundancia de proyectos, abundancia de compromisos, abundancia de poner nuestro corazón, nuestras manos, y nuestro todo nuestro ser para crear lo que nosotros pensamos que estamos asociándonos, cada día a nuestras vidas, en el Tikun Olam, en el mejorar este mundo para tener un mundo mejor.