Enlace Judío México e Israel.- Kim Jong Un congregó a 100.000 personas, según las informaciones, de las cuales muchas ondeaban el estandarte azul y blanco, para recibir a Moon Jae-in, el presidente de Corea del Sur, a su llegada a Pyongyang el 18 de septiembre.

GORDON G. CHANG

Al presidente Moon no parecía importarle que nadie portase el símbolo de su país, la República de Corea. “Lo que estuvo notoriamente ausente fue la bandera de Corea del Sur”, comentó Taro O, del Pacific Forum, en un correo electrónico a Gatestone. “Quizá los surcoreanos se quedaron tranquilos al ver que Lee Jae-yong, de Samsung, llevaba la insignia de la bandera surcoreana en la solapa de la chaqueta cuando estaba en Corea del Norte. Nadie del gobierno de Moon lo hizo”.

Ni tampoco el propio Moon. De hecho, durante todo el viaje se desvivió para reducir la legitimidad del gobierno que él dirige y el país que lo eligió como representante. Como observó O, en el viaje, Moon empleó a menudo la expresión “nam cheuk”, literalmente, “lado sur” o “sur”, cuando la costumbre de que los líderes surcoreanos digan “Hanguk”, literalmente “el país del pueblo han”. Similarmente, cuando Moon estuvo en el norte dijo “cham cheuk gookmin”. Se traduce como “ciudadanos del lado sur”. Los presidentes surcoreanos utilizarían normalmente “uri gookmin”, literalmente “nuestros ciudadanos” y figurativamente “mis ciudadanos”.

En cambio, Kim Jong Un no fue recíproco con los gestos retóricos de Moon. Durante la visita él utilizó el término comunista “uri inmin”, “nuestro pueblo”, o “mi pueblo”.

La República Popular Democrática de Corea de Kim no reconoce a la República de Corea de Moon como soberana. Asimismo, Corea del Sur no reconoce al Norte. La elección de las palabras de Moon señaló –de forma sutil pero significativa– que no estaba afirmando el derecho de Corea del Sur a existir.

Era obvio que Moon quería cambiar la posición fundamental de Seúl, que se ha mantenido desde la fundación del Estado de Corea del Sur en agosto de 1948. Su Ministerio de Educación, inquietantemente, ya ha cambiado los libros de texto. Hasta ahora, los libros de texto del sur han dicho que Seúl es “el único gobierno legítimo de la península coreana”. Sin embargo, los nuevos libros de texto no incluyen esta declaración. Y, como señala O, el Ministerio de Unificación del sur también ha eliminado la frase crucial de los materiales didácticos.

Para allanar el camino a la unificación, un antiguo y deseado objetivo de Moon, también ha intentado hacer que el sur sea más compatible con el terrible Estado de Kim. Lo más fundamental es que su Partido Democrático de Corea encabezó un intento de eliminar el concepto de “liberal” del concepto de “democrático” en la Constitución.

Afortunadamente, los “conservadores” del sur rechazaron el intento, pero el Ministerio de Educación intentó en junio cambiar los libros de texto del país, y propuso describir su sistema político como simplemente “democracia”. El Ministerio tuvo que transigir, y permitir que el concepto de libertad se incluyera en los materiales.

Además, el gobierno de Moon ya ha mostrado un tibio apoyo a la Fórmula de Unificación de la Comunidad Nacional del sur, que afirma que un Estado unificado debería ser una democracia liberal. Desde septiembre de 1989, todos los presidentes surcoreanos han respaldado el documento como su política oficial.

El régimen de Kim en el norte rechaza la etiqueta de “liberal”, pero también mantiene que es “democrático”, así que los distintos cambios de Moon habrían reducido la alta barrera a la unión de las dos Coreas.

El presidente Moon, por desgracia, ha socavado la democracia de maneras palpables. Desde que se convirtió en presidente en mayo del año pasado, ha hecho uso del control de los grandes medios para reducir el acceso a los puntos de vista disidentes y promover el de Corea del Norte. “A un experto estadounidense que visitó hace poco Corea [del Sur] fue advertido por un medio público de que evitara cualquier comentario crítico de la estrategia de Moon para Corea del Norte”, dijo Lawrence Peck, un destacado experto sobre las actividades pro Corea del Norte en EE.UU., a Gatestone este mes.

Ahora el gobierno de Moon está persiguiendo la libertad de expresión en las redes sociales. Minjoo, como se conoce al partido de Moon, está detrás de un proyecto de ley “para reformar la ley de radiodifusión”, que si entra en vigor le dará al Gobierno el derecho a retirar los videos de YouTube que no le gusten. “YouTube sigue siendo el único espacio abierto para los coreanos que quieran salvaguardar su país como república democrática”, escribe In-ho Lee, ex diplomático coreano y expresidente de la Korea Foundation, en un correo electrónico.

¿Se está convirtiendo Corea del Sur en Corea del Norte? Se está moviendo sin duda en esa dirección. Su líder, según palabras de Peck, “intenta sofocar la disidencia, con apariencia de legalidad, y con formas de presión no oficiales y más sutiles”. Una táctica predilecta ha sido, como explica, “acusaciones de difamación sumamente dudosas contra los críticos”. Además, el Gobierno de Corea del Sur está presionando a los desertores de Corea del Norte para que no hablen sobre el norte.

Las voces conservadoras, dice Peck, están siendo “perseguidas, censuradas, despedidas, procesadas, presionadas u hostigadas”.

Y no son los únicos en la diana. Moon ha creado una atmósfera donde los elementos pro Corea del Norte están librando lo que Lee llama “un reino del terror”. En este terror, sus fuerzas no sólo se sienten con la libertad de hablar, sino que además les niegan la libertad a los demás. Los partidarios radicales del norte celebran ahora mítines que instan al arresto de la “basura”: los que se han escapado del norte para vivir en el sur. Además, los radicales han pegado en Seúl carteles de búsqueda con el nombre de dos desertores, pidiéndoles a los ciudadanos que informen de sus paraderos. Como se cree que la pareja corre el peligro de asesinato por parte de Pyonyang, los carteles ponen en riesgo sus vidas.

Se desconoce si la “democracia libre” está “actualmente al borde del colapso”, como se denunció en la Declaración del 4 de septiembre en el Congreso de la República de Corea sobre la Emergencia Nacional en los Problemas que Afronta la Nación, pero la alarma ahora es generalizada.

Por si todo esto no fuese suficiente, Moon está reduciendo las defensas en las rutas de invasión e infiltración hacia Seúl y proponiendo recortes sustanciales en el ejército de Corea del Sur. Los estadounidenses deberían tener cuidado porque el tratado les obliga a defender al Sur, que durante décadas ha sido el ancla de su perímetro de defensa occidental.

Muchos especulan con los motivos de Moon, pero, sean cuales sean sus intenciones, ha mantenido como altos asesores a los que, como miembros de los llamados grupos juchesangpa, defendieron la ideología juche independentista de Corea del Norte y hasta la fecha se han negado a retractarse de sus posturas. Y hasta la fecha las preocupaciones siguen girando en torno a Im Jong-seok, el radical jefe de gabinete de Moon. Moon, según Peck, ha seguido contratando a asesores de extrema izquierda.

Por lo tanto, la negativa de Moon a insistir en que los norcoreanos ondeen la bandera de su país, algo que un país anfitrión tendría como protocolo diplomático estándar, es profundamente inquietante. Como señala David Maxwell, de la Foundation for Defense of Democracies, el norte sigue intentando socavar a Corea del Sur con “la subversión, la coacción y el empleo de la fuerza”.

Y ahora, Kim parece haber fichado a un simpatizante: Moon Jae-in.

 

 

 

Fuente: es.gatestoneinstitute.org