Enlace Judío México – Hace dos días me puse a revisar los emails que tenía enterrados desde hace varios años, y me encontré con muchas cosas de mi pasado que ya no recordaba. Entre ellas esta carta, en ella agradezco a las personas que a lo largo de años me apoyaron de distintas formas para acercarme a la Torá y que en su momento me ayudaron a empezar una nueva vida bajo las premisas que el judaísmo plantea. “Bal teshuvá” es el término que se usa para referirse a una persona que creció fuera de la halajá (ley judía), de las creencias toraicas, y decidió aceptarlas plenamente; guiando su vida a través de ellas.

En la carta habló de lo importante que fue para mí ese encuentro y los retos que se presentan día a día a una persona que ha decidido tomar ese camino. Quiero compartirla con ustedes porque es una forma de elogiar ese mundo tan distinto y tan querido. La figura principal en la que me basé para escribirla fue en la imagen de Abraham, el hombre que encuentra a D-os completamente solo y decide obedecerlo y seguirlo hasta las últimas consecuencias. “Lej Lejá” son las primeras palabras que le dice D-os a Abraham en la Torá, aparecen el momento en que D-os mismo le pide dejar la tierra de su padre para seguirlo. Esperemos les guste la carta y la encuentren productiva.

El camino del baal teshuvá

“Lej Lejá” han de haber sido las palabras más bellas y más difíciles que Abram (1) oyó en su vida. “Deja tu casa, tu tierra y tu familia,” “vete hacia ti” no son cosas que se hacen fácilmente ni escuchamos a diario. Descubrir a D-os en medio de la nada, aceptarlo y decidir seguirlo requiere de carácter, de fuerza y de voluntad. Requiere poder aguantar la duda, la soledad y la confrontación. Es un camino lleno de sorpresas, de verdades, de sabiduría y belleza; un camino que definitivamente vale la pena caminar, pero que al final del día se camina solo.

Esa es la realidad de todo baal teshuvá. Para poder acercarse a D-os tiene que cuestionarse todo lo que ha aprendido hasta el momento. Debe revaluar las experiencias que lo conforman, las cosas que creía saber y los valores que tenía, para aceptar unos nuevos. Se enfrenta a un mundo desconocido y oscuro, lleno de reglas extrañas que muchas veces no entiende del todo y le cuesta trabajo asimilar. Además lo hace solo, defiende su mundo recién descubierto frente al prejuicio de amigos y familiares.

¿Por qué lo hace? La respuesta es sencilla: Porque es hermoso. Porque en ningún otro lugar ha crecido tanto como en el mundo religioso y nunca se ha conocido de esta forma. Porque ha leído un poco de Torá, se ha enamorado de sus palabras y ahora simplemente no la puede dejar.

Le da paz, lo reta y lo obliga a vivir. Le hace levantarse cada mañana, abrir el libro con nuevos ojos y agradecer por ese día. Le recuerda que hace miles de años D-os le habló a sus antepasados en un desierto; y le enseña que hay valores en este mundo que no se pueden trasgredir, que las cosas tienen un sentido y él puede cambiarlo. Ése es el mundo del baal teshuva. El mundo que más he amado.

No puedo sentir más que un profundo agradecimiento por todas las personas que me ayudaron a conocerlo, que me abrieron las puertas de sus casas, me guiaron cuando más lo necesitaba y me enseñaron caminos que sola jamás hubiera encontrado. De corazón Gracias e infinitas Gracias por ayudar a que este mundo exista.

 

Nota:

1) Se escribe “Abram” sin “h” en vez de “Abraham” porque para ese momento D-os no había incluido una hey en el nombre de Abraham, como más adelante haría.