Enlace Judío México e Israel.- Desde el salón Oval en Washington, la administración del presidente Donald Trump ya no oculta cierta sensación de fastidio y frustración dada la dirección que el presidente paraguayo, Mario Abdo, está tomando en materia de política exterior, específicamente para con los asuntos relacionados al Oriente Medio.

GEORGE CHAYA

El ministerio de Asuntos Exteriores del gobierno de Abdo Benítez se ha enfocado en un acercamiento abierto con gobiernos y regímenes que están en el centro de observación de la comunidad internacional, muchos de los cuales, en la mirada de Washington son abiertamente hostiles.

De hecho, la reunión del ministros de Relaciones Exteriores Luis Castiglioni con el canciller de Irán en Nueva York, en el marco de las sesiones anuales de Naciones Unidas marco un punto de inflexión crítico y, como escribió el periodista Armando Rivarola en el diario ABC Color, “la gota que colmó el vaso fue un encuentro de Mario Abdo con Hassan Khalil Dia, el ex embajador paraguayo en el Líbano, a quien recibió en pleno Palacio de López”.

En principio este gesto del primer mandatario paraguayo fue colocado por la administración Trump en lo que puede considerarse como un hecho político de un presidente recién asumido que manifestó cierta falta de experiencia en una gestión que acaba de comenzar al frente del Paraguay.

Sin embargo, la sumatoria de otros eventos de clara implicación política comenzaron a ser vistos por Washington como señales y manifestaciones de una conducta de acercamiento con regímenes, personalidades y organizaciones hostiles hacia los EE.UU., algo que no estaba en el marco de políticas y gestos esperables de un país aliado y considerado socio en varios aspectos por los políticos estadounidenses.

Estos hechos han disparado ciertas alarmas en Washington donde se ha llegado a evaluar la hipótesis en torno a sospechas de que el presidente paraguayo, con su acercamiento a estos sectores, podría estar pagando algún apoyo y financiamiento de su campaña a través del vicepresidente Hugo Velázquez, quien fue fiscal en Alto Paraná y tiene fuertes y estrechos vínculos con la poderosa comunidad árabe islámica de la siempre controvertida Triple Frontera.

Tanto Washington como Jerusalén, en principio tomaron el incidente con Israel como un mal entendido derivado de la falta de experiencia en la gestión, más que nada como un gesto de marcar distancia con el gobierno anterior al cambiar una decisión que su predecesor llevó adelante sin consensuar con ellos en su momento.

No obstante, el mensaje de Abdo fue contundente al no mantener una reunión privada con Benjamín Netanyahu, desairando al Primer Ministro israelí, durante el encuentro anual en las Naciones Unidas, ya sea para informar a Netanyahu de su decisión o para dialogar sobre su posición diferente respecto de lo actuado por su predecesor, eso hubiera sido lo normal, considerando el historial entre Paraguay e Israel como dos estados amigos y socios en muchos aspectos.

Pero lo que más sorprendió en círculos israelíes y estadounidenses fue que el ministro de Relaciones Exteriores, Luis Castiglioni, sí utilizó el marco propiciado por Naciones Unidas para tener una reunión privada con su contra-parte de la República Islámica de Irán, el canciller Mohammad Zarif, y más inapropiado aún fue que ella se lleve a acabo en el marco de aplicación de las nuevas rondas de sanciones contra el régimen khomeinista por parte de Naciones Unidas contra Teherán .

Esas conductas de la delegación del gobierno de Mario Abdo no fueron bien vistas por el Departamento de Estado, no quedo claro, ni se entendió, en que se beneficiara Paraguay tomando distancia de Israel, cuando en realidad Israel tiene mucho que ofrecer a Asunción, en distintos tópicos, como muy bien lo señala el periodista Rivarola en el Diario ABC, cuando menciona aspectos muy relevantes para Paraguay, como por ejemplo “la seguridad cibernética, biotecnología, potabilización de aguas, agricultura y mucho más”. Sin embargo, en sus primeros gestos, el gobierno de Abdo elige acercarse a Palestina y a Turquía, que anunciaron la apertura de sus embajadas en Asunción.

El punto es que “Palestina bien puede ser una causa política y nacional de un pueblo, que al cabo es un pueblo árabe tanto igual al pueblo Jordano o al pueblo Sirio, pero no es un Estado”, y la presencia de una representación diplomática en Paraguay solo servirá para esparcir propaganda y exacerbar al debate nacional y regional, y no para algo realmente productivo y provechoso para los paraguayos.

En relación a Turquía, tampoco es un socio que pueda enriquecer al pueblo paraguayo, solo hay que observar y evaluar hasta qué punto el régimen del presidente Erdogan socavó hasta destrozar sistemáticamente el legado democrático de la República turca de Ataturk para girar radicalmente a la implementación de políticas islamistas, y hoy persigue y encarcela periodistas y personalidades opositoras a su gobierno ademas de haber purgado sus fuerzas armadas luego de fingir un golpe auto-infligido.

El gobierno de Erdogan brindó apoyo en Siria al Estado Islámico (ISIS por sus siglas en ingles) y brindo cobijo a financistas del grupo terrorista palestino Hamás, una organización considerada terrorista junto al Hezbolá chiíta libanés por parte EE.UU.

Más llamativo ha sido que con los antecedentes obrantes, como por caso, compañías de negocios y financieras turcas estuvieron recientemente implicadas en amplios esquemas de lavado de dinero para financiar la evasión de las sanciones a Irán, y las recientes sanciones de EE.UU. a una compañía turca por realizar negocios ilícitos con Corea del Norte.

Lo concreto es que EE.UU. consideró esta conducta del presidente paraguayo como poco amigable y desde varios años viene posando su interés sobre Paraguay debido al accionar de Hezbolá en la Triple Frontera. La pregunta es si era necesario que Mario Abdo empeorara la situación para Paraguay y agravara aún mas las cosas cuando el gobierno decidió recibir lavisita de Estado del Emir de Qatar, Tamim Bin Hamad Al Thani, cuando “Qatar es tan controversial como Turquía, solo que es más pequeño”. Aunque el Emirato del Golfo Pérsico tiene fama de explotar mano de obra extranjera para construir sus fastuosos hoteles y castillos en el desierto, de ser socio de Irán y financista del terrorismo islámico.

Otro hecho no menor sucedido a principios de mes que pasó desapercibido para la opinión pública paraguaya, pero que terminó de encender todas las alarmas en el gobierno de Trump ,fue lo acontecido el 01 de octubre, cuando en silencio, Mario Abdo recibió en el Palacio López a Hassan Khalil Diab, un poderoso empresario de la Triple Frontera que estuvo involucrado en un serio incidente diplomático en Paraguay. Diab, es brasileño, y por él se cambió la ley solo para nombrarlo embajador.

Fue embajador paraguayo en Líbano hasta diciembre de 2016, cuando fue destituido sin ceremonias por Horacio Cartes. El motivo fue que se filtraron unas fotografías de un viaje al Líbano en 2015 que arregló con el entonces diputado Hugo Velázquez, en las que se lo ve en un yate en el Mediterráneo junto con líderes de Hezbolá, organización política legal en Líbano, pero identificada como terrorista por Washington.

Infortunadamente “esta sucesión sistemática de hechos ya no pueden ser vistos como casuales o como errores de principiante”. En su discurso inaugural y en el que pronunció en Naciones Unidas, el Presidente señaló muy bien sus metas de integrarse a la economía global, atraer inversiones serias, combatir el crimen transnacional y erradicar la pobreza. Sin embargo, con su acercamiento a regímenes organizaciones y personas con las que se esta relacionando amistosamente, no le será fácil alcanzar los objetivos enmarcados en sus discursos, ninguno de esos socios que está cortejando lo ayudarán para esos fines”, muy por el contrario, pueden arrastrar a Paraguay hacia el pasado y colocarlo en el foco negativo de la mirada regional e internacional.

 

 

 

 

Fuente:infobae.com