Enlace Judío México e Israel.- El otro día me topé por casualidad envuelta en una conversación en la que una familia de judíos ashkenazim comentaba entre ellos, a modo de broma, (y no tan broma) que estaba prohibido en la familia tener algún novio o novia de procedencia judeo-árabe.

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Juro que no lo podía creer. Pero he visto que esta sensación de rechazo no es unilateral, pues en otra ocasión le pregunté a una señora judía de procedencia árabe sobre el nuevo matrimonio de su hijo, a lo que ella me contestó: Se casó con… una ashkenazí y esto lo mencionó con una expresión bastante extraña en el rostro, una expresión que seguramente decía lo que sus palabras no podían decir en voz alta.

Tengo que aceptar que ese tenue rechazo entre personas de distintas comunidades cada vez es menor. De hecho habrá personas que al leer esto no estén en lo absoluto de acuerdo, pero otras sabrán de lo que hablo, porque yo los conozco y porque he escuchado sus comentarios.

En México, en la década de los 50 del siglo pasado era extremadamente poco común que dos personas de distintas comunidades judías se casaran, afortunadamente hoy no es así.

Sin embargo, todavía se sigue sintiendo esa leve preferencia por evitar en nuestra familia a personas de otra comunidad. Esta preferencia surge por las diferentes costumbres que cada comunidad tiene, y obviamente, cómo ya es bien conocido en la historia de la humanidad, las diferencias provocan críticas, críticas que aunque duelan hoy vale la pena platicar.

Muchos de los judíos ashkenazim piensan que a los judíos sefaradim les encanta presumir, que más que hacer un donativo lo que les interesa es fanfarronear, hacer notar que hicieron una aportación económica y que su nombre aparezca en la placa de cualquier lugar.

A su vez, muchos de los judíos de procedencia árabe piensan que los judíos ashkenazim son codos. Comentan con cierto asombro que en sus casas tienen en la despensa los alimentos en cantidades muy medidas, mientras que en los restaurantes todos los platillos los dividen a la mitad.

¿Dolió? Claro que sí, comentarios así llenan de coraje y de impotencia, y claro, siempre provoca una respuesta: “los judíos sefaradim todo lo quieren arreglar con dinero, son capaces de acercarse a tu personal de servicio y ofrecerles un poco más de sueldo para que éste se vaya a trabajar con ellos”.

“Los judíos ashkenazim son muy liberales, dan mucha libertad a sus adolescentes y por supuesto que eso termina en libertinaje. Además, las familias de los idish se deshacen con mayor facilidad”

No importa si estas críticas son falsas o verdaderas, lo importante es que se comentan sin ser una realidad, aunque claro, comentarios como estos suceden dentro de la confianza del más íntimo núcleo familiar.

Podríamos enfocarnos en cada una de las críticas para tratar de justificarlas y explicarlas, pero prefiero optar por un camino más constructivo y explicar a grosso modo el porqué de una de estas diferencias, tal vez así entendamos de una vez por todas que algunos hábitos distintos tienen su origen hace muchísimos siglos.

Empecemos hablando pues, de los judíos ashkenazim…

Los judíos procedentes de Europa vivieron por siglos enteros bajo dominio cristiano. Este dominio mantenía a los judíos marginados y subyugados. Existían varias medidas antisemitas que impedían a los judíos trabajar con libertad y adherirse al resto de la sociedad. Dichos impedimentos mantuvieron a los judíos de países cristianos enclaustrados en una pobreza total, por lo que las familias tenían que racionarlo todo, de hecho, uno de los platillos más populares en la gastronomía ashkenazi es el Gefilte fish. Un platillo que nace de la creatividad de las madres de familia, que acudían a los mercados a comprar los pedazos de pescado que quedaban al final, y que por ende tenían un precio inferior. Para lograr de este platillo una mejor presentación las mujeres batían este pescado para convertirlo en albóndigas para toda la familia.

Y este, es sólo un simple ejemplo de la vida que tuvieron los judíos ashkenazim, los que tienen un pasado tortuoso que duró desde que comenzó el antisemitismo cristiano (siglo V aproximadamente) hasta la emancipación de los judíos a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

Durante todos estos siglos los judíos se acostumbraron a llevar un modo de vida sencillo, sin llamar la atención, tenían claro que había que racionarlo todo para sobrevivir mientras se cuidaban de las cruzadas, libelos antisemitas, pogroms y hasta una inquisición.

¿Quedan todavía ganas de hacer alguna crítica a los judíos ashkenazim?

Bueno, pues los judíos procedentes de los países árabes tienen una historia muy distinta. Me refiero a los judíos de Líbano, Marruecos, Irak, Irán, Egipto y Siria. Estos judíos crecieron en la opulencia, sobre todo en tiempos de la Edad Media, cuando el Islam brillaba por su conocimiento y por su tolerancia. En todos aquellos países los judíos vivían y convivían con sus vecinos musulmanes bajo una atmósfera de paz, y por consiguiente, hubo un contagio de hábitos, costumbres y tradiciones que perduran hasta la actualidad.

Por ejemplo, los judíos que vivieron dentro del Imperio Otomano durante cinco siglos tuvieron la oportunidad de llevar una vida de inclusión y progreso, es cierto que había impuestos especiales para judíos y cristianos, pero también es cierto que los judíos no tenían impedimento para estudiar, trabajar y ocupar importantes cargos. El Imperio Otomano gozaba de una generosa economía, lo que provocaba una opulencia en vestuario, en la forma de vivir y hasta en la gastronomía. Desde aquellos tiempos era bastante común poner la comida en el piso para sentarse alrededor, la abundancia y la hospitalidad eran valores fundamentales en el Imperio Otomano y las comunidades judías que se desarrollaron dentro de este imperio tuvieron cinco siglos para contagiarse de los hábitos tanto positivos como negativos.

Ésta, es sólo una razón que explica una diferencia entre ashkenazim y sefaradim. Sin embargo, las diferencias son muy diversas y cada una tiene su propia explicación. Lo que vale la pena entender es que cada judío tuvo un pasado distinto, y lo que somos hoy es el resultado de lo que vivimos ayer, juzgarnos, criticarnos y señalarnos no tiene sentido, al fin y al cabo tanto ashkenazim como sefaradim son judíos, todo lo demás es un tumulto de estúpidos prejuicios.


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