Enlace Judío México e Israel.- Desde muy pequeña Raquel Cheja manifestó su interés por los colores, el dibujo y la pintura. Le gustaba estar sola, su distracción era dibujar y apreciaba mucho los trazos de los libros de texto del colegio. Además, y aunque no recuerda haber visto pintar a su padre, las paredes de su casa estaban vestidas con sus cuadros y ella los observaba con frecuencia.

En algún momento de su vida se dio cuenta de lo que podía crear al ver la transformación de un lienzo blanco en algo maravilloso que poco a poco crecía llenando todos sus sentidos.

Ella misma ha visto su evolución a través de la pintura. De ser una niña introvertida, educada a la manera tradicional, con ideas muy arraigadas sobre la importancia de la familia y el deber ser, se convirtió en una mujer abierta que se relaciona con el mundo por medio de su obra.

Se casó joven, a los 19 años, y es madre de tres hijos. Siempre ha considerado que la familia es lo primero y ha visto crecer a sus hijos alternando su crianza con su gusto por la pintura. Hoy, sus hijos tienen edad suficiente y no demandan tanta atención de ella por lo que tiene la oportunidad de dedicar más tiempo a su arte.

Inició su formación pictórica en el bachillerato, posteriormente siguió su aprendizaje con la licenciada Esther Sámano; además cursó el diplomado de Arte Clásico y Técnicas Antiguas en el Instituto Cultural Helénico A.C. y paralelamente estudió con el maestro Víctor Martínez y la maestra Elisa Álvarez.

Su inspiración se basa en el Renacimiento, El Realismo y el Impresionismo y tiene una marcada inclinación por los pintores clásicos como Rafael, Miguel Ángel, Diego Velázquez y su favorito es Leonardo da Vinci. En lo relacionado a pinturas, su obra favorita, por lo que representa, es El Guernica de Pablo Picasso. Le agradan pintores como Carbonell y Ramsés, a quien conoció recientemente. También le agrada el joven pintor mexicano Omar Ortiz. Por otro lado, y aunque no es devota de la obra de Frida Kahlo, le llama la atención su vida.

Su experimentación artística toca diferentes técnicas como puntillismo, carbón, crayola, colores de madera, óleo y texturas, por ejemplo, con polvo de mármol y arena; óleo y telas en tres dimensiones; óleo impresionista; acrílico y óleo sobre tela; arte flamenco antiguo a base de temple, pigmentos y óleos, y la técnica veneciana.

Sin embargo, Raquel prefiere utilizar una mezcla de óleos con el pútrido de la técnica veneciana, con el cual se realza la textura de la piel. A lo cual ella dice: “Lo maravilloso del arte es que puedes crear tu propia técnica y estilo.”

Por mencionar un detalle, en su serie llamada Skin, color & texture trabajó con óleos, texturas y la figura humana realista. Actualmente está utilizando óleos y acrílicos mezclando lo abstracto con la figura humana tal como es.

Desde muy pequeña ha sentido una gran fascinación por la figura humana, en especial la belleza y sensualidad de la mujer, en la cual se ve reflejada y lo expresa a través de su obra.

La vida de Raquel ha sido un constante aprendizaje y crecimiento, como lo podemos estimar por su trayectoria. Ha exhibido sus pinturas en diversas exposiciones colectivas, sin embargo, antes de su primera exposición individual presentada en 2016, realizó una auto-evaluación donde aspiró a reflejarse a sí misma y responderse las preguntas: ¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? ¿Qué quiero transmitir a los demás a través de mi obra y como ser humano?

En su más reciente exposición, Raquel combina el arte con símbolos de la cabalá que hablan de energía.

“Hoy puedo decir que soy artista plástica y me doy cuenta del don que Dios me dio”, señala Raquel Cheja