Enlace Judío México e Israel.- La Primera Guerra Mundial terminó hace 100 años este mes el 11 de noviembre de 1918 a las 11 a.m. Habían perecido cerca de 20 millones de personas desde que comenzó la guerra el 28 de julio de 1914.

VICTOR DAVIS HANSON

A principios de 1918, parecía que ganarían las Potencias Centrales — Austria-Hungría, Alemania, Bulgaria y el Imperio Otomano.

La Rusia zarista se rindió en diciembre de 1917. Decenas de miles de soldados alemanes y austríacos fueron liberados para redesplegarse al Frente Occidental y liquidar a los agotados ejércitos francés y británico.

Estados Unidos, que ingresó tardíamente, no declaró la guerra contra Alemania y Austria-Hungría hasta abril de 1917. Seis meses después, Estados Unidos todavía no había comenzado a desplegar tropas en gran número.

Entonces, de pronto, todo cambió. Para el verano de 1918, hordas de soldados estadounidenses comenzaron a llegar a Francia en números inimaginables de hasta 10,000 tropas de infantería al día. Las caravanas anglo-estadounidenses comenzaron a devastar a los submarinos alemanes. Los errores tácticos del alto mando alemán estancaron las ofensivas alemanas de la primavera de 1918 — la última posibilidad antes que números crecientes de aliados superaran las líneas alemanas.

No obstante, la Primera Guerra Mundial terminó extrañamente con un armisticio — con las tropas alemanas todavía bien adentro de Francia y Bélgica. La revolución se estaba gestando en las ciudades alemanas allá en casa.

Los tres principales vencedores aliados discutieron por los términos de la paz. El presidente idealista de Estados Unidos, Woodrow Wilson, se oponía a una invasión aliada de Alemania y Austria para ocupar ambos países y ejecutar sus rendiciones.

Para la época en que comenzó la Conferencia de Paz de Versalles formal, en enero de 1919, millones de soldados habían vuelto a casa. Los políticos y veteranos alemanes ya estaban culpando por su capitulación a los traidores arteros y difundiendo la mentira de que sus ejércitos perdieron sólo porque se les agotaron los suministros mientras estaban al borde de la victoria en territorio enemigo.

Los vencedores aliados estaban confundidos. Wilson fue idolatrado cuando llegó a Francia para conversaciones de paz en diciembre de 1918, y fue odiado por ser justo cuando partió seis meses después.

El Tratado de Versalles probó ser un desastre, muy duro y muy blando a la vez. Sus términos eran mucho menos punitivo que los que dictarían a Alemania más tarde los aliados vencedores después de la Segunda Guerra Mundial. Antes, Alemania misma había exigido concesiones más duras de unas derrotadas Francia en 1871 y Rusia en 1918.

Al final, los aliados probaron ser implacables con una Alemania derrotada en lo abstracto pero no lo suficientemente duro en lo concreto.

Un resultado irónico fue que los aliados, vencedores pero exhaustos, anunciaron al mundo que no deseaban ir nunca más a la guerra. Mientras tanto, los alemanes, derrotados y humillados, parecían muy dispuestos a luchar nuevamente para anular el veredicto de 1918.

La consecuencia fue una guerra mucho más sangrienta que siguió apenas dos décadas después. Finalmente, “la guerra para terminar todas las guerras” fue renombrada “Primera Guerra Mundial” después que la Segunda Guerra Mundial engulló al planeta y borró unos 60 millones de vidas.

¿Qué podemos aprender del armisticio fallido de 1918?

Mantener la paz a veces es aún más difícil que ganar una guerra.

Para que un enemigo acepte la derrota, debe ser obligado a entender por qué perdió, sufrir las consecuencias de sus agresiones — y sólo entonces mostrarle magnanimidad y darle ayuda para reconstruir.

Los perdedores de una guerra no pueden ser muy exigentes cuando renuncian a luchar en territorio enemigo.

Si los aliados hubiesen continuado sus ofensivas en el otoño de 1918 e invadían Alemania, la paz que siguió podría haber recordado más estrechamente la rendición incondicional y acuerdos que terminaron la Segunda Guerra Mundial, llevando a mucho más que apenas 20 años de calma europea subsiguiente.

La disuasión previene la guerra.

Alemania invadió Bélgica en 1914 porque estaba convencida que Gran Bretaña no enviaría suficientes tropas para ayudar a su aliada y desbordada Francia. Alemania también asumió que el Estados Unidos aislacionista no intervendría.

Lamentablemente, los aliados de 1939 más tarde repitieron los errores de 1914, y el resultado fue la Segunda Guerra Mundial.

Alemania actualmente domina Europa, así como lo hizo en 1871, 1914 y 1939. La paz europea es mantenida sólo cuando Alemania canaliza su enorme energía y talentos en la dominación económica, no militar. Pero aun hoy, en temas tales como inmigración ilegal, préstamos vencidos, Brexit y excedentes comerciales, Alemania tiende a agitar a sus aliados.

Es también siempre poco sabio subestimar a un Estados Unidos pacífico. Estados Unidos posee una capacidad misteriosa para movilizarse, armarse y desplegarse. Para la época en que terminó la breve incursión de 19 meses de Estados Unidos en la guerra en noviembre de 1918, había enviado 2 millones de soldados a Europa.

De haber funcionado el armisticio de noviembre del 1918 y la paz consiguiente, tal vez todavía nos referiríamos a una única “Gran Guerra” que puso fin a las guerras mundiales.

Pero debido a que la paz fracasó, ahora usamos números romanos para contar las guerras mundiales. Y pocos creen que cuando se detienen los disparos, la guerra necesariamente ha terminado.

 

 

*Victor Davis Hanson, estudioso de los clásicos e historiador en la Hoover Institution en la Universidad de Stanford, es el autor de “Las Segundas Guerras Mundiales: Cómo fue Luchado y Ganado el Primer Conflicto Global” (Basic Books, 2017).

 

Fuente: The Washington Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México