Rab. Jonathan Sacks / Enlace Judío – Existe una ley sobre Janucá la cual encuentro profunda y conmovedora. Maimónides nos dice que ‘el mandato de las velas de Janucá es sumamente valioso. Alguien que carece de dinero para comparar aceite o cera debe vender una posesión o incluso si es necesario pedir presado para realizar la mitzvá.’

La pregunta surge: ¿Qué hacemos si en la tarde del viernes tenemos una sola vela? ¿Cómo la prendemos, como una vela de Shabat o como una vela de Janucá? No pueden ser ambas. La lógica sugiere que debemos prenderla como una vela de Janucá. Después de todo, no existe una ley en donde tengas que vender algo o pedir prestado para prender las velas de Shabat. Sin embargo, la halajá (ley judía) nos dice que en dicha situación debemos prender la vela como una vela de Shabat. ¿Por qué?

Oigamos a Maimónides: “La luz de Shabat es prioritaria, porque simboliza shalom bayit, la paz en el hogar. La paz es tan grande que toda la Torá fue dada para hacer paz en el mundo.”

Janucá conmemora una de las grandes victorias militares en la historia judía. Aun así la ley judía ordena que si sólo podemos prender una vela, la vela de Shabat es prioritaria, porque en el judaísmo la batalla militar más grande de la historia es secundaria con respecto a la paz en el hogar.

¿Por qué el judaísmo fue la única civilización antigua que sobrevivió? Porque le dio más valor al hogar que al campo de batalla, al matrimonio que a la grandeza militar, a los niños más que a los generales. La paz en el hogar era más importante para nuestros ancestros que la batalla militar más grande.

Mientras celebramos Janucá, podemos pensar un momento en la batalla real, la cual no fue militar, sino espiritual. Los judíos eran el pueblo que valoraba el matrimonio, la casa, la paz entre marido y mujer, por encima de la gloria más grande en la batalla. En el judaísmo a luz de la paz tiene precedencia sobre la luz de la guerra.

Fuente: rab. Jonathan Sacks