Enlace Judío México e Israel.- Sara Mintz, antes conocida como Maritza Rodriguez es una actriz, modelo, presentadora de televisión y empresaria colombiana. Es conocida por sus actuaciones en más de 20 telenovelas, entre las que destacan “Silvana sin lana” y el “Señor de los Cielos”, sin embargo hoy en día se le conoce por haber cambiado su vida de la fama a una vida con sentido y espiritualidad.

Desde su infancia, su familia siempre estuvo presente, le inculcaron los valores católicos desde que era niña, incluso ella afirma que una de las cosas que siempre le dio seguridad para lograr todas sus metas, fue que sus padres siempre hablaban con ella y nunca dejaron de escucharla.

Su vida artística empezó dentro de la moda, cuando una persona la detuvo en la calle diciéndole que era “la modelo perfecta” para un comercial y aunque era muy tímida, se fue abriendo paso al estrellato. Su apellido nunca le ayudó, pues era muy común entre la farándula, pero nunca quiso cambiárselo, ya que el sentido de identidad que le daba era mucho más importante para ella que solamente subir la escala social rápidamente. Por eso nunca tomó atajos, se enfoque siempre estuvoen la meta final y no el camino corto y por ello la honestidad y el trabajo duro fueron sus mejores herramientas.

Y aunque Sara empezó como modelo de moda, no tardó en abrirse puertas hacia la televisión mas que nada a través de castings.

Comenzó su carrera en la actuación en 1996 con la novela “Mascarada” y posteriormente hizo otros proyectos televisivos como “La mujer en el espejo”, “Marido y mujer” y “La revancha”. Pero, hasta 2001 logró el reconocimiento nacional con su papel protagónico, interpretando a “Bárbara Santana” en “Amantes del desierto”, con el cual consiguió el Premio India Catalina por Mejor Actriz Protagónica de Novela.

Desde el 2006 radicó en Miami donde consiguió consolidarse como actriz. En una amena plática, la actriz que participó alguna vez en Miss Mundo Colombia y Miss América Latina, nos cuenta parte de su vida, su paso por la televisión, su conversión al judaísmo y cómo le cambió la vida su matrimonio.

Sara decidió desde muy pequeña que su identidad sería su centro, lo que la ayudaría a siempre estar conectada con sus valores cuando las cosas se pusieran difíciles, es decir tener un “norte” y no se dejarse influenciar por un grupo con valores que no la representaran a ella, únicamente por pertenecer. “Siempre sabía quien era yo, lo que me dio la fortaleza de enfrentar a las fiestas o a las drogas”.

Su espiritualidad siempre fue una prioridad en su vida y eso fue lo que finalmente la llevó al judaísmo. Habiendo colaborado con más de dos decenas de novelas e innumerables comerciales de televisión, decidió dejar la farándula para dedicarse a su familia, su vida marital y su vida espiritual.

Ese cambio de vida, se debe a su búsqueda de una cercanía espiritual, fuera de la experiencia dentro de misa, es decir que siempre la acompañara y no fuera esa únicamente una experiencia a la hora de la misa. Que todas las emociones que ella pudiera sentir también fueran parte de esta experiencia espiritual, incluyendo un hogar para su familia, en donde el sentido fuera uno de los pilartes.

Así fue como se encontró con el judaísmo o más bien el judaísmo la encontró a ella, pues cuenta que mucho antes de la conversión, empezó a implementarlo poco a poco sin siquiera saber qué se trataba de toda una religión. Ella hoy agradece profundamente cada paso que dio en la construcción de su carrera, pues eso la llevó a conocer a su esposo, encontrar un sentido que fuera más allá de la fama, la estabilidad económica, el reconocimiento y que le permitió dejar un legado.

Sara finalizó su emotiva plática aconsejando a todos los asistentes: “Dense la oportunidad de elegir una vida que sea de verdad, no vivan la vida de los otros, ni sueñen la vida de los demás”.

Sara es una viva prueba de lo que significa conocerse a uno mismo. Su lucha por darle espiritualidad a su vida, su relación marital y su familia son una inspiración para todos.