Enlace Judío México.- La Knéset – el Parlamento del Estado de Israel, fue fundada en Tu BiShvat del año 5709 – el 14 de febrero 1949. Sucedió al Consejo Provisional del Estado (Moétzet Hamediná Hazmanit) establecido con la fundación del Estado de Israel, compuesto por 37 miembros que no fueron electos por los ciudadanos sino producto de un acuerdo entre las organizaciones y los partidos de la colectividad judía en Eretz Israel – el Ishuv.

El nombre del parlamento se inspiró en la Knéset Hagdolá – institución legislativa de la provincia de Judá a comienzos del período del Segundo Templo (s. V a.e.c.) que determinaba las normas y ordenanzas de esta entidad política. De acuerdo con la tradición estaba integrada por 120 ancianos, que según la Mishná (Avot 1:1) habían recibido la Ley Oral de los profetas, para entregarla a su vez a los sabios de las generaciones venideras. La Knéset Hagdolá cesó sus funciones probablemente en el s. III a.e.c. y entre sus principales decisiones que conocemos hasta hoy, se cuentan la institución de plegarias y bendiciones tales como la Amidá, el Kidush y la Havdalá, como así también la canonización (ordenamiento y compilación) de los textos que componen la Biblia Hebrea.

La adopción de este nombre histórico de una institución vigente hace 2.500 años, es un excelente ejemplo de la resignificación en el nuevo Estado de Israel, de conceptos pasados de la cultura judía y el otorgamiento de un nuevo contenido conceptual. La conservación simbólica del nombre de la entidad del pasado –Knéset– también preservó el número de sus miembros – 120.
El carácter de la elección de sus miembros fue radicalmente modificada de acuerdo a las necesidades y a la realidad imperante en el nuevo Estado. Los miembros de la Knéset Hagdolá eran elegidos en aquel entonces por los dirigentes del pueblo por su sabiduría o tal vez por su rol como líderes de la élite que retornó del destierro de Babilonia a Éretz Israel. No está claro cómo se reemplazaban a los miembros a medida que fallecían pero se sabe que su número fue mermando hasta 70. La entidad legislativa que la reemplazó en el s. II a.e.c. –el Sanedrín grande (HaSanhedrín Hagdolá)– contaba con este número de miembros y con su presidente llegaban a 71.

Las características de la Knéset en el presente fueron radicalmente diferentes ya que ante todo reflejaban la decisión de que el Estado de Israel se base en una estructura democrática parlamentaria. Sus miembros, mayores de 21 años, serían electos en elecciones universales de todos los ciudadanos, y con la organización de partidos políticos.
La Knéset elige al Presidente del Estado de Israel, que cumple un rol representativo que se abstiene de funciones políticas.
Asimismo, los miembros de la Knéset eligen al Primer Ministro de acuerdo a la composición partidaria resultante de las elecciones, y éste forma un gobierno de coalición de acuerdo a una plataforma acordada.

La Knéset promulga las leyes, realiza debates acerca de los problemas internos y externos, y aprueba el presupuesto oficial. El gobierno es responsable ante ella y debe rendirle cuentas de sus acciones cada vez que se lo exija. Si un voto de desconfianza de la Knéset en el gobierno obtiene mayoría, éste debe renunciar.
Las tareas de la Knéset se desarrollan en sesiones plenarias y en comisiones que se ocupan de temas específicos, integradas proporcionalmente por representantes de las diversas fracciones o partidos políticos, que mantienen contacto permanente con los ministerios correspondientes. A diferencia de las plenarias, las sesiones de las comisiones están cerradas al público y la participación en las mismas es permitida sólo por invitación.

Las elecciones parlamentarias se llevan a cabo cada cuatro años, salvo que el gobierno no logre completar su período. En este lapso la bancada mayoritaria puede legislar de acuerdo a su criterio para promover los principios definidos en su plataforma política.
Pero las posibilidades de legislación no son irrestrictas. Dado que en Israel no hay una Constitución que estipule los fundamentos y las restricciones de la legislación, con el tiempo se fueron creando leyes fundamentales, aprobadas con 61 votos (mitad más uno) y que pueden ser modificadas solamente con una mayoría similar (a diferencia de otras leyes que precisan mayoría relativa de los presentes en la Knéset en el momento de la votación). El criterio en la creación de estas leyes fundamentales es que constituirán capítulos de la futura Constitución.
El concepto de adopción de leyes de acuerdo a la mayoría es algo aceptado en las democracias parlamentarias. Pero el concepto que deben haber leyes fundamentales que controlen esta legislación es de gran importancia, ya que toda legislación por mayoría debe respetar los derechos fundamentales de todos los ciudadanos y habitantes del país, también los de los grupos minoritarios.
Este concepto ya está mencionado en uno de los libros de nuestra literatura clásica, en la que podemos ver los albores de la historia de nuestro pueblo y nuestra cultura. Me refiero al libro de Shmot (Éxodo) capítulo 23:2 que dice así: No irás tras la mayoría para hacer el mal y no obrarás en un proceso inclinándote por la mayoría para desvirtuar la justicia.
Es decir, la decisión de la mayoría debe estar limitada y controlada por conceptos fundamentales que determinan qué está bien y qué está mal.

El sistema político israelí en el que hay división de poderes – Ejecutivo, Legislativo y Judicial, considera que la evaluación de la legislación y la defensa de los derechos de los habitantes, incluyendo las minorías, está en manos de la Corte Suprema de Justicia. Ésta debe intervenir cuando los criterios morales de respeto al prójimo y sus creencias y derechos, aunque sean minoría, dejan de guiar a la mayoría parlamentaria que busca una homogeneidad en la población de acuerdo a sus intereses.
Pero la base moral deberá considerar el respeto en la pluralidad de ideas, creencias y formas de vida de la población, y respetarla a pesar de los intereses de las fracciones que circunstancialmente logran tener mayoría parlamentaria y forman el gobierno.

Por Efraim Zadoff