Enlace Judío México e Israel.- “Mirando hacia el futuro, el Ayatola Khomeini ha hablado de sus esperanzas de mostrar al mundo lo que puede hacer un gobierno islámico genuino en favor de su pueblo”, escribió el profesor de la Universidad de Princeton Richard Falk en el amanecer de la revolución islámica iraní en 1979. Él fue uno de los muchos intelectuales occidentales que, en una mezcla de concepto erróneo e ingenuidad, apoyaron al régimen del Ayatola Ruhollah Khomeini. Estos laicos occidentales sordos sucumbieron al encanto de los clérigos iraníes que acaban de celebrar el 40 aniversario de su régimen. Es útil recordar al público que Khomeini orquestó su revolución islámica desde Neauphle-le-Chateau, un pueblo 20 millas afuera de París.

GIULIO MEOTTI

“Es quizás la primera gran insurrección contra los sistemas globales”, destacó el filósofo francés Michel Foucault en la época acerca de los revolucionarios iraníes que derrocaron al Shah Mohammed Reza Pahlavi. Muchos funcionarios y académicos estadounidenses cayeron también en esta trampa de la Revolución Iraní. Andrew Young, el embajador estadounidense ante las Naciones Unidas bajo la administración Carter, dijo que Khomeini era un “santo” y comparó su revolución en el nombre del Islam con el Movimiento de Derechos Civiles de Estados Unidos. El embajador estadounidense ante Teherán, William Sullivan, comparó al nuevo gobernante iraní con Gandhi, mientras que el asesor del Presidente Carter, James Bill, escribió admirablemente que Khomeini era un hombre de “integridad y honestidad impecables.” El resultado, como tuiteó hace poco el Presidente Donald Trump de Estados Unidos, ha sido “40 años de corrupción. 40 años de represión. 40 años de terror. El régimen en Irán ha producido sólo #40AñosDeFracaso.”

Ahora estamos presenciando nuevamente “La traición del Occidente a los disidentes iraníes.” Irán arrestó el año pasado a más de 7,000 personas en una represión a disidentes, manifestantes, estudiantes, periodistas, abogados, activistas de derechos femeninos y sindicalistas, según Amnesty International. El grupo de derechos humanos llamó a la represión “una campaña desvergonzada de represión.” Según nuevos documentos filtrados al grupo de monitoreo mediático Periodistas Sin Fronteras, el régimen iraní encarceló o ejecutó al menos a 860 periodistas en las tres décadas entre la revolución islámica en 1979 y el año 2009.

“El expediente es un registro de todos los arrestos, encarcelamientos y ejecuciones llevados a cabo por las autoridades iraníes en el área de Teherán durante más de tres décadas,” escribió Periodistas Sin Fronteras. Los documentos sumados al registro de los 61,900 prisioneros políticos que habían sido retenidos desde la década de 1980, tanto como evidencia de una masacre en 1988 en la cual fueron ejecutados 4,000 prisioneros políticos bajo las órdenes de Khomeini. Según el activista de derechos humanos Geoffrey Robertson: “Los guardias revolucionarios cayeron sobre los prisioneros y un ‘comité de la muerte’ (un juez islámico, un fiscal revolucionario y un funcionario del Ministerio de Inteligencia) le llevó un minuto o algo así identificar a cada prisionero, declararlos mohareb (enemigo de Dios) y dirigirlos a las horcas erigidas en el auditorio de la prisión, donde eran colgados de a seis a la vez.

¿Por qué Europa nunca intentó hacer responsable a Irán por estos asesinatos en masa que se cree han sido ordenados por Khomeini en una lista de muerte denunciada por Periodistas Sin Fronteras?

El régimen iraní, el cual detenta el récord mundial de ejecuciones per cápita, persiguió no sólo a periodistas. Un despacho de WikiLeaks reveló que la República Islámica de Irán ha ejecutado a entre 4,000 y 6,000 homosexuales y lesbianas desde la revolución de 1979. Amnesty International estima que 5,000 homosexuales y lesbianas han sido ejecutados allí desde 1979. El homosexual iraní más reciente fue colgado hace algunas semanas. Alireza Nader, de New Irán, radicado en Washington, D.C., dijo a Fox News, “a la Unión Europea sólo parece importarle el acuerdo nuclear y vínculos comerciales. Finge que el régimen es legítimo y que los iraníes no tienen más alternativas que vivir bajo la tiranía.”

En diciembre pasado, en otra represión violenta, Irán arrestó a más de 100 cristianos. Muchos de los detenidos eran musulmanes que se convirtieron a la Cristiandad, y fueron acusados de “hacer proselitismo.” Irán también ocupa el número 9 en la lista negra mundial de Open Doors de países que persiguen a cristianos. ¿Por qué Europa, la cual afirma tan a menudo estimar la libertad religiosa, nunca ha protestado contra la persecución por parte de Irán de su minoría cristiana?

Solamente en el 2018, al menos 112 defensoras de derechos humanos fueron arrestadas o mantenidas en detención. Una mujer, que fue arrestada después de agitar su hijab para protestar por las leyes represivas de vestimenta de Irán, dijo que lo hizo por su hija de 8 años de edad. “Yo me estaba diciendo: ‘Viana no debe crecer en las mismas condiciones en que tú creciste en este país,'” recordó Azam Jangravi en una entrevista con Reuters.

Bret Stephens escribió en The New York Times:

“Liberales y progresistas no deben encontrar difícil unirse a los conservadores en defender los derechos de las mujeres en Irán, particularmente de las mujeres que se están quitando sus pañuelos de la cabeza en público y enfrentando valientemente las consecuencias… Tampoco debe ser difícil para los liberales y conservadores por igual llamar la atención sobre la difícil situación de los prisioneros políticos de Irán, muy como ambas partes fueron una vez movidas a la acción por la difícil situación de los prisioneros políticos en la Unión Soviética, China o Sudáfrica.”

Lamentablemente, lo opuesto parece estar teniendo lugar. Según Mariam Memarsadeghi:

“Los iraníes que anhelan la democracia y una sociedad abierta y próspera en paz con el mundo se encuentran con indiferencia abrumadora de los medios y líderes políticos occidentales, por no mencionar de sus universidades, sindicatos, grupos cívicos, iglesias y celebridades–la misma gente e instituciones que históricamente han prestado su empatía, solidaridad y ayuda concreta a la causa de la libertad a lo largo del mundo.”

Hace cuarenta años, el Ayatola Khomeini emitió una fatua exigiendo la cabeza de Salman Rushdie, el novelista indio-británico que escribió “Los Versos Satánicos.” Los líderes iraníes hace poco repitieron su apoyo a ese fallo letal sin precedentes. “El veredicto del Imán Khomeoni respecto a Salman Rushdie está basado en versículos divinos y así como los versículos divinos, es sólido e irrevocable”, tuiteó hace poco la cuenta oficial del líder supremo de Irán, Khamenei. El periodista iraní Amir Taheri escribió sobre la fatua en 1990:

“El hecho de que el ayatola había ejecutado a miles de personas, incluidos muchos escritores y poetas desde su captura del poder en Teherán había provocado suave reproche de los gobiernos y opinión pública occidentales… Con la fatua contra Rushdie, pensamos que el mundo entero se movilizaría contra el ayatola, convirtiendo a su régimen en un paria internacional. No ocurrió nada de ese tipo.”

Desde entonces, la libertad de expresión ha estado bajo ataque en todos lados, no sólo en el mundo islámico, sino también en Europa. Los poetas iraníes son ejecutados por el régimen por “librar la guerra contra Dios.” Cuarenta años después de la fatua “Ningún artista del rango y dotes de Rushdie osaría escribir una versión moderna de Los Versos Satánicos hoy, y si lo hiciera, ningún editor osaría publicarlo,” escribió el periodista inglés Nick Cohen. Lo peor de todo, ahora el más alto tribunal europeo ha adoptado de forma efectiva la idea de blasfemia de Khomeini. La Corte Europea de Derechos Humanos decidió hace poco que la condena de una mujer austríaca por llamar “pedófilo” al profeta del Islam, no violaba su libertad de expresión. El estilo sharia de “blasfemia” ahora se ha vuelto un arma potente para sofocar y reprimir la libertad de expresión.

En 1979, los líderes occidentales se reunieron en Guadalupe para una cumbre. El presidente francés Valery Giscard d’Estaing, el presidente estadounidense Jimmy Carter, el Canciller Helmut Schmidt de Alemania, y el Primer Ministro James Callahan de Gran Bretaña decidieron apoyar a Khomeini en lugar del Shah de Irán. En el 2019 los líderes occidentales se reunieron para otra cumbre sobre Irán. Hace algunos días, ministros del exterior de 60 naciones se reunieron en Varsovia, pero esta vez Estados Unidos intentó reunir una coalición para presionar a Irán. La escena más visible en la cumbre fue la ausencia de los ministros del exterior de las tres principales potencias europeas, Alemania, Reino Unido y Francia, los mismos países que en 1979 abandonaron a sus aliados en Irán en favor de Khomeini. Los líderes sin carácter de Europa eligieron nuevamente el apaciguamiento y la indulgencia en sus relaciones con Irán.

“Ha llegado la hora que nuestros socios europeos dejen de socavar las sanciones de Estados Unidos”, dijo el vicepresidente estadounidense Mike Pence en la conferencia anual de Seguridad de Múnich sin recibir absolutamente ninguna reacción. Cuando Pence dijo a la audiencia que estaba trayendo saludos del Presidente Trump, ni una sola persona aplaudió. Claramente, Europa ha elegido el apaciguamiento, en lugar de la confrontación con Irán.

El 31 de enero, los ministerios del exterior de Francia, Alemania y el Reino Unido anunciaron bochornosamente un acuerdo para ayudar a empresas europeas que desean continuar comerciando con Irán a evitar las sanciones estadounidenses. Es el “Instrumento en Apoyo de Intercambios Comerciales”, o Instex. La Alta Representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Federica Mogherini, dijo que “el instrumento iniciado hoy proporcionará a los operadores económicos el marco necesario para seguir el comercio legítimo con Irán.”

Los funcionarios europeos, sin embargo, no sólo están trabajando en comercio. Mientras los escuadrones de la muerte iraníes están atacando a disidentes en suelo europeo, ellos están legitimando abiertamente al régimen de Irán. El verano pasado, fue frustrado un intento iraní de bombardear a un grupo de la oposición cerca de París, y en octubre pasado Dinamarca convocó a su embajador ante Teherán después que fue impedido otro intento iraní de asesinato. Como fue informado por el diario alemán Bild, el Ministerio del Exterior alemán envió a funcionarios a la Embajada de Irán en Berlín para celebrar el 40 aniversario de la República Islámica. Además, el ex Ministro del Exterior de Alemania, Sigmar Gabriel, viajó con una delegación económica alemana a Teherán para impulsar el comercio entre los dos países. Nuevamente según Bild, Gabriel se reunió con el presidente del parlamento Ali Larijani, quien ha llamado una “pregunta abierta” a la existencia del Holocausto), y Hossein Amir-Abdollahian, el funcionario a cargo del apoyo de Irán a grupos terroristas del Medio Oriente.

“El régimen iraní defiende abiertamente otro Holocausto y busca los medios para conseguirlo”, dijo el vicepresidente estadounidense Mike Pence en la Conferencia de Seguridad de Múnich la semana pasada. Algunos días antes, un alto comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica iraní, Yadollah Javani, amenazó con “arrasar Tel Aviv y Haifa hasta el suelo.” En noviembre último, el Presidente de Irán, Hassan Rouhani, llamó a Israel “un tumor canceroso.” Con su silencio, el Occidente está tratando lo mejor que puede de restar importancia a estas amenazas letales.

Después de que el régimen iraní ejecutó a uno de sus ciudadanos por homosexualidad este mes, el embajador de Estados Unidos ante Alemania, Richard Grenell, escribió en su cuenta de Twitter, “Muchos de nuestros aliados europeos tienen embajadas en Teherán. Este acto bárbaro no debe pasar sin ser respondido. Hablen alto.” Tristemente, Europa ha elegido no hablar alto. Como ha escrito Eli Lake, de Bloomberg, Irán no necesita nuestro apaciguamiento, necesita “una nueva revolución.”

 

*Giulio Meotti, Editor Cultural de Il Foglio, es un periodista y escritor italiano.

 

Fuente: Gatestone Institute
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.