Enlace Judío México e Israel – A lo largo de la historia, en la Biblia, en el Talmud o en los diarios contemporáneos, las mujeres judías han sido protagonistas de la evolución de este pueblo. Te presentamos la conferencia dictada por Raquel Kleinberg el pasado 6 de marzo, en el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer, organizada por la asociación Na’ amat. 

 

 

Por Raquel Kleinberg

Tres sabios caminaban a la orilla del mar, de pronto las olas arrojaron una lámpara a sus pies, la frotaron para limpiarla y apareció ante sus ojos un genio del oriente.

—Gracias amos —les dijo—, me habéis librado de mi prisión eterna. En recompensa os concederé un deseo a cada uno.

—Yo —pidió el primero—, quiero ser dos veces más sabio que todos los hombres.

El genio le obsequió su deseo y lo hizo ser dos veces más sabio que todos los hombres.

—yo —demandó el segundo—, quiero ser 100 veces más sabio que todos los hombres.

Y el genio se lo concedió.

—yo —pidió el tercero—, quiero ser mil veces más sabio que todos los hombres.

El genio le concedió su deseo ¡y lo hizo mujer!

La palabra “sabiduría” tanto en hebreo como en español es femenina…

También lo es la palabra “Shejiná”. Y ahora, quiero llevarlos al pasado y buscar en el arcón de la memoria lo que hicieron las mujeres que forjaron a este, el pueblo judío.

¿Conoces a alguna Sara?

Pues aquí empezaremos a romper paradigmas. Escuchamos con frecuencia que las mujeres en el judaísmo están relegadas… pues esta Sara, la bíblica, es en la casa la que toma las decisiones más fuertes y más definitorias…las promesas de D-os y el niño que no aparece, por lo que le da a Abraham a su sirvienta, una mujer egipcia para que así llegue el heredero esperado. También es la que decide un día echar a la madre y al hijo, y si quieren saber por qué, luego les cuento.

Y seguimos, las mujeres en la Biblia se presentan en diferentes facetas: las hay que, como Sara, son mujeres decididas a cumplir con un objetivo. Las hay curiosas: ¿conoces a alguna Eva? Las hay bellas, obstinadas, perseverantes, son madres, hermanas, hijas y nueras, hay de aquellas que alcanzan el nivel de la profecía y ocupan el sitial del reinado, juezas, conversas, luchadoras, artistas, hermosas, delicadas y arrojadas.

¿Conoces a alguna Rivka? La primera, la de la Biblia, generosa, es capaz de dar de beber agua a personas y animales, ¿han visto lo que beben los camellos? Madre que ve cuál de sus hijos debe continuar el liderazgo y es capaz de poner el mundo de cabeza para lograr que se cumplan las promesas divinas de continuidad.

Rajel y Lea, hermanas y rivales en el corazón de un mismo hombre, pelean por su amor.

¿Alguien se llama Tamar? Mujer que lucha contra la voluntad de su suegro y hace un sacrificio de sí misma para lograr la continuidad del nombre de la familia. Las cosas se ponen picantes en la Biblia, se hace pasar por prostituta… bueno no en todo nos tenemos que parecer a esos personajes…

¿Yojeved y Miriam? Madre y hermana, luchadoras y salvadoras… de no haber cuidado del pequeño Moshe, no estaríamos aquí hoy.

Las hijas de Tzlofjad, no creo que nadie tiene un papá con ese nombre… se aparecen ante Moshe reclamando la herencia del padre, rompen el techo de cristal que limita a las mujeres y la herencia les es concedida.

Y se pone mejor: todas las mujeres somos como profetisas, vemos a nuestro bebé recién nacido y ya estamos prensando qué va a ser de grande, con quién se va a casar… pero esta, Dvora, pues esta sí era profetisa en verdad y podía hablar con D-os, además de ser jueza y guerrera… un dechado de virtudes.

Ruth, sigue a su suegra y le hace la promesa:

“Por donde tú vayas yo iré, donde duermas dormiré, tu pueblo es mi pueblo y tu D-os es mi D-os”… a su suegra, sí, ¡leyeron bien!

Y sigue la lista Jana, y Yael, la madre de Sansón y la reina Esther, mujeres llenas de energía, decisión y valor.

Y pese a que en el Talmud ya se ven discrepancias de opinión respecto a la mujer, también encontramos bellas historias, contaré una de ellas:

Cuenta el Talmud que los astrólogos le dijeron a Rabi Akiva que el día en que su hija entrara en la cámara nupcial una víbora la picaría y ella moriría. El día de la boda llegó, mientras todos se regocijaban Rabi Akiva estaba preocupado. De regalo de bodas le obsequió a su hija  un prendedor, cuando ella entró a la cámara nupcial se quitó el prendedor y lo clavó en la pared, por casualidad entró el alfiler en el ojo de una serpiente. A la mañana siguiente, cuando sacó el prendedor la serpiente muerta salió con él, al ver a la hija salir del cuarto con la serpiente en la mano el padre le preguntó: “¿qué hiciste ayer?” Ella le respondió: “un hombre pobre vino anoche a nuestra puerta pidiendo algo de comer, todos estaban tan ocupados con el banquete que no se dieron cuenta, así que yo tomé mi porción y se la di al hombre.” Exclamó el padre: “hija sabia y generosa, en ti se cumple el dicho de ‘Tzedaka tatzil mimavet’… la ayuda al necesitado te salva de la muerte, ¡salva a quien da y a quien recibe!

Es verdad que al llegar a la Edad Media la mujer se ve limitada por una sociedad masculina, y sin embargo, tenemos grandes nombres que recordar, Bat Halevi, Dulcie de Worms, Miriam Shapira-Luria, Doña Gracias Méndez y Glückel de Hamelin, grandes mujeres todas ellas.

Dijo Ernesto Sábato, reconocido escritor argentino:

“Habrá siempre un hombre tal, que aunque su casa se derrumbe, estará preocupado por el universo, habrá siempre una mujer tal que, aunque el universo se derrumbe, estará preocupada por su casa.”

Y así como en el pasado, llegamos a los días modernos, y sólo por mencionar a algunas: Henrieta Szold, Hanna Senez,  Golda Meir, las mujeres de la Federación Femenina de México…

Mujeres que emulan a la del libro de  proverbios: eshet jail, la mujer virtuosa…

“Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada, y su marido también la alaba: muchas mujeres hicieron proezas mas tú las sobrepasas a todas”