Enlace Judío México e Israel.- El anuncio del presidente sobre los Altos del Golán finalmente nos liberará de la fórmula “tierra por paz” en la que ninguno de nosotros cree de todas formas.

SHMUEL ROSNER

El jueves al atardecer, aquí en Israel, después de que el Presidente Trump anunciara que “es hora que Estados Unidos reconozca plenamente la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán” y nuestro primer ministro, Benjamín Netanyahu, agradeciera al presidente por su decisión histórica, quise hablar sobre el tema con alguien en quien confiaba, alguien con perspectiva. Así que contacté a Zvi Hauser.

Hauser fue un secretario de gabinete bajo Netanyahu y se está presentando para la Knéset en nombre del Partido Kajol Lavan, el cual quiere desbancar al primer ministro en la elección general del 9 de abril. Es también un defensor de largo tiempo del reconocimiento por parte de Estados Unidos de la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán.

Con menos de tres semanas hasta el día de la elección, Hauser tiene claras sus prioridades. Él sabe que Netanyahu obtendrá crédito del público por el reconocimiento estadounidense del control del Golán por parte de Israel — algo que muchos israelíes han buscado por un largo tiempo. Él entiende que el presidente intervino para impulsar las posibilidades de Netanyahu en una carrera ajustada. Pero Hauser estaba feliz. Llamó a la medida “un punto de inflexión en los anales del Medio Oriente” y dijo que quería “agradecer al Presidente Trump y al Primer Ministro Netanyahu.”

Hauser no estuvo solo entre los rivales de Netanyahu en elogiar la decisión de Trump. A lo largo del espectro político israelí (con algunas excepciones obvias), los políticos son partidarios del reconocimiento estadounidense del control de los Altos del Golán por parte de Israel.

De hecho, la declaración de Trump el jueves fue un gran acontecimiento. Es el clavo final en el ataúd de la línea de 1967 — la línea de armisticio que separaba a Israel de sus vecinos antes de la Guerra de los Seis Días. Más de 50 años después de que esta línea fue cruzada por el ejército israelí, podemos finalmente darle el beso de despedida.

La parte de los Altos del Golán controlada por Israel es un territorio de 500 millas cuadradas calzado entre el nordeste de Israel y el sudoeste de Siria. Siria controló esta zona hasta 1967. Entonces la ocupó Israel. Desde entonces, han habido unos 50 años de negociaciones, con Siria demandando el regreso del territorio e Israel demandando un acuerdo de paz.

Muchos israelíes, sin embargo, sabían que éste nunca debía ser — o sería — devuelto a Siria. La zona era muy importante estratégica e históricamente. En 1981, la Knéset aprobó una ley anexando esencialmente el territorio. Y aun así, continuaron las negociaciones, con sucesivos primeros ministros haciendo propuestas a los sirios, hasta que la guerra civil siria — y la captura de mucho de Siria por parte de Irán y sus satélites — puso fin a la charada.

Israel no tuvo más opción que renunciar a la idea de retirarse de los Altos del Golán. Pero esta realidad involucra una revisión completa de la forma en que la comunidad internacional piensa no sólo acerca de los Altos del Golán sino también acerca de todas las tierras que Israel ocupó en 1967. La formulación “tierra por paz” durante las últimas cinco décadas ha sido una base de todos los procesos de paz entre Israel y Egipto, Siria y los palestinos. Trump parece haber aceptado la posición del gobierno de Israel y renunciado a la idea de que Israel tiene que retirarse a una línea de décadas de antigüedad para obtener la paz.

La retirada funcionó para Israel una vez, en 1979, cuando firmó un acuerdo de paz con Egipto y abandonó la Península del Sinaí, la que fue también ocupada en 1967. Pero eso estableció un precedente problemático. El Presidente Anwar Sadat de Egipto insistió en que Israel entregue la península entera hasta la última pulgada. Israel decidió que la recompensa valía el precio, ya que un gran país árabe aceptó romper con otros estados árabes y aceptar la legitimidad de Israel.

Pero había un costo oculto y no anticipado: los adversarios de Israel, en negociaciones futuras, exigirían el mismo tipo de compensación. La línea de 1967 — que controlaba Israel antes de la guerra — se volvió el punto de inicio para todos los países árabes, incluido Siria. Se convirtió en una fórmula sagrada, a la que le rindió culto la comunidad internacional.

Lo que está haciendo Trump se extiende mucho más allá de la capacidad de Israel de controlar los Altos del Golán, de poblarlo y de invertir en él. El presidente estadounidense está atrasando el reloj a antes del acuerdo de paz con Egipto, a un tiempo en que Israel pudo discutir que la recompensa para la paz es la paz — no la tierra.

Es improbable que Siria acepte esto, por supuesto. Al menos no en el corto plazo.

Pero tal vez algún día, llegará un líder que no abrigue el pensamiento que Israel podría aceptar regresar a la línea anterior a 1967 y que aceptará una fórmula diferente para conseguir la paz.

Entretanto, la noticia de los Altos del Golán es otro momento aclarador en la elección de Israel. Sí, hay una lucha feroz entre Netanyahu y sus opositores.

Sí, las apuestas parecen altas a veces. Pero los israelíes concuerdan en mucho más de lo que imaginan muchos observadores externos. Y una de las cosas en las que ellos concuerdan en gran medida es en que la línea de 1967 ya no es más relevante.

Hauser comenzó luchando por el reconocimiento de la soberanía de Israel en el territorio cuando era un aliado de Netanyahu. Ahora él está luchando por lo mismo como el oponente del primer ministro. No hay nada antinatural o extraño acerca de esto. En días como estos, me dijo, “la política es empequeñecida en medio del llamado de la historia.”

 

 

*Shmuel Rosner es el editor político en The Jewish Journal, un miembro principal en el Jewish People Policy Institute y un escritor contribuyente de la sección de opinión.

 

 

 

Fuente: The New York Times-
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México