Enlace Judío México e Israel. – Los críticos dicen que el grupo pro-Israel es muy poderoso y está muy a la derecha. Nada de eso es cierto.

MARK HOROWITZ

Hasta hace poco, si ustedes preguntaban a la mayoría de los judíos, parecía que jugar la carta del AIPAC había pasado de moda alrededor del año 2007. Ese fue el año en que dos científicos políticos publicaron un libro llamado “El Lobby Israel,” con su afirmación sensacionalista de que el AIPAC, el American Israel Public Affairs Committee, y otras organizaciones judías controlaban la política estadounidense en el Medio Oriente.

Su oportunidad fue malísima. Para entonces, la influencia del AIPAC, cual sea que haya sido, ya estaba en decadencia. Después que fue electo Barack Obama, el grupo ni siquiera tuvo fuerza suficiente como para detener su acuerdo nuclear con Irán, a pesar de una prensa de amplia cobertura.

Pero este domingo, cuando se espera que 18,000 miembros y partidarios vayan a Washington para la Conferencia Política Anual del AIPAC, una nueva ola de críticos anti-Israel, incluidos muchos miembros nuevos del Congreso, ha resucitado la patraña antisemita de que los judíos estadounidenses tienen demasiado poder. Y ellos están culpando nuevamente al AIPAC.

Grupos progresistas están demandando que los candidatos presidenciales demócratas, quienes en ciclos pasados podrían haberse apurado ante la posibilidad de hablar ante una multitud tan grande y comprometida, permanezcan lejos. Al menos seis, incluida la Senadora Kamala Harris, quien habló en la conferencia en el 2017, han dicho que cumplirían.

Estos grupos y sus partidarios en el Congreso — sobre todo la Representante Ilhan Omar — pueden no obtener puntos por la originalidad, pero demonizar al AIPAC aún resulta ser un eficaz mensaje en clave. Cuando las acusaciones son amplificadas a través de las redes sociales y la prensa, los judíos se encuentran obligados a defender — ¡nuevamente! — a una organización que muchos de ellos nunca amaron en primer lugar. Pero los judíos saben quién es el objetivo real. AIPAC, c’est moi.

La ley de los particulares nunca cambia: el AIPAC tiene demasiado dinero y poder. El AIPAC soborna al Congreso para que tuerza la política estadounidense contra el interés nacional. Los judíos estadounidenses son más leales a Israel que a Estados Unidos. Y, lo más risible, el lobby Israel silencia toda crítica de Israel.

¿Dónde comenzar? Tal vez con esto: el éxito del AIPAC no “tiene que ver con los Benjamines.” Fluye del hecho que una mayoría de estadounidenses, no sólo judíos, están predispuestos a apoyar a Israel. Los sondeos y encuestas confirman constantemente esto.

¿Por qué es tan sorprendente, entonces, que exista una organización de interés para canalizar este apoyo en acción política y legislativa? Los sindicatos del trabajo lo hacen, las cámaras de comercio lo hacen, los grupos de derecho al aborto lo hacen y los estadounidenses árabes lo hacen. Sería extraño si no hubiera un lobby pro-Israel. “No hay nada nuevo acerca de hacer presión en nombre de causas en lugares exteriores,” dijo Hubert Humphrey en 1976. “Es tan estadounidense como un perro caliente o el pastel de manzana.”

Y el AIPAC nunca fue el gran gastador que afirman sus antagonistas. Sus gastos totales de lobby en el 2018 llegaron a u$s3.5 millones, lo cual ni siquiera lo pone en los principales 50. (Los agentes inmobiliarios gastaron u$s72.8 millones). En cambio, el AIPAC depende de organizaciones de base que se organizan en cada estado. Se levanta sobre la fuerza de la gente.

No es que los partidarios del AIPAC teman a los cheques escritos — una red nacional de comités de acción política afiliados y donantes es un componente crucial de su estrategia. Aun así, el monto total de donaciones pro-Israel a miembros del Congreso llegó a u$s10.6 millones en el 2018, sólo el 34o más alto entre los grupos de interés de Washington, detrás de la industria del entretenimiento (u$s15.6 millones), abogados (u$s80.6 millones) y jubilados (u$s110 millones).

La idea de que el AIPAC está atado a la montura del Partido Republicano y a la extrema derecha de Israel es también una exageración. El AIPAC está más cómodo, y fue siempre más eficaz, como una operación bipartidista, posicionado cerca del centro de la política estadounidense-judía. Hoy, apoya la creación de un Estado palestino junto a Israel, una visión que es ampliamente sostenida por los judíos estadounidenses, pero a la que se opone la coalición actual del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.

En el 2007, Sheldon Adelson, un gran donante, rompió con el AIPAC por sus posiciones conciliatorias y estableció un grupo rival a su derecha llamado el Israelí American Council. Y a su izquierda está el grupo sionista liberal J Street.

Netanyahu hablará ante la conferencia de este año, pero así lo hará Benny Gantz, un ex general y oponente de Netanyahu en las elecciones del mes próximo. Es raro tener a un líder de la oposición israelí hablando en el AIPAC en vísperas de una elección. Programando simplemente a Gantz, el AIPAC está señalando su propia fatiga de Netanyahu.

¿Tiene fallas el AIPAC? Seguro. Son las mismas que acosan a cualquier organización más antigua y establecida: rigidez burocrática y una incapacidad de adaptarse rápidamente a nuevos retos. En el caso del AIPAC, fue arruinado por años por la ausencia de cualquier oposición seria.

Pero hoy el AIPAC está luchando por ajustarse. Las divisiones políticas y generacionales están poniendo en peligro el enfoque de la vieja escuela y bipartidista de la organización. El AIPAC solía ser capaz de poner a un lado cuestiones tales como asentamientos y la ocupación, pero ahora, con la derecha israelí amenazando con la anexión de la Margen Occidental, la ocupación se ha vuelto el punto de reunión moral de la izquierda judía, y el AIPAC parece paralizado.

La izquierda y la derecha están usando nuevamente el antisionismo y el antisemitismo como cuestiones divisorias para quebrar alianzas tradicionales. Los grupos anti-Sionistas están trabajando duro para deslegitimar al estado judío, no sólo en el Capitolio, sino también en los campus universitarios y en las páginas editoriales de la nación.

La respuesta dura pro-Israel es poner los carros en círculo. Los sionistas pro-Israel que han criticado la ocupación son excomulgados. Esto es loco. Cualquiera que crea en la legitimidad de la misión sionista, cualquiera que sea su bandería política, debe ser adoptado como un aliado en esta última batalla contra el anti-sionismo y el antisemitismo.

Si el AIPAC quiere hacerse útil en la campaña por los corazones y mentes que se encuentra por delante, debe considerar reescribir las normas, y hacer causa común con la oposición leal. Cooptando a la izquierda sionista y dando la bienvenida al tipo de debate tumultuoso en que se involucran los israelíes cada día, podría terminar con un argumento para Israel aún más fuerte que nunca antes.

 

 

*Mark Horowitz (@MarkHorowitz) es un colaborador de la revista Tablet.

 

Fuente: The New York Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México