Enlace Judío México e Israel.- Derrocar a Hamás y entregar el control en Gaza a Mahmoud Abbas no traerá una solución al problema de Gaza. Fue, después de todo, Yasser Arafat, el predecesor de Abbas como líder de la OLP, quien transformó Gaza en un semillero terrorista inextirpable burlando los Acuerdos de Oslo que él había firmado. La solución al problema de Gaza no se encuentra en Ramala sino más bien en la retaguardia histórica de la Franja – la Península del Sinaí.

GENERAL DE DIVISIÓN (RES.) GERSHON HACOHEN

Cuando un solo cohete lanzado desde Gaza al centro de Israel obliga al primer ministro israelí a cancelar una cantidad importante de reuniones en Washington y a regresar a toda prisa a Jerusalén, está claro que la Franja se ha vuelto una gran amenaza estratégica en vez de un problema contenible de terrorismo. Pero aunque el discurso público en la última conflagración giró en torno a la respuesta deseable de las FDI ante el descaro creciente de Hamás, con las recomendaciones de costumbre abarcando desde asestar un duro golpe que “restauraría la disuasión perdida” a una campaña para vencer a Hamás, vale la pena dar una mirada más general a cómo llegó a pasar el problema de Gaza en primer lugar.

Una ciudad en un callejón sin salida

La tendencia actual es ver el problema de Gaza originándose en la población de refugiados que se desarrolló allí después de la Guerra de Independencia de 1948. Tendría más sentido, sin embargo, regresar a algunos pasos más y considerar la localización geográfica milenaria de la ciudad como una estación intermedia en la ruta antigua – entre Asia y África, entre Mesopotamia y Egipto.

Sin la ruta principal como su fuente, Gaza no puede volver a ser lo que fue. Incluso después del trazado en 1906 de la frontera internacional por parte de Gran Bretaña (la cual había controlado Egipto desde 1882) y el Imperio Otomano, el tráfico a través de Gaza no se detuvo. Fue el establecimiento del Estado de Israel lo que bloqueó esta ruta antigua, separó a Egipto del oriente árabe (mashriq), y convirtió a Gaza en un callejón sin salida en el límite del territorio egipcio.

El tratado de paz israelí-egipcio de marzo de 1979 exacerbó considerablemente el problema de Gaza. En una medida hábil, el Presidente Anwar Sadat corrió el problema de Gaza exclusivamente a la esfera de Israel. Después que la ciudad israelí de Yamit y pueblos lindantes habían sido arrasados y el Sinaí en su totalidad había sido restablecido a la soberanía egipcia hasta la frontera internacional de 1906, Gaza ya no pudo desarrollarse más hacia el occidente en el espacio abierto potencial entre Rafah y El-Arish.

La Franja fue cerrada así en la dirección egipcia y depositada en el umbral de Israel como una olla de presión urbana al borde de la explosión.

Sadat así puso en movimiento la transformación de Gaza y la Margen Occidental en una entidad única e hizo a Israel responsable únicamente de resolver el problema palestino en los territorios que mantenía. Como lo dijo Ezer Weizmann, ministro de defensa en la época de las negociaciones de paz egipcio-israelíes, en el décimo aniversario del tratado de paz: “Tengo una sensación que [el PM Menajem] Begin está sentado en casa no debido a las razones comúnmente supuestas [o sea, la guerra de Líbano de 1982] sino porque se ha dado cuenta que con la firma de los Acuerdos de Camp David de 1978 él puso el futuro de la ‘Gran Israel´ en una situación delicada, si no en peligro.”

Los Acuerdos de Oslo de 1993 y el establecimiento de la Autoridad Palestina marginalizaron más a Gaza en comparación con el centro gubernamental y económico en Ramala. La discusión de una solución estratégica al problema de Gaza debe, por lo tanto, comenzar con el contexto geográfico que engendró la miseria de la Franja, territorio sin ninguna salida. Aun si las FDI remueven a Hamas del poder, continuará la difícil situación de Gaza, y hará falta una solución que no se puede encontrar únicamente en la esfera de responsabilidad de Israel.

¿Y qué ocurre después de la captura?

Con los años, la cuestión del objetivo de una operación terrestre en Gaza se ha vuelto un dilema complejo. Uno puede ver cuantas cosas han cambiado leyendo simplemente la definición de las FDI del objetivo de la ofensiva en su doctrina de combate básica: “Una ofensiva busca imponer un cambio en la realidad político-estratégica aplicando la soberanía del estado conquistador al territorio conquistado.”

Ahí radica la pregunta básica no respondida: ¿Es deseable para Israel conquistar Gaza y volver a imponer su control como en los días previos a Oslo? Si no, entonces la derrota militar de Hamás requiere una respuesta a la pregunta de a quién debe darse el control de la Franja. ¿Debe Israel sacrificar a sus hijos para servir Gaza en una bandeja de plata a Mahmoud Abbas? Fue, después de todo, Yasser Arafat, predecesor de Abbas como líder de la OLP, quien transformó a Gaza en un semillero terrorista inextirpable en violación flagrante de los Acuerdos de Oslo que él había firmado.

Este tipo de situación difícil no es exclusiva de Israel. Algunas semanas después de los ataques terroristas del 11/S, el ejército estadounidense respondió bombardeando a las fuerzas talibanes en Afganistán. Desde entonces, junto con las tropas de la OTAN, las fuerzas estadounidenses han sido empantanadas en un intento inútil de crear un gobierno estable en el país. Las FDI tienen indudablemente la capacidad de derrotar a Hamás, pero esto podría bien resultar una victoria pírrica.

Es irónico que los que presionan por una victoria en Gaza son las mismas personas que defienden la retirada total de la Margen Occidental, basando su disposición de asumir los riesgos de seguridad de tal retirada en estas cuatro premisas clave:

• La separación territorial, incluida una evacuación masiva de barrios judíos, definirá las fronteras, reducirá los puntos de fricción, y fomentará la estabilidad.

• Si la estabilidad es debilitada al punto de una amenaza de seguridad intolerable, las FDI lanzarán un ataque preventivo que aplastará la amenaza del estado palestino futuro.

 

• Las FDI, con su superioridad perenne, serán capaces de eliminar tal amenaza de seguridad en pocos días.

• Una retirada de la Margen Occidental y el fin de la “ocupación” asegurarán amplio apoyo internacional para las operaciones militares israelíes de ese tipo.

La situación de seguridad desde la desconexión unilateral del 2005 de Gaza en general, y la violencia del año pasado en particular (abarcando desde alborotos junto a la valla fronteriza, a globos incendiarios, a intercambios de disparos entre Israel y Hamás) pone de relieve el vacío de esas presunciones y la amenaza existencial asistiendo a su adopción.

No menos importante, esto tiene consecuencias de largo alcance para idear la estrategia de Israel para Gaza: a saber, que la solución al problema de la Franja no llegará desde Ramala. El centro de gravedad para lidiar con el problema palestino debe en cambio ser corrido de Ramala a Gaza, con el objetivo de crear enlaces económicos y de infraestructura entre Gaza y su retaguardia histórica – la Península del Sinaí.

 

Una versión en hebreo de este artículo fue publicado en Israel Hayom el 29 de marzo del 2019.

 

*El Gen. de Div. (res.) Gershon Hacohen es miembro investigador principal en el Begin-Sadat Center for Strategic Studies.Se desempeñó en las FDI durante cuarenta y dos años. Comandó tropas en batallas con Egipto y Siria. Fue anteriormente un comandante de cuerpo y comandante de los Colegios Militares de las FDI.

 

 

Fuente: The Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México