Enlace Judío México – Se acerca la festividad de Pésaj, durante una semana celebramos haber sido redimidos de la esclavitud y sacados “con mano fuerte y brazo extendido” de la Tierra de Egipto. La noche más importante de esta semana es el 14 de nisán, que se conoce como “Laila Seder” (la noche del seder). En ella llevamos a cabo una cena festiva que viene acompañada por un ritual muy particular en donde revivimos el paso de la esclavitud a la libertad que vivimos en Egipto. Consiste en una serie de alimentos simbólicos y 15 acciones rituales que hemos realizando a lo largo de numerosos siglos. A continuación hablaremos de los principales elementos que lo componen. Cada uno de ellos nos dirige hacia un conocimiento superior de lo que implica la libertad en último sentido. Nos enseñan a acercarnos a D-os a través de la duda y la fe.

Kadesh. Santificación

Lo primero que hacemos en la noche del seder es santificar el día que para nosotros es un yom tov (día sagrado). Lo hacemos sobre vino e implica la primera copa que bebemos en la noche. El primer paso de nuestra liberación es darse cuenta que existe una realidad espiritual; que si bien no escogemos la realidad física que nos rodea, podemos escoger como nos comportamos frente a ella y tomar decisiones espirituales en nuestra vida. El kidush nos lleva a reconocer que el primer paso de un crecimiento en esta vida es querer llevar una vida con significado. No hundirse en el vacío y el sinsentido que la materia impone sobre la persona, sino usar la materia para un fin más profundo

Urjatz. Lavado ritual

Después de bendecir el día, lo segundo que se hace en el seder es la lavarse las manos para comer de un vegetal que haya sido remojado en agua con sal. Estos dos pasos, el lavado de las manos y la ingesta del vegetal se conocen con el nombre de “urjatz” y “karpas.”

Al lavarnos las manos las limpiamos de impurezas. Las manos representan nuestras acciones, al lavarlas representamos que nuestros deseos deben ser congruentes con nuestras acciones. Si deseamos acercarnos a D-os en nuestra vida, lo primero que debemos hacer es limpiar nuestras acciones. Uno no puede tener una vida espiritual si constantemente se rodea de pulsiones materiales que lo llevan a alejarse de D-os. El judaísmo no propone que nos separemos totalmente de la materia, puesto que la materia también es expresión de la Divinidad. Sin embargo, sí nos prohíbe caer en glotonería, es decir nos prohíbe sumergirnos en exceso en la materia; evita que lleguemos al punto de no distinguir entre lo espiritual y lo material. Existimos dentro de la materia, por eso es nuestra labor elevarla hacia D-os en vez de hundirnos en ella.

Karpas. Vegetal

El karpas dentro del seder de Pésaj tiene numerosos significados. Por un lado es el recuerdo de nuestro exilio en Egipto, el agua con sal dentro del cual lo sumergimos representan la lágrimas que los judíos derramaron al realizar los trabajos pesados que imponían sobre ellos los egipcios. También representa el primer alimento que tuvo que comer Adán al ser expulsado del Edén. Un midrash (relato talmúdico) nos explica que al salir del Edén Adán se queja con D-os preguntándole que si su condición es tan básica como la de su burro que él también se obligado a comer del pasto como animal. D-os le contesta que será distinto, dado que él, Adán, puede bendecir y el asno no.

Lo que el midrash nos viene a explicar es la diferencia que existía entre la vida de Adán en el Edén y la vida de Adán en este mundo. Cuando Adán comía de los frutos del Edén el placer que obtenía no sólo era material, sino también espiritual; una vez que pierde esa cercanía con D-os y toda la tierra se impurifica pierde ese placer espiritual. Sin embargo, a través de la bendición puede impregnar este mundo de esa espiritualidad que perdió. El karpás, ya sea a través de las lágrimas derramadas en Egipto o el dolor del primer hombre en la tierra, nos enseña que nuestra característica más básica, más elemental, aquella que compartimos con los animales también puede ser dotada de bendición.

Yajatz. Partir la matzá

A lo largo de todo el seder colocamos tres matzot enteras en el centro de la mesa. Cuando llegamos a la parte de Yajatz, el que guía el seder toma la matzá que se encuentra en la parte media y la parte en dos pedazos desiguales. El pedazo más grande lo guarda como Aficomán (lo último que se come en el seder) y el resto de la Agadá se recita sobre el pedazo más pequeño.

Lo que el yajatz nos enseña es que para acercarnos a la Redención, a la libertad máxima, primero tenemos que reconocer nuestras carencias. Hay algo en nosotros y en el mundo que no funciona como desearíamos, algo que hace que el mundo no revele completamente la grandeza de D-os. En este mundo luchamos y rezamos para arreglarlo, para que esa carencia sea satisfecha. El yajatz representa esa voz que se alza a Cielo pidiendo por una realidad más completa.

Maguid. Historia

La parte central de todo el seder y la razón por la que se realiza es para relatar a nuestros hijos la historia de la Salida de Egipto. Esto lo hacemos a través de la lectura de la Agadá; sin embargo, hay algo muy curioso, en toda la Agadá no aparece una sola vez relatada la historia del Éxodo. La razón es que el seder y el texto mismo están planteados de cierta forma muy particular que necesariamente incitan a los asistentes a hacer preguntas. Cada pregunta que surge termina llevándonos a hablar de la salida de Egipto por necesidad, ya que la misma es la base de la fe judía. Todo está enunciado en forma de pregunta porque el inicio del conocimiento y por ende de la fe siempre empieza por una pregunta.

Matzá, Maror y Korej

Después de la lectura y discusión de la Agadá se come la matzá, el maror y el korej con jaroset. La matzá es el único alimento preparado con harina que se puede comer en toda la semana que dura Pésaj; consiste en pan al cual no se le permite leudar. El maror consiste en hierbas amargas que se deben comer la noche del seder suele prepararse una salsa con rábano picante llamada jrein o comerse endivias o lechugas que se hay dejado madurar, por ende amargado. Mientras que el korej con jaroset consiste en un pedazo de matzá (del pan no leudado) con las hierbas amargas (maror) sumergido en una pasta dulce hecha a base de dátiles y nueces a la que llamamos jaroset.

Cada uno de estos elementos tiene una gran carga simbólica. La matzá representa al mismo tiempo el pan de nuestra aflicción como el pan de nuestra libertad. Era el pan que comíamos en Egipto y también es el pan que comimos cuando fuimos liberados. El doble significado de la matzá radica en que cuando dejamos Egipto decidimos dejar de ser esclavos de los egipcios para servir a D-os. En la concepción judía la mayor muestra de libertad es una vida vivida con sentido y esto es sólo posible cuando uno acepta la relación que existe entre D-os y el hombre. Comer matzá simboliza liberarnos de las ataduras materiales, de los deseos propios y aceptar que D-os tiene un plan para el mundo en el cual nosotros participamos y queremos ser parte. Es por eso que la matzá es el pan de la esclavitud que trae consigo liberación.

El maror (las hierbas amargas) representa el dolor y la amargura. Lo ponemos en la matzá porque parte de ser libres implica entender que el dolor que vivimos día a día en nuestros días también fue mandado por D-os para nosotros y por ende también es una herramienta a través de la cual podemos crecer. Liberarnos es aprender a tomar con alegría aquellos momentos de nuestra vida que son amargos. Por eso mismo mezclamos las hierbas amargas con la pasta dulce, con el jaroset; para aprender a crecer a través de ambas.

Shuljan Orej, Afikomány Barej

La última parte del seder es la cena, la cual se llama “Shuljan Orej.” Aquí es común que las familias sigan platicando y haciendo preguntas sobre emuná (fe) y el Éxodo de Egipto. Al terminar la cena se debe comer el pedazo de matzá que fue apartado desde un inicio, a ese pedazo se le llama “afikomán.” Es lo último que se come en todo el seder y está prohibido comer algo más después. Existe una tradición en donde el que dirige el seder, generalmente el padre de la familia esconde el pedazo envuelto en tela y los hijos deben buscarlo. Tiene numerosos significados entre ellos la llegada del Mesías, la liberación final que llegará cuando el nombre de D-os sea revelado en la Tierra; el momento en que todas las creaturas alcanzarán plenitud y todas las preguntas serán respuestas. El afikomán también representa la duda y el crecimiento que uno obtiene después de ella. Finalmente se recitan las plegarias de agradecimiento a D-os por la comida (Birkat Hamazón), cantos de alabanzas propios del día (Halel); se sirve la copa de Eliahu Hanavi que se deja servida toda la noche y se cantan canciones con los hijos; concluyendo así el seder de Pésaj.