Enlace Judío México e Israel – Si bien en México hay muchos grandes médicos, el doctor Samuel Zaltzman es uno de los más importantes y queridos. Es pionero de la nefrología pediátrica, del transplante de riñón, y ha formado a múltiples generaciones de médicos. Conversamos con él para conocer más sobre su trayectoria.

 

El doctor Samuel Zaltzman es reconocido como el pionero del transplante de riñón en México. Su amplia experiencia en instituciones como el Instituto Nacional de Cardiología o el de Pediatría, así como en su clínica privada, respaldan su  nombre, ya legendario en el gremio.

Para conocer un poco más sobre su vida y su carrera, Enlace Judío conversó con él. Nos contó que es hijo de emigrantes judíos rusos a os que México les abrió sus puertas. “En esa época, todos los
emigrantes, ya sea judíos o españoles, querían que sus hijos fueran médicos, abogados o profesores.
Desde entonces yo crecí con la idea de ser médico”, recuerda.

Zaltzman se especializó como internista. Luego “me fui a Chicago, al Hospital Michael Reese, a especializarme en Nefrología Pediátrica. Era una especialidad de la que poco se sabía.” Gracias a su empeño eso cambiaría pronto. Como residente en el hospital Reese, Zaltzman participó, asegura, en los primeros tratamientos de hemodiálisis.

Pero su espíritu de búsqueda constante lo llevó hasta París, al hospital Necker, donde vivió sus primeras experiencias en transplante renal. “Finalmente llegué a Birmingham, Inglaterra, que fue también
parte de mi preparación.”

Asegura que, como médico, es importante ver cómo se practica esta ciencia en otras partes del mundo, aunque dice que también se aprende de los padres, de los pacientes y de otros médicos. “En 1967 regresé a México, en donde me encuentro con la necesidad de consolidar un área de Nefrología Pediátrica. Sin dudarlo, me dedico a luchar en este proyecto.”

Así decidió dejar el Instituto Nacional de Cardiología para integrarse al equipo del recién creado Nacional de Pediatría. Asegura que, en ese momento, no había en México nefrólogos pediatras, así que tenía ante sí un reto importantísimo. “Decidí estudiar y entrenarme para este paso tan importante que estaba por llevar a cabo.”

“Cuando comenzamos a hacer los trasplantes eran tres de diez los que sobrevivían. Actualmente
son nueve de diez”, dice con orgullo.

El Departamento de Hemodiálisis en el INP cumple cerca de 50 años gracias al empeño y
dedicación del doctor Zaltzman. Ahí se atiende a niños y jóvenes. Para mantener a los niños sanos se les
atiende con medicinas y dieta en lo que se consigue el riñón que sea el adecuado para el paciente.

Posteriormente, con aparatos llamados riñones artificiales. Estos aparatos trabajan en el paciente
durante dos a tres horas durante las cuales hacen la función que los riñones harían en 24 a
48 horas. Los pacientes son conectados a la máquina de tres a cuatro veces a la
semana. Todos los niños que pasan por este proceso están en lista para traspale de riñón. Algunos
tienen donadores familiares. Los que no, tienen que esperar a que una persona fallezca y sea
compatible con el paciente.

Según el experto, se hacen hasta 22 trasplantes de riñón al año en este hospital. “Los medicamentos que se utilizan son muy caros, hay pacientes que no tienen el dinero para pagarlos y tenemos que estar en contactos con el departamento de salud y con los administradores. Siempre he tenido el apoyo de ellos.”

El doctor Zltzman asegura que “no hay suficientes Nefrólogos, no hay el dinero para pagar los sueldos. Lo ideal sería tener medicina institucional todo el tiempo. Lo ideal sería dedicarse a la medicina institucional y por la tarde dedicarse uno a la familia.”

Como si las horas y la energía fueran infinitas, Zaltzman a dividido su actividad profesional entre la práctica pública, la práctica de la clínica privada y la docencia, pues ha formado a varias generaciones de nefrólogos pediatras no solo en México sino en Centro y Sudamérica.

Al ser cuestionado sobre sus múltiples reconocimientos, el doctor Zaltzman dice que “el agradecimiento de los niños y sus familias es muy alentador para mí. Para mí es un honor que me llamen el médico del año. Yo no he recibido premios ni reconocimientos. He recibido lo justo por lo que he estudiado, por los que he atendido.”

Agrega que “uno como médico debe de dedicarse a servir a la comunidad de donde viene. Es todo. Muchas veces las gracias de un niño pobre valen más que cualquier premio.” Recuerda que “México recibió a mi familia”, pero él ha retribuido con creces. En 2009 el Centro Médico ABC le otorgó el
reconocimiento “Excelencia Médica”. El departamento de Nefrología del Instituto nacional de
Cardiología lleva su nombre, lo mismo que el de INP.

 

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