Enlace Judío México e Israel.- Poco sabemos acerca del holocausto armenio. Tal vez tampoco nos importa. Nos basta con el nuestro. Pero hoy, 24 de abril 2019, pienso que es importante que también nos importe y conozcamos lo que fue la deportación forzosa y el intento de extinguir a otra raza, la armenia,calculada entre un millón y medio y dos millones de personas que fueron perseguidas y asesinadas por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio otomano, desde 1915 hasta 1923.

SHULAMIT BEIGEL PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

El llamado genocidio armenio se caracterizó por su brutalidad en las masacres y la utilización de marchas forzadas con las deportaciones en condiciones extremas, que por lo general llevaron a la muerte a muchos de los deportados.

El comienzo del genocidio se conmemora el 24 de abril de 1915, el día en que las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de la comunidad de armenios en Estambul, una población cristiana minoritaria y desarmada.

Más adelante, una orden del gobierno acordó la deportación de toda la población armenia, que no contaba siquiera con los medios para su subsistencia. La marcha forzada por cientos de kilómetros, que atravesó zonas desérticas, provocó que la mayor parte de los deportados pereciera víctima del hambre, la sed y las privaciones, a la vez que los sobrevivientes eran robados y violados por los gendarmes que debían protegerlos, con frecuencia acompañados por bandas de asesinos.

Aunque el gobierno de la República de Turquía no niega que las masacres de civiles armenios ocurrieron, no admite que se trató de un genocidio y sostiene que las muertes no fueron el resultado de un plan de exterminio masivo, sistemático y premeditado dispuesto por el Estado otomano, sino que se debieron a las luchas interétnicas, las enfermedades y el hambre durante el confuso período de la Primera Guerra Mundial.

En 2007, la Fundación Elie Wiesel para la Humanidad, publicó una carta firmada por 53 premios Nobel, que reafirmaba la conclusión de que los asesinatos de armenios en 1915 sí constituían un genocidio.

Pero hagamos un poco de historia para conocer los hechos, que personalmente me parecen similares a la Shoá.

En aquella época del dominio otomano, y al igual que ha sucedido con los judíos, muchos armenios se salvaron de la muerte al casarse con familias turcas o convirtiéndose al Islam.

Al igual que a los judíos en Europa Oriental, a la comunidad armenia se le permitió gobernarse a sí misma bajo su propio sistema de gobierno con bastante poca interferencia del gobierno otomano, pero, estaban sujetos a los caprichos de sus vecinos turcos y kurdos, quienes les cobraban impuestos excesivos, los sometían a secuestros, los obligaban a convertirse al Islam y los explotaban sin la interferencia de las autoridades locales. Es decir, que aunque las leyes establecían los derechos de los no musulmanes a la propiedad, los medios de vida y la libertad de culto, en esencia los trataban como ciudadanos de segunda clase, y se les consideraba “infieles” o “no creyentes”.

A mediados del siglo XIX, las tres principales potencias europeas, Gran Bretaña, Francia y Rusia, comenzaron a cuestionar el trato que el Imperio Otomano daba a sus minorías cristianas y lo presionaron para que otorgara iguales derechos a todos sus súbditos. Sin embargo, la mayoría de las reformas nunca se implementaron, porque la población musulmana del imperio rechazó el principio de igualdad para los cristianos.

Y entonces sucedió. Fue en la noche del 23 al 24 de abril de 1915, conocido como el domingo rojo, cuando el gobierno otomano detuvo y encarceló a unos 250 intelectuales armenios y líderes comunitarios de la capital otomana, Constantinopla. El 29 de mayo estos líderes armenios, excepto los pocos que pudieron regresar a Constantinopla, fueron deportados y asesinados. La fecha del 24 de abril es conmemorada como el Día del Recuerdo del Genocidio.

Los armenios que quedaban, fueron llevados a la ciudad siria de Deir ez-Zor y al desierto circundante. Sin embargo, el gobierno otomano retuvo deliberadamente los suministros necesarios para mantener la vida de los deportados durante y después de su marcha forzada hacia el desierto sirio.

En agosto de ese año, 1915, el New York Times publicó un informe de que “los caminos y el Éufrates están llenos de cadáveres de exiliados, y los que sobreviven están condenados a una muerte segura. Es un plan para exterminar a todo el pueblo armenio”.

Los turcos se embarcaron en este exterminio total de los armenios con el objetivo político de tomar posesión de los distritos armenios y el exterminio de los mismos.

La violación fue parte integral del genocidio. Los comandantes militares les decían a sus hombres que “hagan (a las mujeres) lo que deseen”, lo que resultó en un abuso sexual generalizado. Los deportados llegaron desnudos a Damasco y fueron vendidos como esclavos sexuales para conseguir una fuente de ingresos para los soldados turcos.

Los que sobrevivieron a las deportaciones, el gobierno otomano los llevó a campos de concentración establecidos, para eliminarlos.

Ya en 1914 se había fundado la “Organización Especial”, que participó en la destrucción de la comunidad armenia otomana. Esta organización funcionó como un equipo de fuerzas especiales, y algunos historiadores la han comparado con el Einsatzgruppen nazi. Ya desde este momento, el gobierno otomano había decidido acerca de la dirección que debía tomar la Organización, liberando a los delincuentes de las cárceles, para que fueran los elementos principales que la constituyeran. Poco a poco, desde finales de 1914 hasta principios de 1915, miles de prisioneros fueron liberados para tal propósito.

Eitan Belkind, miembro de la red judía de espionaje Nili, que se infiltró en el ejército otomano como oficial, fue testigo de la quema de 5000 armenios a manos de los prisioneros liberados.

Los médicos otomanos contribuyeron a la planificación y ejecución del genocidio. Muchos médicos reconocidos, tenían roles de liderazgo en la Organización Especial. Otros utilizaron su experiencia médica para facilitar los asesinatos, incluido el diseño de métodos para envenenar a las víctimas y el uso de armenios como sujetos para la experimentación humana. El asesinato médico sistemático en el genocidio armenio, fue un precursor de la experimentación nazi en seres humanos durante la Shoá.

A principios de la década de 1930, todas las propiedades pertenecientes a armenios que fueron deportados, habían sido confiscadas. Desde entonces, no se ha producido ninguna restitución de bienes “confiscados” durante el Genocidio armenio. Los historiadores sostienen que la confiscación masiva de propiedades armenias fue un factor importante en la formación de la base económica de la República de Turquía, al mismo tiempo que confirió de capital a la economía del país. Esta confiscación proporcionó la oportunidad para que los turcos de clase baja subieran a las filas de la clase media. La eliminación de la población armenia dejó al estado una infraestructura de propiedad que se usó para el progreso de las comunidades turcas. En otras palabras: la construcción de una economía nacional turca de estado, era impensable sin la destrucción y expropiación de los armenios.

Según documentos históricos, más de 970 000 armenios otomanos desaparecieron de los registros oficiales de población desde 1915 hasta 1916. Según los documentos, el número de armenios que vivían en el Imperio Otomano antes de 1915 era de 1.256.000

Hans von Seeckt, alto oficial alemán que participó en la Primera Guerra Mundial, un tiempo después, culpó a los judíos y los armenios de todos los problemas del Imperio otomano, a quienes retrató como una quinta columna de trabajo para los Aliados. En julio de 1918, Seeckt envió un mensaje a Berlín diciendo que “es una situación imposible el aliarse con los turcos y defender a los armenios.

Varios testigos presenciales de los acontecimientos han publicado documentos que para quienes nos interesa el tema, son importantes. El escritor alemán Armin Wegner, por ejemplo, que trabajó como enfermero, escribió varios libros acerca de los acontecimientos de los que fue testigo durante su estancia en el Imperio otomano. Años más tarde, después de haber regresado a Alemania, Wegner fue encarcelado por oponerse al nazismo, y sus libros fueron quemados por los nazis.

Probablemente, la obra literaria más conocida sobre el genocidio armenio es “Los cuarenta días de Musa Dagh”, de Franz Werfel (1933), que se convirtió en un best-seller, particularmente entre los jóvenes de los guetos judíos durante la era nazi.

La primera película sobre el genocidio armenio apareció en 1919, una producción de Hollywood titulada “Ravished Armenia”, dirigida por Oscar Apfel, que posteriormente influyó en el film “Ararat” (2002), del director Atom Egoyan. También hay referencias en América, América, de Elia Kazan, y Mayrig, de Henri Verneuil. En el Festival de Cine de Berlín de 2007, los directores italianos Paolo y Vittorio Taviani presentaron otra película acerca de los acontecimientos, basada en la novela de Antonia Arslan, La Masseria Delle Allodole (La granja de las alondras).

 

 

 

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