Enlace Judío México e Israel.- La semana pasada, Jared Kushner, uno de los punteros de la administración en el Medio Oriente, prescindió del término “solución de dos Estados” en su inminente plan de paz para Israel y los palestinos. “La solución de dos Estados ha fallado,” dijo. No por falta de intento.

SHOSHANA BRYEN

La “solución de dos Estados” no aparece en los Acuerdos de Oslo de 1993, los cuales pedían sólo “auto-gobierno interino” para los palestinos. El objetivo era un acuerdo de estatus final negociado, en el cual la independencia no estaba especificada.

La frase tuvo la intención de crear el aura de igualdad entre Israel y la Organización para la Organización de Liberación de Palestina y la Autoridad Palestina. Nació de la creencia de que Israel, la parte fuerte, tenía que ofrecer a los palestinos, la parte débil, un cierto estatus — o al menos estatus potencial.

Después de eso, los palestinos adquirieron muchos de los atributos del Estado — una oficina en Washington llamada “embajada,” un edificio designado diplomático por EE.UU en Jerusalén llamado “embajada” y estatus pleno en un número de organizaciones internacionales.

Un “Estado” al lado del Estado de Israel, parecía sólo cuestión de tiempo.

Pero la aceptación de dos partes aparentemente iguales tuvo a Washington caminando por una línea fina entre un amigo democrático y una organización terrorista a veces semi reformada. Eso fue un error. Israel es una sociedad libre, democrática y abierta con una prensa libre, y respeto por las libertades civiles de todos sus ciudadanos sin importar la religión, etnia, género u opinión política. La Autoridad Palestina (AP) no lo es.

En el año 2002, el Presidente Bush trató de cuadrar el círculo, llamando a su visión “dos Estados, viviendo lado a lado en paz y seguridad,” pero los palestinos tenían obligaciones.

Líderes electos nuevos no comprometidos por el terror. “Un estado palestino nunca será creado por medio del terror.”

Construir una “democracia practicante, basada en la tolerancia y libertad.”

Reforma. “La reforma debe ser más que cambio cosmético, o intento velado de preservar el status quo. La verdadera reforma requerirá instituciones políticas y económicas enteramente nuevas, basadas en la democracia, economía de mercado y acción contra el terrorismo.”

Luego llegaron los “siempre que” y “cuando.”

• “Si el pueblo palestino busca estos objetivos en forma activa, Estados Unidos y el mundo apoyarán activamente sus esfuerzos.

• “Si el pueblo palestino cumple estos objetivos, ellos podrán llegar a un acuerdo con Israel y Egipto y Jordania en seguridad y otros acuerdos por la independencia.

• “Cuando el pueblo palestino tenga nuevos líderes, nuevas instituciones y nuevos acuerdos de seguridad con sus vecinos, Estados Unidos de América apoyará la creación de un estado palestino.”

Pero aun entonces, las “fronteras y ciertos aspectos de su soberanía serán provisionales hasta ser resueltos como parte de un acuerdo final en el Medio Oriente.”

Eso puso una carga sustancial sobre el liderazgo palestino — una que éste no ha podido cumplir. Después de 23 años y miles de millones de dólares en ayuda internacional, la Conferencia de Paz de París del 2017 admitió que los palestinos todavía carecían de la “infraestructura para una economía viable,” no puede manejar “prestación de servicios,” y no tiene “sociedad civil” en áreas de la AP capaces de expresar disenso o desaprobación de la captura por parte de Mahmoud Abbas del poder entonces de 12 años (ahora 14 años y sigue) de un mandato presidencial de cuatro años. Gaza bajo Hamas es peor.

La administración Trump ha reconocido que los palestinos están más lejos que nunca de cumplir sus obligaciones con su propio pueblo — por no mencionar con Israel.

Entonces, la administración se quitó del medio, y se acercó más a nuestro aliado natural, Israel.

• Mudando la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén, reconociendo el derecho de un país soberano a elegir su propia capital.

• Desfinanciando a la UNESCO debido a su eliminación del patrimonio judío en Israel, incluyendo llamar sitios de legado “palestino” a la Tumba de los Patriarcas (judíos) y a la Tumba de Rajel.

• Reteniendo fondos de la AP en el monto que estaba gastando en “salarios” para terroristas en las prisiones israelíes, terminando efectivamente la participación estadounidense en “Pague para Asesinar.”

• Defendiendo a Israel firmemente en la ONU y sin disculpas.

• Quitando la palabra “ocupado” de los documentos del Departamento de Estado respecto a la Margen Occidental en deferencia con el hecho que esos territorios son disputados y fueron ocupados previamente por Jordania.

• Cerrando la “embajada” palestina en Washington.

• Plegando el Consulado de EE.UU en Jerusalén, la embajada de facto ante la Autoridad Palestina, dentro de la Embajada de EE.UU.

• Reconociendo los Altos del Golán como territorio israelí soberano.

Pero si dos Estados son, de hecho, el camino a seguir, hay un mecanismo — uno que la administración Trump está bien posicionada para usar.

La Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU de 1967 contiene el ingrediente central para la paz, no sólo entre Israel y los palestinos, sino también entre Israel y los estados regionales. La Resolución 242 requiere que los estados árabes (y por extensión los palestinos) proporcionen a Israel la “culminación de todos los reclamos o estados de beligerancia y respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todo estado en el área y de su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas libres de amenazas o actos de fuerza.”

Esos fueron los términos que vieron a Israel devolviendo el Sinaí a Egipto, y firmar un acuerdo de paz con Jordania. Firmando, los palestinos pueden encontrarse más cerca de la “solución de dos Estados” que a través de cualquier otro mecanismo. Y la legitimidad y permanencia de Israel en la región — la condición sine qua non de su seguridad futura — será asegurada.

 

 

Fuente: The Washington Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.