Enlace Judío México e Israel.- El 16 de mayo de 1943 los nazis aplastaban la revuelta judía armada en el Gueto de Varsovia. Dos años después, a comienzos de mayo de 1945, Alemania se rendía ante los Aliados.

JULIÁN SCHVINDLERMAN

Una hecatombe inconcebible

Alrededor de sesenta millones de personas perdieron sus vidas durante la Segunda Guerra Mundial, de las cuales dos tercios eran civiles. El académico Robert McMahon ofrece una ventana a la escala de la devastación por medio de las siguientes cifras: Tres millones de civiles murieron en los países del Eje. Treinta y cinco millones de civiles murieron entre los países Aliados. Solamente Rusia padeció veinticinco millones de muertos; y Estados Unidos, cuatrocientos mil. A lo largo de Europa, cincuenta millones de personas quedaron desarraigadas. La quinta parte de las viviendas en Francia, y la cuarta parte de los hogares de Grecia, fueron diezmadas. Gran Bretaña, que no llegó a ser ocupada, perdió un cuarto de su riqueza nacional total durante la guerra. Trece millones de chinos murieron y bombas nucleares cayeron sobre Japón.

Polonia fue la primera nación invadida por los nazis y la que albergaba a la mayor comunidad judía de Europa, la que al terminar la guerra se vio reducida en un 90%. Fue en Polonia donde los nazis establecieron el primer gueto (Piotrków Trybunalski, en octubre de 1939) y el más grande (Varsovia, en octubre de 1940) y en donde exterminaron la mayor cantidad de judíos (cerca de tres millones). En total, seis millones de judíos europeos fueron asesinados durante la guerra. Eso significa que dos de cada tres judíos que vivían en Europa no sobrevivieron al genocidio nazi. Al ingresar a Varsovia en julio de 1945, el embajador estadounidense Arthur Bliss Lane observó: “El olor espantosamente dulce de carne humana quemada fue una advertencia severa de que estábamos entrando a una ciudad de muertos”.

Rebelión en el gueto

El primer levantamiento urbano en la Europa ocupada por los nazis ocurrió entre abril y mayo de 1943 en el gueto de Varsovia, donde cuatrocientos mil judíos fueron apretujados en un espacio de poco más de dos kilómetros cuadrados. El año anterior, 270.000 judíos habían sido enviados a Treblinka. Sólo cuando comenzaron a advertir la dimensión de la tragedia en ciernes y el destino fatal que les esperaba a los restantes 130.000, la revuelta nació. Para enero de 1943, había poco más de 60.000 judíos en el gueto. Un puñado de ellos se sublevó militarmente. Fue una contienda librada en la más absoluta soledad. Los judíos estaban marginados del mundo y su gesta apenas fue notada en el resto de Polonia o en el extranjero. Mientras enfrentaban a los nazis en las calles del gueto en condiciones desventajosas, nunca recibieron palabras de estímulo u ofrecimientos de ayuda de parte de ningún líder aliado.

Durante alrededor de treinta días, la resistencia judía desafió al ejército alemán desde una situación de clara inferioridad. Los nazis habían estimado que en apenas tres días aplastarían esa rebelión. Al final, los soldados alemanes redujeron el gueto a escombros con artillería pesada. En un ataque dirigido al búnker de la resistencia, sito en el número 18 de la calle Mila, los nazis asesinaron al más famoso comandante de la revuelta, Mordejai Anielewicz, y a la mayoría de sus combatientes. El oficial responsable de liquidar el gueto ordenó destruir la Gran Sinagoga de la calle Tlomacki, como símbolo de la victoria nazi. Los judíos fueron deportados a campos de concentración y de exterminio. Aunque los rebeldes sabían que tenían cero chance de supervivencia, se sublevaron en señal de desafío al Nazismo y de resistencia a la pasividad.

Los luchadores del gueto ocasionaron muy pocas bajas entre las filas nazis (16 muertos y 85 heridos), aun así, el levantamiento fue considerado una proeza emblemática. “Es imposible poner en palabras lo que hemos atravesado” anotaba con emoción Anielewicz. “Lo que pasó superó nuestros sueños más atrevidos. Los alemanes huyeron dos veces del gueto… El sueño de mi vida se ha hecho realidad. La defensa en el gueto se ha convertido en un hecho… He presenciado el glorioso y heroico combate de los combatientes judíos”.

Los reportes de Stroop

Jüergen Stroop fue el oficial de las SS responsable de liquidar los remanentes del gueto tras las deportaciones en 1942. Respondía a Heinrich Himmler, a cuyo escritorio llegaban los informes que éste le enviaba a través de su superior, el SS asentado en Cracovia Frierich-Wilhelm Krueger. En sus reportes a Berlín, informó haber matado alrededor de 7.000 judíos, capturado a otros 56.065 y destruido 631 búnkeres. Redactados con la frialdad y el rigor de los nazis, estos informes constituyen fidedignas descripciones de los hechos durante la sublevación judía y la consecuente represión alemana. En uno de sus reportes, Stroop escribió acerca de un acto de heroísmo alcanzado por los resistentes judíos agrupados en una facción liderada por Pawel Frenkel, quienes habían logrado izar las banderas de Polonia y del movimiento sionista sobre la azotea de uno de los edificios del gueto. “Estas banderas inspiraron a cientos de miles de personas, las despertaron. Tuvieron una gran importancia política y moral, ellas unieron a los judíos y a los polacos”, redactó el oficial nazi. “Estas banderas eran poderosas como fuego de cañón. ¡Eran como mil cañones!”.

Tras liquidar el gueto de Varsovia, Stroop fue galardonado con la Cruz de Hierro. Reunió todos sus reportes diarios del período 19 de abril-16 de mayo de 1943, junto con su informe final, en un álbum adornado con fotografías de los combates que él mismo había tomado. Titulado El rincón judío en Varsovia ya no existe, también contenía un listado de los nombres de los alemanes caídos. Una copia del álbum fue entregada a Krueger, otra Himmler y otra quedó en manos de Stroop. Este ejemplar fue admitido como evidencia en los Juicios de Núremberg. Ha sido traducido y publicado en muchos idiomas. Es considerada una fuente primaria valiosa sobre el levantamiento; junto, desde ya, con los testimonios de los luchadores y sobrevivientes. En su obra Banderas sobre el gueto de Varsovia, Moshe Arens estudia minuciosamente los informes de este oficial nazi, cuyos reportes están anexados.

Un destello en la oscuridad

En el siglo XX, los nazis establecieron cientos de guetos en el continente europeo con el fin de segregar a los judíos. Inicialmente fue concebida como una medida provisoria; algunos duraron días, otros meses y otros años. Con la adopción de la “Solución Final” en enero de 1942, los alemanes comenzaron la destrucción de los mismos y la deportación de la población judía hacia campos de exterminio. Cuando los judíos comprendieron que serían enviados a una muerte cruel y segura, muchos se sublevaron. Así, según datos surgidos del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos, hubo levantamientos en más de cuarenta guetos, entre ellos en Vilna, Bialystok, Czestochowa, Kovno, Minsk, Mir, Bedzin, Sosnowiec, Tuchin y Kremenets. También hubo revueltas en campos de trabajo, en Lublin y Janówska, así como en los campos de exterminio de Auschwitz (se explotó uno de los crematorios), Sobibor (once guardias SS fueron matados) y Treblinka (se provocó un incendio).

La rebelión en el gueto de Varsovia fue ubicada en una categoría simbólica aparte. Quizás ello se debió a que marcó la primera revuelta urbana antinazi en la Europa ocupada, a que era el gueto más grande, a que mantuvo un enfrentamiento prolongado con el ejército más poderoso de Europa en aquél tiempo en condiciones de desventaja evidentes, y a que se erigió en un temprano compás modélico de la valentía humana durante la guerra. La Ceremonia de Recordación del Holocausto, Yom Hashoá, fue señalada en el calendario hebreo en coincidencia con este levantamiento. Su historia quedó retratada en una gran cantidad de libros, artículos y películas. El heroísmo de sus combatientes fue honrado en museos, conmemoraciones anuales, calles y estatuas. Su épica, inmortalizada en best-sellers como Mila 18 de Leon Uris y The Wall de John Hersey.

Jana Szenes fue una integrante judía de la resistencia antinazi húngara. Vivió en Palestina, fue entrenada como paracaidista por los británicos en Egipto, y enviada a Yugoslavia con la misión de rescatar a los judíos de Hungría. Capturada y torturada por la policía húngara, fue finalmente fusilada por los alemanes a los 23 años de edad, en 1944. Unas líneas de su diario íntimo que la sobrevivió podrían aplicarse a ella misma, a los resistentes del gueto de Varsovia y de los demás guetos en la Europa ocupada, así como a tantos otros luchadores que plantaron bandera ante el Nazismo:

“Hay estrellas cuya luminosidad es visible en la Tierra aunque hace largo tiempo que se han extinguido. Hay personas cuyo resplandor continúa iluminando al mundo aunque no están más entre los vivos. Estas luces son particularmente brillantes cuando la noche es oscura. Ellas alumbran el camino para la humanidad”.

 

 

*Julián Schvindlerman es escritor, magíster en ciencias sociales y profesor universitario.

 

 

Fuente:perfil.com