Enlace Judío México e Israel.- El término “Nakba”, originalmente acuñado para describir la magnitud de la auto-infligida derrota de los palestinos y árabes en la guerra de 1948, se ha convertido durante las últimas décadas, en sinónimo de victimismo palestino, con agresores fallidos transformados en víctimas desventuradas y viceversa. Israel debe hacer todo lo posible para desarraigar esta falsa imagen exponiendo sus claramente falsos cimientos históricos.

DR. RAPHAEL G. BOUCHNIK-CHEN

Hoy, el fallido intento de los árabes palestinos por destruir al naciente estado de Israel y la huida resultante de unos 600.000 árabes palestinos, ha llegado a ser conocido internacionalmente como la “Nakba”, la catástrofe, con su consiguiente falsa implicación de víctima indefensa.

Esto, irónicamente, fue lo opuesto al significado original del término, cuando fue aplicado por primera vez al conflicto árabe-israelí por el historiador sirio Constantin Zureiq. En su folleto publicado en 1948 y denominado ‘El Significado del Desastre (Ma’na al-Nakba), Zureiq le atribuyó la huida palestina/árabe al asalto panárabe sobre el naciente estado judío en lugar de a un diseño sionista premeditado que buscó desheredar a los árabes palestinos:

“Cuando comenzó la batalla, nuestra diplomacia pública comenzó a hablar sobre nuestras victorias imaginarias, para de esta manera poner somnolienta a la población árabe y hablar sobre la capacidad de vencer y obtener la victoria fácilmente – hasta que sucedió el Nakba… Debemos admitir nuestros errores… y reconocer el alcance de nuestra responsabilidad por nuestra suerte desastre”.

Zureiq se suscribió a esta visión crítica durante décadas. En un libro posterior, The Meaning of the Catastrophe AnewEl Significado de la Catástrofe más Positivamente (Ma’na al-Nakbah Mujaddadan) publicado después de la guerra de junio, 1967, este definió esa última derrota como “Nakba” en lugar de “Naksa” (o retroceso), tal como llegó a ser conocido en el discurso árabe, ya que – al igual que en 1948 – fue un desastre auto-infligido que surgió por el fracaso del mundo árabe en enfrentar al sionismo.

Para ese momento, el término “Nakba” se hallaba claramente ausente del discurso árabe y/o palestino. Su primera mención – en el influyente libro de George Antonius de 1938 The Arab Awakening – El Despertar Árabe, no tuvo nada que ver con el conflicto árabe-israelí (hasta ahora inexistente) sino más bien con la creación posterior a la Primera Guerra Mundial del moderno Medio Oriente (“El año 1920 posee en los anales de la historia árabe un nombre malvado: se lo conoce como el Año de la Catástrofe o, en árabe, Aam al-Nakba”).

Similarmente, en su libro de 1956 Hechos sobre el Tema Palestina (Haqa’iq y Qadiyat Falastin), Hajj Amin Husseini, el líder de los árabes palestinos de comienzos de la década de 1920 hasta 1948, utilizó el término “al-Karitha” para describir el colapso y dispersión árabe-palestino. Según el académico palestino Anaheed Al-Hardan de la Universidad Americana de Beirut, esto reflejó el deseo de Husseini de evitar el término “Nakba”, que para ese momento se asociaba ampliamente a un auto-infligido desastre árabe palestino – ya sea a través de la venta de tierras a los sionistas, el no dar la pelea, o el transmitirle instrucciones a la población para que se marchara.

El término tampoco reapareció durante décadas luego de la guerra de 1948 – ni siquiera en el documento fundador de la OLP, el Pacto Palestino (de 1964, revisado en 1968). Fue solo a finales de la década de 1980 que comenzó a ser percibido como una injusticia infligida por Israel. Irónicamente, fue un grupo de supuestos “nuevos historiadores” israelíes políticamente comprometidos quienes proveyeron al movimiento nacional palestino su mejor herramienta de propaganda al poner de cabeza la saga del nacimiento de Israel, con agresores convertidos en víctimas indefensas y viceversa en base a una tergiversación masiva de evidencias históricas ya de archivo.

Mientras las generaciones anteriores de académicos e intelectuales palestinos se abstuvieron de explorar los orígenes de la derrota ocurrida en 1948, el Presidente de la OLP Yasser Arafat, quien fue llevado a Gaza y Cisjordania como parte de los Acuerdos de Oslo de 1993 y a quien se le permitió establecer su Autoridad Palestina en partes de esos territorios, aprovechó el inmenso potencial de reencarnar el Nakba como símbolo de la condición de víctima palestina en lugar de ser lo que es, un desastre auto-infligido. En 1998, este proclamó el 15 de mayo como el día nacional del recordatorio del Nakba. En los años siguientes, el “Día del Nakba” se ha convertido en un componente integral de la narrativa nacional palestina y en el evento más importante que conmemora su “catástrofe” en 1948.

La sensibilidad israelí frente al término “Nakba” creció luego de informarse que el 15 de mayo de 2007 el Secretario General de la ONU Ban Ki Moon, llamó al Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas para expresarle sus empatías con el pueblo palestino en honor al “Día del Nakba”. “El jefe adjunto de la misión de las Naciones Unidas en Israel se quejó de que la palabra “Nakba” es una herramienta propagandística árabe utilizada para socavar la legitimidad de la creación del Estado de Israel y no debe ser parte del léxico de las Naciones Unidas.

Mientras los diplomáticos israelíes se encontraban ocupados disuadiendo a sus homólogos a no caer en la falsa narrativa de la Autoridad Palestina, en julio, 2007 la Knesset debatió una decisión del Ministro de Educación Yuly Tamir para que incluya la Nakba como tema en el plan de estudios anual para la minoría árabe en Israel.

Afortunadamente, el 30 de marzo, 2011 fue publicado en el registro oficial israelí la Ley de Principios del Presupuesto (conocida como la Enmienda #40) – “Reducción de las asignaciones financieras o apoyo debido a las actividades contrarias a los principios del estado”. La Enmienda #40 agregó una sección a la Ley de Principios del Presupuesto de 1985 que autoriza al Ministro de Finanzas a reducir las asignaciones financieras o el apoyo a cualquier organización o entidad que reciba financiamiento estatal si esta participa en alguna de estas 5 actividades:

-Rechazar la existencia del Estado de Israel como estado judío y democrático;
-Incitar el racismo, violencia o terrorismo;
-Apoyar la lucha armada o una acción terrorista por un estado enemigo o una organización terrorista contra el Estado de Israel;
-Conmemorar el Día de la Independencia o el día de la creación del estado como día de luto;
-Vandálizar o profanar físicamente la bandera o el símbolo del estado.

La Enmienda #40, apodada extraoficialmente como la Ley Nakba, se encuentra ahora muy arraigada dentro del discurso jurídico y parlamentario diario israelí, aunque recibió fuertes críticas de los partidos árabes que argumentaron que no supera la prueba de la libertad de expresión. En su manera de ver, la ley socava la libertad de expresión artística en eventos tales como producciones teatrales o lecturas de poesía que tratan explícitamente con el Nakba, los refugiados palestinos o el anhelo de retornar a la patria.

La legitimación del uso ahora común del término “Nakba” en el discurso oficial y público israelí, ya sea de orientación positiva o negativa, provee servicio a la causa palestina. Si se le considera que refleja un segmento integral de la historia israelí, el término contradice la postura legítima y antigua de Israel que rechaza responsabilidades por la creación del problema de los refugiados. En el proceso, este legitima la falsa narrativa palestina sobre la victimización que define al Nakba como el “mayor pecado del siglo XX”.

El “Nakba” no es un hecho. Es un término manipulador y de fácil recordatorio diseñado para servir a la campaña propagandística palestina en contra de Israel. Israel debe abstenerse de legitimar el término, ya que impone un falso sentimiento de culpa o culpabilidad por la creación del problema de los refugiados al estado. Tampoco debe utilizarse la palabra para referirse a la deportación masiva de judíos de los estados árabes, ya que al hacerlo crea una impresión de injusticia equivalente. La huida de los árabes palestinos fue el resultado directo de una fallida “guerra de exterminio y masacre de gran importancia” (en palabras del secretario general de la Liga Árabe). La expulsión por parte de los estados árabes de sus poblaciones judías fue un acto inequívoco de limpieza étnica.

A Israel se le recomienda muy bien que escuche nuevamente el trascendental discurso de Abba Eban, el entonces Embajador de Israel en la ONU, dado el 17 de noviembre, 1958. Este abordó el tema de los refugiados sin utilizar el término Nakba:

“El problema de los refugiados árabes fue causado por una guerra de agresión, lanzada por los Estados árabes contra Israel en 1947 y 1948. No se equivoquen. Si no hubiese habido una guerra contra Israel, junto a su consiguiente cosecha de derramamiento de sangre, miseria, pánico y fugas, hoy no hubiese existido ningún problema para los refugiados árabes. Una vez se determinen las responsabilidades de esa guerra, habremos determinado las responsabilidades del problema de los refugiados. Nada en la historia de nuestra generación es más claro o menos controvertido que la iniciativa de los gobiernos árabes por el conflicto del cual surgió la tragedia de los refugiados. Los orígenes históricos de ese conflicto están claramente definidos por las confesiones de los propios gobiernos árabes: “Esta será una guerra de exterminio”, declaró el Secretario General de la Liga Árabe hablando en nombre de los gobiernos de 6 estados árabes. “Será una masacre trascendental de la cual se hablará como la masacre de Mongolia y de las Cruzadas”.

 

 

*El Dr. Raphael G. Bouchnik-Chen es Coronel retirado quien se desempeñó como analista principal en los servicios de Inteligencia Militar de las FDI.

Fuente: hatzadhasheni.com