Enlace Judío México e Israel.- El jueves pasado, un Tribunal Federal de Nueva York condenó al agente Ali Kourani de Hezbolá bajo ocho cargos de terrorismo. El caso ilustra cómo Hezbolá encarga a sus reclutas obtener legalmente la ciudadanía estadounidense, en vez de confiar en pasaportes falsos para ayudarlos a entrar a Estados Unidos.

EMANUELE OTTOLENGHI

Kourani se volvió ciudadano naturalizado estadounidense en el 2009, y sólo después comenzó a identificar y buscar blancos para potenciales ataques terroristas. Documentos del tribunal muestran que el enlace de Kourani no le daría tareas operativamente hasta que recibió su ciudadanía como para no poner en peligro el proceso de naturalización.

Kourani llevó a cabo vigilancia física sobre múltiples edificios del gobierno de Estados Unidos en Nueva York, incluidas las oficinas del FBI, una instalación de la Guardia Nacional del Ejército, un arsenal del Ejército, y una instalación del Servicio Secreto de Estados Unidos. Hezbolá también apuró a Kourani para identificar a ex personal del ejército israelí que vive en Nueva York como blancos potenciales para ataques para vengar la eliminación en febrero del 2008 del comandante y cabecilla terrorista de Hezbolá, Imad Mughniyeh.

Tal vez más escalofriante, a Kourani se le encargó una reunión de información sobre los protocolos de seguridad en el aeropuerto internacional John F. Kennedy en Nueva York. Como se detalló en los documentos del tribunal, la vigilancia habría facilitado a Hezbolá enterarse de la disposición de las terminales, las localizaciones de las cámaras de vigilancia y personal de seguridad, tanto como inspección de equipaje y prácticas de recolección. Kourani también buscó blancos en el exterior, incluyendo vigilancia similar en otro aeropuerto; esas conspiraciones pueden estar en curso a pesar de su arresto.

El caso Kourani también abre una ventana dentro de las actividades malignas aparte de los ataques planificados de Hezbolá. Documentos del tribunal nombran a numerosos individuos radicados en Estados Unidos y entidades involucradas potencialmente en una variedad de actividades criminales vinculadas a finanzas terroristas y lavado de dinero.

Notablemente, Kourani estuvo involucrado en un negocio en Dearborn, Michigan, que vendió coches usados a Benin, en África Occidental; es posiblemente uno de los 300 concesionarios implicados en el caso del 2011 que llevaron los fiscales contra Ayman Joumaa y el Banco Libanés-Canadiense. El esquema lavó unos u$s200 millones mensuales para el beneficio de los cárteles de droga colombianos y mexicanos. La evidencia mostró que Hezbolá aprovechó las concesionarias de coches usados radicadas en Estados Unidos para lavar los ingresos por drogas exportando vehículos a África Occidental. Pero las acciones de ejecución de la ley tomadas contra la red de bancos afectaron sólo a 30 negocios debido a la falta de cooperación entre agencias. Los otros pueden estar todavía activos.

El caso de Kourani es uno de los casos de alto perfil contra agentes de Hezbolá actualmente bajo prosecución en Nueva York. El segundo caso, que involucra a Samer El-Debek, está aún pendiente. El-Debek, arrestado como Kourani en el 2017, está siendo acusado de ser un experto en explosivos de Hezbolá encargado de una operación terrorista en Centroamérica. Estos casos pueden ser apenas la punta del iceberg.

Tales amenazas ayudan a explicar por qué el Departamento de Justicia, cuando estableció una Fuerza de Tareas para combatir el crimen organizado transnacional en octubre del 2018, designó a Hezbolá como uno de sus cinco objetivos principales. Es hora que la Fuerza de Tareas comience a realizar acusaciones contra operaciones  y finanzas terroristas de Hezbolá dentro de Estados Unidos.

 

 

 

Emanuele Ottolenghi es miembro principal en la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), también contribuye en Poder Económico y Financiero de la FDD.

Fuente: Informe político de la Fundación para la Defensa de las Democracias
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.