Enlace Judío México e Israel – Cuando dos estudiantes del norte de Israel descubrieron la falta de agua potable en la empobrecida nación africana de Uganda, su primer acto después de graduarse fue construir un dispositivo de purificación para 900 niños que bebían agua de un pantano.

TAMAR TRABELSI-HADAD

Selda Edris y Mayes Morad, de 26 años, estudiaban ingeniería hidráulica cuando fueron expuestas por primera vez a las malas condiciones de vida en Uganda. Al graduarse, ambas jóvenes de la Galilea sabían que allí era donde querían ir para ofrecerse como voluntarias y ayudar a suministrar agua potable a la comunidad local.

Las dos ingenieras se unieron a la organización HELPAPP, que proporciona ayuda humanitaria a países africanos en desarrollo. Edris, de la aldea de Rehaniya, y Mayes, de Beit Jann instalaron un dispositivo de purificación de agua en una comunidad ugandesa, para purificar el agua de un pantano cercano.

Antes de que Edris y Morad llegaran a la comunidad ugandesa donde se ofrecieron como voluntarias, los 900 niños de la región bebían agua de un pantano cercano que se llena durante el invierno.

Las tres escuelas de la comunidad hervían el agua del pantano antes de beber, pero eso no era suficiente. Había una gran necesidad de una solución segura.

Según Edris y Morad, encontrar una solución fue un desafío. Sin embargo, finalmente lograron instalar fregaderos y grifos en las escuelas y conectarlos a una instalación de purificación adecuada. Cuando terminaron, 900 niños tenían agua corriente.

“Nos sorprendió ver la condición de vida de los niños”, dijo Morad. “Vimos la horrible pobreza en la que viven y nos conmocionó ver a los niños temblar de frío, descalzos o con zapatos rotos”.

Además de los esfuerzos para abastecer a las escuelas con agua corriente, las jóvenes organizaron una campaña de recaudación de fondos en Facebook para brindar zapatos y ropa a los niños de la comunidad.

Campo de refugiados en Uganda, 2018 (Foto: AP)

“Cuando vi lo felices que estaban cuando abrieron las canillas y salía agua, pensé qué es lo que me haría a mí, o a mis sobrinos y sobrinas, que tienen la misma edad, tan felices?” expresó Morad.

“La alegría en los ojos de un niño al abrir una canilla para lavarse las manos y ver salir el agua se quedó conmigo. Es difícil imaginar que haya niños en este mundo que no tienen las necesidades más básicas, agua potable, simplemente porque no tuvieron la suerte de nacer en el lugar correcto. El agua potable es un derecho básico para todas las personas en este mundo, independientemente de dónde hayan nacido”, concluyó.

“Hemos ayudado a cientos de niños, pero sabemos que hay muchas otras personas en otras partes de Uganda que no consideran el agua potable como algo dado”, agregó Edris. “Queremos volver a Uganda e iniciar una operación a mayor escala”.

“Le pregunté a una niña de 13 años qué era lo que más deseaba, y me sorprendió escuchar que quería agua limpia, ropa y electricidad en su casa, para iluminarla cuando oscurece. Lo que nosotros damos por sentado no lo es en tantos lugares del mundo, y eso es triste. Esa niña me rompió el corazón”, comentó Edris.

Fuente: Ynet / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico