Enlace Judío México e Israel.- Freemason’s Arms es un local que pasa desapercibido en Covent Garden, uno de los barrios más cool de Londres. Se trata de un lugar para mitómanos. La estética victoriana de su interior nos transporta a un tiempo y a una sociedad en la que todo tenía un orden muy jerárquico y muy clasista. Todo menos el fútbol. Era un desastre.

ORFEO SUÁREZ

La situación llevó, el 26 de octubre de 1863, a Freemason’s Tavern, como entonces se llamaba la cantina, situada en un edificio adyacente, a miembros de clubes que empezaban a practicar un deporte sin reglamentar. Eran 12, encabezados por el abogado Ebenezer Cobb Morley. En su honor, pueden degustarse, hoy, 12 tipos de cervezas en el local.

Más de 20 años atrás, un grupo de estudiantes de Cambridge había elaborado un pequeño manual de reglas que permitían coger el balón con las manos. Los 12 padres del fútbol acabaron con ellas en Freemason’s Tavern, al elaborar un reglamento con 13 normas. Prohibían el uso de clavos en las botas, establecían las medidas del terreno de juego y regulaban el fuera de juego, entre otras cuestiones. En el mismo encuentro fundaron la primera federación del nuevo deporte, la Football Association (FA).

LA CHAMPIONS DE 2012

La cuna del futbol, sin embargo, no alcanzaría su cima hasta siglo y medio después, con el triunfo de uno de los clubes de Londres, el Chelsea, en la Champions de 2012. Siete años después, la copa prácticamente en su totalidad, con tres de sus equipos, el propio Chelsea, el Arsenal y el Tottenham, más un cuarto inglés, el Liverpool, en las dos grandes finales europeas. Un hito único en la historia.

El futbol es uno de los elementos vertebradores de la capital inglesa, con los estadios incrustados en sus barrios. La deslocalización habitual en otras ciudades no es sencilla en una capital con escaso espacio edificable. Para ello habría que salir del Gran Londres, algo impensable para aficionados que componen verdaderas tribus en las que pueden apreciarse las tradiciones, las orientaciones políticas, la diversidad y hasta el Brexit.

El Tottenham, que jugará su primera final de Champions en Madrid, después de haber sido campeón de la Copa de la UEFA en 1972, en su primera edición, y 1984, ha levantado su nuevo estadio justo al lado de donde se ubicaba el antiguo, en White Hart Lane. El Arsenal tuvo que dejar el entrañable Highbury y edificar el Emirates Stadium, a unos minutos de distancia, en Ashburton Grove, para impulsar su crecimiento como club global. El Chelsea, con el estadio de menor aforo, planea algo similar.

En los tres casos ha resultado clave para el éxito el capital judío. Lo son David Levy y Roman Abramovich, propietarios del Tottenham y el Chelsea, respectivamente, y lo era el hombre que impulsó la construcción del Emirates para el Arsenal, Danny Fiszman, antes de vender el club y fallecer, en 2011. En la actualidad pertenece al empresario estadounidense Stan Kroenke, una de las fortunas más importantes del mundo.

La localización de Tottenham y Arsenal hizo que entre sus aficionados proliferaran los obreros judíos llegados a Londres a finales del siglo XIX y principios del XX, ubicados en el East End y los barrios del norte, fundamentalmente. Esa raíz, sin embargo, es mayor en el caso de los Spurs, cuyos hooligans se hacen llamar la Yiz Army y añaden la estrella de David al gallo que aparece en el escudo del club que actualmente dirige Mauricio Pochettino.

Los aficionados del Tottenham, en general, responden a un perfil tradicional, apegados en el pasado a un barrio obrero y en la actualidad algo inseguro. La tribu de los Spurs contrasta con los seguidores del Arsenal, más cosmopolitas y jóvenes, en general, pese a una génesis similar, puesto que fue creado por los trabajadores de una empresa de armamento. Su apodo, los gunners (cañoneros) proviene de su origen, no de su fuerza al golpear el balón.

La razón del crecimiento en su cota de aficionados fueron los éxitos de los 90, primero de la mano de George Graham, que acabó despedido por cobrar de los traspasos, y después de Arsène Wenger. Esos años florecientes propiciaron que numerosos nuevos aficionados de toda la ciudad y del resto del país se hicieran simpatizantes del equipo. Entonces eran niños, hoy son adultos. La modernización que supuso la llegada del técnico francés y el juego desarrollado aumentaron su atractivo.

VARIEDAD RACIAL

Desde entonces, uno de los rasgos en las gradas de Highbury y el Emirates ha sido la variedad racial. Uno de los actores negros más populares de Inglaterra, Idris Elba, es seguidor del Arsenal. A los Spurs, sin embargo, no le faltan vip’s, como prueban la fe en el club del actor Jude Law o la creadora del exitoso Harry Potter, la escritora JK Rowling. A todos se les puede observar a menudo en White Hart Lane o en el Emirates.

Las diferencias, sin embargo, son mucho mayores cuando ambas hinchadas se comparan con la del Chelsea, más reaccionaria, en general. De mayoría blanca, algo que puede apreciarse durante los partidos en Stamford Bridge, gran parte de sus aficionados estaría en las posiciones más radicales del Brexit. Son habituales las proclamas antisemitas, especialmente cuando visita su estadio el Tottenham, a pesar del origen de Abramovich. Como entrenador del Chelsea, el propio Rafa Benítez escuchó la cruel forma en la que era insultado por los aficionados del club al que defendía y al que llevó a un título, en la Europa League, en 2013. Le llamaban fat spanish waiter, «camarero gordo español». Más allá del desprecio que suponía la expresión, era evidente el componente xenófobo. No ha sido el único miembro del club que los ha sufrido. El paso de José Mourinho, con cuyo estilo irreverente conectaron los aficionados, pudo acentuar ese perfil, pero nada más. Es parte de su idiosincrasia, pese a encontrarse ubicado en uno de los barrios más elitistas y refinados de Londres. Arsenal y Tottenham tienen secciones de aficionados gays. El Chelsea, no.

En Bakú, donde la final de la Europa League reproduce un derbi de Londres, probablemente las autoridades deban tener más precauciones que en Madrid. La experiencia de los éxitos europeos en esta década favorece al Chelsea frente al conjunto de Unai Emery, que ganó una Copa de Ferias, predecesora de la Copa de la UEFA y la Europa League, en 1970 y una Recopa, ya extinta, en 1994.

Son tantos los clubes de Londres que los derbis, realmente, se consideran por distritos. Esta temporada, la Premier contaba con seis de sus equipos. Además de los tres mencionados, la han disputado Crystal Palace, West Ham y Fulham. El último desciende a la Championship. La Comunidad de Madrid, no sólo la capital, ha contado con cinco. La única ciudad que ha enfrentado en finales a dos de sus equipos (Madrid y Atlético), cede, mañana en Bakú, el testigo a Londres y ofrece a otro de sus clubes la platea de la cima.

 

 


Fuente: cciu.org.uy