Enlace Judío México e Israel – El 21 de mayo, en Aish México, el rabino Arturo Kanner dio una plática sobre el Tikun de la cara, donde señaló que “tenemos que darle honor a todos los semejantes por ser creaciones divinas.”

La palabra hebrea Tikun significa “componer”. El Tikun de la cara se refiere a los órganos que tenemos en la cara que son ojos, boca, nariz y oídos. Al respecto, el rabino Arturo Kanner dio una plática en la que abordó la importancia de darle honor a nuestros semejantes.

“Dicen los rabinos, si hay algo importante en la vida es darles honor a nuestros semejantes. En esta plática vamos a trabajar cómo darles honor a las personas”, comenzó. Dijo que, antes de hablar de la cara, es importante abordar el concepto de “honor”. “En hebreo se dice Kavod que viene de kaved, algo pesado, que tiene un peso. Todo el honor al semejante es darle importancia”, explicó.

Dijo que la numerología de Kavd es la misma de Lev (corazón). “La esencia de darle honor a una persona es demostrarle que es
importante para ti. Lo triste en nuestra sociedad es que las personas van a honrar según lo que es importante para
uno. Al que le gusta el futbol honrará a los jugadores. Al que le gusta el dinero a los que tienen dinero. Al que le gusta la Torá lo hará a lo largo de la vida.”

Añadió que la Torá dice que tenemos que darle honor a todo semejante, por ser creaciones divinas. “La forma que nos podemos dar cuenta de que somos importantes para el otro es la atención que te da cuando te estás comunicando con él. Nuestro rostro es propiedad pública puesto que lo ven y les impacta”, dijo.

Luego citó a Salatner: “El hecho de que tengas pavor al día del juicio no me tiene que amargar el día con tu rostro.” Explicó que. así uno no puede cavar un pozo en la vía pública porque alguien se puede caer, así mismo no puedes tener cara fea al público porque les haces un daño espiritual.

“Lo que debemos hacer es mostrarnos ante todos con un semblante alegre. Comenzaremos a analizar cada parte de la cara, comenzando por los ojos que en hebreo se dice Ain. La esencia del nombre es profundizar. Hay un proceso activo que debemos hacer con los ojos. Elegir a dónde y cuánto veo. Cuando vemos a una persona es nuestra decisión ver sus defectos o
sus virtudes”, dijo.

Añadió que la decisión del amor es elegir las virtudes de un ser humano por encima de sus defectos. “Cuando vemos a una persona algo malo hay que empatarlo con algo bueno. Cuando uno ve a una persona existe un nervio en el ojo que transmitirá la imagen al cerebro. ¿Por qué es así? Del cerebro baja la imagen al corazón. Significa que no vemos con los ojos: vemos con el corazón. Esto es para que tú lo percibas con tu estado emocional.”

También advirtió que las apariencias engañan y que hay que profundizar y no ver a la gente superficialmente. Dijo que hay que usar la mente para ver qué hay detrás de las apariencias. “La forma de darle honor a la gente es intentar usar tu visión para ver más profundo lo que está haciendo, sus intenciones, motivaciones, humanidad.”

Ejemplificando con una relación de pareja, dijo que la esencia de dicha relación es la conexión emocional, que se refleja en los ojos de la pareja al hablar.

Luego habló sobre el Tikun del oído. “El deseo más grande de una persona es ser escuchada y ser el importante al otro. Por ende, todo lo que vamos a abordar es real crecimiento interno de cómo hacer sentir al otro importante al ser escuchado.” Dijo que la base de la fórmula es no hacer creer que te interesa sino demostrar que estas interesado genuinamente en lo que el otro tiene para decir. “Entre más lo sienta, tendrá más confianza y hablará más.”

Recomendó prestar atención al otro, mirar a los ojos, tratar de entender lo que pasó. “Escucha la realidad del otro, no la tuya. Hazle sentir la realidad que sintió.” Pero advirtió que existen tres dificultades: la más grande, la incomodidad de sentir emociones negativas. “La dificultad de sentir emociones positivas es cuando tu realidad no está feliz. Ante la dificultad generalmente nos desconectamos emocionalmente e invalidamos las emociones del otro, señaló; la segunda dificultad, dijo, es no entender qué es la necesidad más básica del otro; la tercera, los juicios que se tienen antes de cualquier conversación.

Llegó el turno de abordar el tema de la boca. Dijo que esta tiene tres funciones: comer, que conecta alma y cuerpo; hablar, y la conexión total, besar. “Todas esas funciones tienen en común la conexión y la unión.” Añadió que tenemos el poder más grande de darle importancia y honor a una persona o quitárselo por medio de nuestra boca: hacerlo sentir especial o reflejar por nuestras palabras “no te aguanto.”

Dijo que la sonrisa es el mensaje más simple para darle honor a una persona, porque así podemos transmitir, sin decir una sola palabra, que estamos felices de su existencia. “Hay varios efectos del poder de la sonrisa; estamos tan sensibilizados del poder de la sonrisa que la identificamos a doble de distancia que cualquier expresión facial. El impacto de una sonrisa es como comer dos mil barras de chocolate”, aseguró.

Así llegó al Tikun de la nariz. Dijo que en la Kabalá este órgano representa el enojo. “Si algo puede dañar a un ser humano es el enojo. El enojo viene como percepción de una invalidación, rechazo o ataque a algo que es muy importante para ti y te
pone en posición de poner límites y pelear para defender lo tuyo”, dijo. Agregó que hay tres etapas del enojo: “el sentimiento natural dada la percepción de que alguien está violando algo importante (se acepta); Ira: la expresión inapropiada del enojo sentido (se trabaja); resentimiento: el enojo no expresado, pero tampoco digerido que alimenta la enemistad y el odio (se trabaja).”

Dijo que, en momentos de tranquilidad, hay que pensar sobre cuáles son los detonadores del enojo, analizar su origen y validez. “Después ten una imagen de cómo reaccionar de una manera y de esa forma ya estás preparado para el momento del enojo. El peor enemigo en la sorpresa… Para evitar el resentimiento hay que hablar con sensibilidad, tranquilidad y honestidad tu necesidad y ver cómo el otro lo vio y llagar a la empatía. ¿Qué siento y entiendo? ¿Qué necesito? ¿Cómo puedo llegar a eso de la mejor manera?

El rabino finalizó con un consejo: “no interpretes: ¡pregunta!”

 

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