NUEVA YORK (JTA) — En cualquier crimen contra una comunidad, ciertas cosas deben suceder para proporcionar alguna medida de sanación y redención.

SHARON NAZARIAN

Pero a medida que nos acercamos al 25 aniversario del horrible ataque con bomba contra el centro judío AMIA en Buenos Aires, Argentina, estos pasos necesarios no han tenido lugar.

A pesar de los años de actividad y retórica, no se ha logrado justicia para las víctimas, sus familias y la comunidad judía latinoamericana: 85 personas murieron y 300 resultaron heridas. Los argentinos no se han unido en solidaridad con la comunidad judía, y el gobierno no ha inculcado la confianza de que se pueda evitar que un evento tan devastador ocurra de nuevo.

Debido a esta realidad, después de todos estos años existe la sensación de que el terrorismo está reviviendo constantemente en lugar de dejarlo atrás.

Desde el principio, quedó claro que Irán, a través de su aliado terrorista Hezbolá, fue el responsable del atentado. Hezbolá había estado activo en la frontera anárquica entre Argentina, Paraguay y Brasil, conocida como la Triple Frontera.

Interpol dejó en claro que sospechaba que funcionarios de alto nivel en el régimen iraní eran los autores intelectuales del complot. En 2007, se emitieron alertas rojas sobre el exministro de Relaciones Exteriores Ahmad Vahidi y otros funcionarios iraníes. Decepcionantemente, Interpol no emitió alertas similares para exfuncionarios como Ali Rafsanjani, Ali Akbar Velayati y Hadi Soleimanpour, el exembajador en Argentina.

Mientras tanto, diferentes gobiernos y poderes judiciales argentinos manejaron mal o politizaron el asunto y nunca hicieron un seguimiento verdadero para llevar a los responsables ante la justicia.

La investigación llegó a su punto más bajo durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner entre 2007 y 2013. Se nombró a un fiscal especial, Alberto Nisman, y de acuerdo a reportes, presuntamente averiguó que Kirchner y otros miembros de su gobierno fueron culpables de complicidad con los iraníes para cubrir el papel iraní en el ataque con bomba. El día anterior a la fecha programada para que Nisman publicara sus hallazgos, fue encontrado muerto en su departamento.

El gobierno de Kircher rápidamente afirmó que fue un suicidio, pero pronto se hizo evidente que Nisman había sido asesinado. Nisman ha llegado a ser conocido como la “86ª víctima” del ataque contra la AMIA. Su muerte fue trágica no solo porque el mundo perdió a un fiscal comprometido, sino también porque algunos de los hallazgos más profundos y complicados del caso fueron enterrados con él.

Sin embargo, ha habido algunos avances, incluidos algunos en la actual administración del presidente Mauricio Macri.

En julio de 2018, el juez federal argentino Rodolfo Canicoba Corral solicitó el arresto y la extradición de Velayati de Rusia y China cuando visitaba esos países. Velayati, asesor del líder supremo de Irán, estuvo implicado en ordenar el atentado mientras era ministro de Relaciones Exteriores.

Ese mismo mes, la Unidad de Información Financiera de Argentina ordenó la congelación de activos de los financieros de Hezbolá en la Triple Frontera, el lugar donde se cree que se originó el ataque.

Para ayudar a prevenir futuros ataques, el gobierno argentino debe etiquetar a Hezbolá como una organización terrorista, un paso que puede ocurrir de manera inminente. Con el apoyo del gobierno de los EE.UU., Argentina puede convertirse en un líder regional en la lucha contra la actividad terrorista y criminal en América Latina.

Además de estos desarrollos positivos en los esfuerzos para llevar a los perpetradores ante la justicia, ha surgido un lado positivo respecto al impacto colectivo del ataque en la sociedad argentina.

Inicialmente, el ataque con bomba en la AMIA fue visto solo como un ataque contra judíos. Las víctimas no judías, de las cuales hubo muchas, fueron percibidas como “inocentes”. Este enfoque no solo separó a los judíos del resto de la sociedad, sino que también implicó que de alguna manera la actividad judía o israelí pudo haber sido la causa del atentado. Si bien a las autoridades les tomó muchos años tomar una posición clara y adecuada sobre estos asuntos, hoy existe un esfuerzo por hacer del bombardeo de la AMIA un símbolo de dolor para todos los argentinos.

Es alentador ver que el actual gobierno argentino está haciendo un esfuerzo global para conmemorar el ataque en muchos consulados y embajadas en todo el mundo. La Liga Antidifamación se une a las ceremonias organizadas por grupos judíos en asociación con el gobierno de Argentina en Nueva York, Chicago, Miami, Washington D.C. y Los Ángeles, y la Oficina de ADL en Israel se ha asociado con el Museo de la Diáspora para conmemorar el trágico ataque con una ceremonia de rememoración. Una exhibición de fotografías itinerantes patrocinada por el gobierno se dio a conocer recientemente en Nueva York y muestra fotos vívidas de ese fatídico día yuxtapuestas con retratos contemporáneos de las familias sobrevivientes.

Argentina sufre de algunas de las mismas tendencias antisemitas crecientes que vemos en todo el mundo ahora, y aunque ha habido muchos errores en la investigación, es evidente que la administración Macri se ha comprometido a combatir el antisemitismo.

En este aniversario, la importancia de no olvidar tiene más significado, potencialmente, si estos pasos positivos se convierten en una parte permanente de la aproximación argentina esta tragedia. Argentina debe seguir avanzando.

Sharon Nazarian es la directora de asuntos internacionales de la Liga Antidifamación.

De la traducción (c)Enlace Judío México
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