Enlace Judío México e Israel.- Los XIV Juegos Macabeos Panamericanos, celebrados durante la semana pasada, transcurrieron de una manera espectacular, el gran trabajo de todo el equipo organizador se notó en cada detalle y miles de personas disfrutaron de este magno evento.

NADIA CATTAN PARA ENLACE JUDÍO

Sin embargo, hablar de deporte es hablar de pasión, y cuando la pasión se involucra de una manera visceral, los eventos desafortunados suelen suscitarse.

El lunes 8 de julio el equipo de Argentina se enfrentó al equipo de Chile en un emocionante partido de futbol de salón. Se trataba de jugadores pertenecientes a la categoría más 45, enfrentándose por primera vez en la arena dos de futsal en el Centro Deportivo Israelita. El partido arrancó en punto de las 2:00 de la tarde sin imaginar que éste iba a terminar de una manera muy peculiar.

Desde el inicio, ambos equipos lo dejaban todo en la cancha, los jugadores se empezaban a conocer y medían habilidades respectivamente.

En el primer tiempo el equipo chileno anotó el primer gol del partido, el festejo duró algunos segundos y el partido continuó. Los jugadores argentinos buscaban con presión el gol del empate, pero al cabo de un rato el silbato del medio tiempo sonó y todos tomaron el obligatorio receso.

Después de las instrucciones por parte de ambos entrenadores a sus respectivos jugadores, el árbitro dio el sonido esperado y el partido continuó.
Ahora, el segundo tiempo presentaba un escenario distinto:

El entrenador del equipo argentino tomó la decisión de sacar a su portero para intercambiarlo por un jugador más, de este modo, el equipo argentino tendría una mayor capacidad de ataque a pesar de dejar su portería un tanto desprotegida. La estrategia era buena, pero el gol del equipo argentino simplemente no llegaba, hasta que de pronto… a escasos minutos del final del partido un jugador argentino anotó el esperado gol.

La parte negativa de la historia es que el jugador argentino anotador del gol, en vez de festejar el reciente logro con su propio equipo, se dirigió a la banca chilena a restregar el empate. En actitud déspota, el jugador argentino empujó levemente a un jugador chileno, que por el movimiento repentino provocó que el entrenador chileno, posicionado casualmente a un lado, cayera al piso golpeándose en la cabeza.

Para cuando esto sucedió, el jugador argentino ya se había alejado hacia el centro de la cancha para seguir festejando, sin embargo el entrenador chileno, tirado en el suelo, comenzó a vomitar para después perder la consciencia.

El júbilo del gol se apagó con el impacto de la repentina emergencia. Los paramédicos llegaron al lugar y trasladaron al entrenador del equipo chileno a un hospital.

El afectado se recuperó favorablemente, sin embargo, y a pesar de que la tragedia no haya sido intencional, la actitud poco deportiva del jugador argentino logró dejar un mal sabor de boca en todos los presentes, además de provocar que un participante de las Macabiadas terminara en un hospital.

Este texto no pretende dar protagonismo ni razón a ninguna de las partes afectadas, seguramente cada persona presente en dicho acontecimiento podría narrarlo todo de forma diferente. Por fortuna existe un video, el cual se añade a esta nota, que permite a cualquiera observar los hechos a partir del gol del empate, solo así, cada quien puede tomar su propia conclusión.

Resulta imposible no celebrar un evento de la magnitud de estas Macabiadas sin atravesar algunos momentos desfavorables, lo importante no es culpar, juzgar o justificar, lo importante es cobrar consciencia de lo que un simple “empujón” puede ocasionar.

 

 

 

 

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