Enlace Judío México e Israel – Los Simpson ilustraron con comedia, música y baile uno de los recientes hechos que han acaparado la atención entre Israel y EE.UU. en los últimos días.

Titulado West Wing Story, en un juego de palabras entre terminología de la Casa Blanca y el clásico West Side Story, obra musical de los judíos norteamericanos Arthur Laurents y Leonard Bernstein, el corto de 90 segundos fue publicado por la cadena Fox este martes.

“Demasiados problemas, aranceles… necesito una distracción”, se queja un abrumado Donald Trump en la Sala Oval de la Casa Blanca, antes de voltear a ver una fotografía en su escritorio de las cuatro legisladoras del Partido Demócrata que se han vuelto sus tenaces adversarias en la arena política: Alexandria Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib, Ilhan Omar y Ayana Pressley.

“No deberían de estar en América. Nadie más que yo en América. Sin impuestos para mi en América. Este es mi cabello natural”, comienza así su oda el mandatario, que parodia la canción “America” de West Side Story.

Sorpresivamente, las legisladoras cobran vida desde la fotografía y se pone en marcha una ocurrente contienda musical en los interiores de la sede presidencial norteamericana entre Trump y The Squad (El Escuadrón), como son conocidas grupalmente las jóvenes legisladoras.

El origen extranjero de su esposa Melania, una comparación con el primer ministro de Reino Unido, el trasero de Vladimir Putin o una alusión a los deseos de los rivales de Trump de verlo en la cárcel son parte del bagaje del pequeño musical, así como una mención directa al último suceso político de relevancia ocurrido entre Washington y Jerusalén.

“Tu vida amorosa nos hace vomitar” le canta Ocasio-Cortez en la Sala de Crisis de la Casa Blanca, a lo que Trump responde con una sonora rima en inglés dirigiéndose a Omar y Tlaib, que cargan con acusaciones de antisemitismo por sus críticas al Estado de Israel: “Ustedes dos nunca verán Tel Aviv”.

La semana pasada, el gobierno de Benjamín Netanyahu impidió a Omar y Tlaib ingresar a Israel y Cisjordania para un visita en la región en su carácter de funcionarias, debido a que ambas son abiertas partidarias del movimiento de Boicot, Sanciones y Desinversiones (BDS) contra el Estado judío, actividad que está sancionada por las leyes israelíes.

El propio Trump se vio involucrado en el caso al presionar por medio de tuit al gobierno de Netanyahu para que impidiera el ingreso de ambas, pues, de lo contrario, consideró, Israel mostraría “una gran debilidad”. Minutos después del mensaje en menos de 140 caracteres, la decisión israelí fue anunciada, lo que levantó suspicacias en no más de uno.

La historia no quedó ahí: luego de que Tlaib, alegando “condiciones opresivas” de Israel, canceló el permiso humanitario que solicitó al gobierno israelí como último recurso para poder ingresar a Cisjordania con el fin de visitar a su abuela, Trump arremetió contra la decisión de la legisladora de origen palestino e incluso dudó de la existencia de la nonagenaria Muftia Tlaib, que terminó maldiciéndolo desde su natal Beit Ur Al-Fauqa un par de días después.

El polémico veto hacia las representantes demócratas ha suscitado un debate en EE.UU. e Israel sobre todo al tenor de la profunda relación entre ambos países, en la que tanto el Partido Demócrata como el Partido Republicano no se ven confrontados en su compromiso con el Estado judío.

La rencilla de Trump con las legisladoras, a las que acusa constantemente de “odiar a Israel y al pueblo judío”, ha continuado por varios días y lo llevó a afirmar, en vista de las próximas elecciones de 2020, que los judíos que votan por el Partido Demócrata no son leales ni a Israel ni al pueblo judío como tal.

Dicha declaración le abrió otro frente en el espacio público en el que incluso se le ha acusado de deambular por conocidos tropos antisemitas y ha dividido en opiniones a la comunidad judía norteamericana, de la que cerca del 80 por ciento votó en las últimas elecciones por candidatos demócratas.

Trump, huyendo de las danzantes chicas de The Squad y de cientos de personas que piden su revocación del poder a las afueras de la Casa Blanca, termina en el segmento bailando cancán, al ritmo de la famosa pieza del compositor judío Jacques Offenbach, junto a los precandidatos presidenciales por el Partido Demócrata, entre ellos, su posible futuro rival judío en las urnas, Bernie Sanders, del que se toma del brazo antes de caer exhausto ante un risueño Joe Biden.

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