Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro D-os“.
Isaías, 40.

After Tishá b’Av…..

Enlace Judío México e Israel.- Luego de la destrucción, de Yerushalaim, y del Templo Santo, y de la soberanía judía, y del destierro forzado. Luego de todo esto, viene esta Haftará o capítulo de los profetas donde se inicia el período de consolación. Y llegados a este punto, estalla para muchos de nosotros la pregunta infinita: ¿en qué podemos encontrar consuelo, si el Ar Habait(el Monte del Templo) todavía se encuentra destruido, bajo las garras de los descendientes de Ishmael, y “zorros” se pasean en el sitio más sagrado de la tierra?

DR NATALIO DAITCH

Lo que Hashem nos dejó.

Una pared, el kotel o muro occidental, resto de la majestuosidad pérdida. Nos dejó la Torá, que fue y es nuestra guía o GPS para todas las generaciones en Israel o en los diversos exilios (forzados o voluntarios). El Beit Hakneset (la Sinagoga) que es considerada un Templo en pequeño. Construido bajo el modelo del Beit Hamikdash. Y nos dejó su promesa explícita de redención final.

Lo que ponemos nosotros.

Israel pone a sus hijos como garantes. Los Talmidei Jajamim o estudiosos de la Torá se llaman “hijos”. De esta manera cierra el trato o acuerdo. Como está escrito en el Cantar de los Cantares del Rey Salomón: “yo soy para mi amado, y mi amado es para mí”. No cabe duda D-os desea cumplir su compromiso, pero espera que nosotros hagamos nuestra parte. Tal como un Padre que desea premiar a su hijo, pero espera que su conducta sea adecuada o acorde para recibir aquello que tiene por deseo divino y promesa predestinado.

El corazón de Jerusalén. El punto final.

Frente a tantos desafíos, tanto externos (islamo-nazismo y negacionistas) como internos (renegados, desviados, asimilados, y peleas intestinas), el llamado ancestral persiste y se multiplica, atravesando tiempos y espacios. En ocasiones es una voz, en otras un llanto, o puede que un silencio, y en ciertos momentos del año, el imponente sonido del Shofar (cuerno de carnero). Continua el Salmista: “Dabru al lev Yerushalaim” o hablen al corazón de Jerusalém hablen al corazón de cada judío, de todos los judíos. Para que nos despertemos unos a los otros. Nuestro Padre celestial nos aguarda, y Raquel nuestra matriarca llora por nosotros, por nuestra ausencia (física y espiritual).

El corazón es el centro (como Yerushalaim-la ciudad- es nuestro centro espiritual y centro del mundo), y el motor de todo. De nuestro cuerpo, y el sitio donde nuestras ideas dejan de ser fríos pensamientos, y se energizan, y nos “inquietan” y nos movilizan a “hacer”. A movernos, nos impulsan a accionar, a actuar, y nos alientan a cumplir mitzvot (preceptos) y a realizar jesed o bondades con nuestro prójimo, venciendo nuestro egoísmo y limitaciones.

El corazón lo es todo, como está dicho en el Shemá: “Y amarás a D-os con todo tu corazón”. Y para concluir: en la Cábala, la sefirá de la belleza ocupa un lugar central en el árbol de las sefirot o emanaciones divinas(árbol de la vida).Y todo esta resumido en la palabra lev o corazón que en hebreo suma 32, resultando de la suma de las 10 emanaciones + las 22 letras del alfabeto hebreo que representan los 22 caminos de sabidurìa.Y para rematar el Jumásh o Pentateuco se inicia en el Génesis con la letra” Beit “y en el último libro (Deuteronomio) concluye con la letra “lamed”. Formando la palabra lev que abarca toda la Torá.

Es decir, sin corazón no hay Torá, sin sentimiento nadie la cumpliría o viviría de acuerdo a sus mandamientos, y sin este tipo de corazón (que palpita sin descanso), que impele al judío a rezar a su D-os, tampoco habría consuelo. Ya que para que exista consuelo, debe existir el judío que reclame, le importe o interese ser consolado.