Enlace Judío México e Israel – Teniendo en cuenta los resultados no oficiales de las elecciones en Israel, la pregunta de quién formará el próximo gobierno quizás se pueda responder con la paradoja socrática: “Sólo sé que no sé nada”.

RAPHAEL AHREN

Existen varios escenarios posibles, pero muchos expertos creen que lo más previsible es un amplio gobierno de unidad que incluya a Kajol Laván y el Likud, después de que este último haya reemplazado a su líder, el primer ministro Benjamín Netanyahu.

Kajol Laván ha instado a un gobierno de unidad durante mucho, pero insiste en que Netanyahu no sea parte de él, debido a los tres casos de corrupción pendientes en su contra. Sin embargo, los miembros veteranos del Likud, incluyendo al exministro Gideon Sa’ar, a quien Netanyahu acusó previamente de planear un golpe en su contra, insisten en que no abandonarán a su líder. Anticipándose a una posible revuelta, Netanyahu les hizo firmar una promesa de lealtad antes de las elecciones.

El bloque religioso de derecha de Netanyahu está a seis escaños de los 61 asientos necesarios para un gobierno estable, según el recuento casi final, mientras que Israel Beitenu, de Avigdor Lieberman, se niega a unirse a cualquier coalición que no incluya a Kajol Laván y el Likud.

Otras opciones, como una estrecha coalición de centro-izquierda apoyada desde el exterior por la Lista Conjunta o un estrecho gobierno religioso de derecha también parecen inviables.

Dado este estancamiento político, varios politólogos sugieren que eventualmente, luego de haber agotado las demás opciones, Netanyahu probablemente se verá obligado a renunciar, o será derrocado, para permitir un gobierno de unidad con Likud y Kajol Laván.

“De todos los escenarios posibles, que Netanyahu termine como primer ministro es el menos probable”, afirma el encuestador y analista político, Mitchell Barak. “Si el Likud hubiese obtenido 40 escaños, tal vez podría imponer los términos del próximo gobierno. Pero sólo obtuvo 31 escaños. Ya no puede hacerlo.

Además, la audiencia previa al juicio de Netanyahu está programada para el 2 de octubre, un proceso que probablemente termine con una o más acusaciones, incluso posiblemente por soborno, señala Barak, quien trabajó con Netanyahu a finales de la década de 1990.

Por supuesto, esto alentaría aún más a los posibles socios de la coalición a rechazar a Netanyahu, y también facilitaría a los legisladores del Likud exigir su renuncia para permitir un gobierno de unidad, supuso el analista.

Tampoco será fácil obligar al primer ministro a dejar el cargo. Su partido, al menos por ahora, parece ferozmente leal a Netanyahu, quien fue elegido por primera vez presidente del Likud en 1993.

“El hecho de que todos los miembros del Likud, ministros y herederos de Netanyahu hayan expresado su apoyo es porque él lo exigió en este momento”, dice. “Cualquier cosa menor a lealtad absoluta sería castigada en la próxima carrera por el liderazgo del partido, y en la votación para su próxima lista de la Knéset”.

Sin embargo, las cosas cambiarán si el primer ministro no logra armar una coalición, ya sea antes o después de un intento igualmente fallido de Gantz, sugiere Barak. “Lo respaldaron después de las últimas elecciones; se quedaron con él incluso después de que disolvió la Knéset. Pero no permanecerán en el Likud-Titanic”.

Si Netanyahu no logra cuadrar el círculo de alguna manera y obtener una mayoría, puede optar por renunciar, posiblemente en el marco de un acuerdo con el fiscal general o la fiscalía del Estado para suavizar la gravedad de los cargos legales en su contra, dice. (El jueves, un portavoz negó firmemente los informes de que Netanyahu buscará un acuerdo de culpabilidad).

Pero si no renuncia por sí mismo, su partido probablemente decidirá obligarlo a retirarse, agregó.

“Probablemente se requerirá la intervención del Comité Central del Likud para tal movimiento, pero si todos los miembros del partido estuvieran de acuerdo sobre un nuevo líder, ciertamente habría una manera de hacerlo”.

Según los estatutos del Likud, el líder del movimiento es automáticamente su candidato a primer ministro. Pero el Comité Central del partido podría simplemente cambiar sus estatutos para adaptarse a la nueva situación.

Por otro lado, algunos miembros podrían separarse y formar un partido independiente, con su propio líder.

A diferencia del partido Laborista, que depone a sus líderes con mucha frecuencia, el Likud siempre ha sido muy leal a su líder, señala Assaf Shapira, experto en partidos políticos de Israel.

“Por supuesto, ha habido cierta disidencia interna a través de los años, pero en toda su historia, el Likud ha tenido sólo tres líderes además de Netanyahu: Menajem Begin, Yitzhak Shamir y Ariel Sharon. Todos se retiraron; ninguno de ellos fue expulsado”.

Pero si y cuando cambie el estado de ánimo, hay varias opciones de cómo reemplazarlo, según Shapira. El partido podría convocar rápidamente primarias para elegir un nuevo líder.

Si eso es imposible, por razones logísticas o legales, los funcionarios del partido podrían pedirle al presidente Reuven Rivlin que encargue a otro legislador del Likud la formación del gobierno. Eso puede ser técnicamente una violación de los estatutos del Likud, pero ese no es problema del presidente, dice.

“Haim Katz, quien encabeza el Comité Central del Likud, también podría cambiar fácilmente los estatutos del partido”.

Katz, quien enfrenta sus propios problemas legales y puede sentir que tiene poco que perder políticamente, “tiene mucho poder y las cosas no siempre se hacen exactamente de acuerdo con las reglas”, dice.

La lealtad del Likud a Netanyahu podría disiparse rápidamente si se convocan terceras elecciones, en caso que Netanyahu y Gantz no logren formar una coalición. Poco antes de que la Knéset se disuelva nuevamente, se puede esperar que el Likud considere el regicidio, según Shapira, director del programa de reforma política en el Instituto de Israelí de Democracia.

El gobierno puede declarar que si el presidente ha encomendado la formación del gobierno a dos candidatos sin que lo hayan logrado, un tercero puede probar suerte si presenta firmas de 61 miembros de la Knéset por escrito. Este puede ser cualquier legislador y no necesariamente tiene que ser presidente de uno de los partidos. Por lo tanto, en un intento de evitar nuevas elecciones, Kajol Laván (y posiblemente otros partidos) podrían llegar a un acuerdo con un grupo de rebeldes del Likud para formar un gobierno de unidad en el que Gantz y un legislador del Likud rotarían el cargo de primer ministro.

Sin duda, no será fácil encontrar a un miembro del Likud que reemplace a Netanyahu, porque tal movimiento, incluso si se explica al público como una emergencia nacional, podría estigmatizar al rebelde como traidor, sugiere Jonathan Rynhold, politólogo de la Universidad Bar-Ilan.

“Nadie quiere ser Michael Heseltine”, dice, refiriéndose a un político británico que en 1990 desafió a Margaret Thatcher por el liderazgo del partido conservador. Heseltine comenzó el proceso que derrocó a la Dama de Hierro 11 años después, pero perdió la carrera posterior por el liderazgo del partido ante John Major.

“Una vez que quede claro que no hay gobierno, la opinión pública presionará a Netanyahu para que se retire”.

Incluso si muchos en el Likud están disgustados con Netanyahu y les encantaría verlo irse a casa, un desafío público a su liderazgo podría complicar la futura su carrera para el liderazgo del partido, dice Rynhold.

Por lo tanto, “nadie hará nada hasta que quede absolutamente claro que Netanyahu no puede formar una coalición”, afirmó. “Pero una vez que quede claro que no hay gobierno, que ni siquiera Kajol Laván pueden obtener una mayoría, probablemente la opinión pública creará presión sobre Netanyahu para que se haga a un lado”.

Una revuelta del Likud contra Netanyahu se convierte en el “escenario más probable”, según Rynhold. Aquel con mayor probabilidad de comenzar a pedir la destitución de Netanyahu sería alguien que no sea particularmente cercano al primer ministro, y que tampoco busque ganar las próximas primarias de liderazgo del Likud, dice.

El presidente de la Knéset, Yuli Edelstein, de quien se rumorea que desea reemplazar a Rivlin como presidente en dos años, puede ser un ejemplo de una figura de alto nivel del Likud que se ajusta a este perfil, señalan los analistas.

“Pero Netanyahu es el político más hábil de Israel”, agrega Rynhold. “Él no lo permitirá”.

Fuente: The Times of Israel / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

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